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«CUANDO TODO SEA COMO ANTES»

Ambos estaban mirándose estupefactos, sin poder decir absolutamente nada más

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Ambos estaban mirándose estupefactos, sin poder decir absolutamente nada más. Ao'nung dio un paso, y cuando ella no retrocedió, se atrevió a dar otro, y otro más, hasta que la tuvo de frente.

Un burbujeo de esperanza se esparció por su estómago, y se dijo que quizá no todo estaba perdido.

Ella se veía diferente, más delgada, débil, frágil, vulnerable, todo lo que no era cuando la conoció, aquel brillo de vida e hiperactividad aventurara que solía vivir en sus ojos se había evaporado. Y aunque ya antes se había dado cuenta, aún así le dolió.

Ella no era la chica que conoció.

Pero podía volver a serlo. ¿Cierto?

—Sería... muy estúpido preguntarte cómo estás— murmura Ao'nung con un suspiro. Estaba a punto de hablar, cuando recibió una respuesta que jamás espero.

—Viniendo de ti puedo esperarme cualquier estupidez, ceviche— dijo Nai'rí, por un momento, su voz tuvo un timbre de volver a ser la misma de siempre.

Se volvieron a mirar, y como si nada hubiera pasado, como si estos últimos días no hubieran dolido peor que corte en carne viva, ambos se soltaron a reír.

Ao'nung no se contuvo más, y la abrazó, ella le correspondió, la fuerza de la nostalgia impulsaba a que el momento fluyera aún mejor que la marea matutina

—De verdad... te extrañé— susurra él al borde de las lágrimas, sus mejillas ya comenzaban a doler de tanto sonreír —Más de lo que creí—

—Yo también te eché mucho de menos, Nung—

El apodo no hizo más que hacerlo sonreír aún más, volvió a bajarla al suelo, y como un impulso, o tal vez instinto, ambos miraron hacia la orilla del mar. Importándoles nada que fuera la mitad de la noche, y que toda la aldea estuviera en el quinto sueño con Eywa, rieron y corrieron al agua, emitiendo chasquidos para llamar a los ilú, montarse e irse hacia cualquier lugar al que la corriente los arrastrara.

—¡Te voy a ganar Nai'rí!— le gritó Ao'nung con una sonrisa burlona.

—¡Estas con una Sully ceviche!— gritó ella, inclinándose para agarrar impulso y rebasarlo rápidamente —Ya te lo había dicho, nosotros traemos la competitividad en la sangre—.

—Pruébalo— retó de nuevo el otro, sin poder parar de reír emocionado, los recuerdos de la felicidad que alguna vez ambos sintieron juntos regresó a su mente, sacándole una risa profunda que emitió vibraciones desde su garganta hasta su pecho. De repente todo parecía estar bien otra vez.

Se sumergieron, danzando con elegancia y jugueteando a perseguirse por todo el arrecife. La oscuridad era profunda, ennegrecida por las altas horas de la noche, Ao'nung se sentía cómodo, en un ambiente familiar, aquellos corales, aquella masa líquida bendita habían sido su refugio en sus peores momentos, y ahora era incapaz de temerles. Mucho menos con dos brillantes ojos dorados guiándolo.

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