26. A salvo

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Cuando Elena despertó en su habitación sola la mañana siguiente temió que todo se tratara de un sueño, podía sentir en la piel la realidad, sin embargo antes cosas les habían pasado que... ya no sabía que esperar.

Aún así, se vistió con calma, esta sensación de temor la había tenido por toda la semana, sabía que Benedict ya estaba completamente recuperado desde hacía un mes, sabía que la herida ya ni siquiera le dolía, estaba consciente de que él solo esperaba que ella diera su aprobación para pedir su mano, sin embargo, Elena aún tenía miedo por él, un miedo absurdo que postergaba su felicidad.

La joven Beaumont tenía un gran razón para su suplicio, había estado saliendo a la calle desde que todo sucedió y las personas no dejaban de mirarla, de susurrar a sus espaldas, de ignorar a su familia por la calle.

Con la caída de Margaret, el encarcelamiento de Cassidy, el sueño profundo de Benedict y la muerte de Lucy, habían sucedido tantas cosas en su familia en tan poco tiempo que los chismes no paraban y por eso Elena se negaba a permitir que Benedict y su familia sufrieran por sus errores, sin mencionar que las personas volvían a ahuyentarse con el terrible aspecto de su rostro, aunque supieran que Cassidy lo había causado, muchos la culpaban, otros más pedían que se enclaustrara y jamás volviera a salir y algunos pocos sugerían que Cassidy saliera de prisión y ella tomara su lugar, solo por su apariencia.

A Benedict Bridgerton esto le importaba extremadamente poco. El médico había sugerido que comenzara con poco movimiento y caminar, así que, Benedict iba diariamente a cortejar a la mujer que siempre había tenido su corazón, sin importar que y sin importar como, el llegaba, saludaba a todos y procedían a sentarse en el patio o en el saloncito, solos o acompañados, tomándose las manos inocentemente y sonriéndose como si nada nunca hubiera sucedido.

En esos momentos, el miedo de Elena se iba.

En esas pequeñas caricias en sus brazos, en esas sonrisas de Benedict al platicarle algo, en ese brillo en sus ojos que había vuelto.

El joven Bridgerton no quería ni podía esperar más por hacerla su esposa, entendía sus miedos pero quería llamarla suya, llevarla a su hogar, tomarla por las noches, besarla a todas horas.

"¿Ya puedo hacerlo?" Le preguntó esa misma tarde, llevaba el anillo en el bolsillo del pantalón como todos los días, brincaba ansiosamente en espera de un sí.

"Benedict, la gente..."

"Me importa muy poco la gente, ni siquiera viviremos aquí" le recordó.

"Nunca dejarán de hablar" replicó ella tomando sus manos "el estatus de tu familia, los matrimonios de tus hermanas, todo se verá en duda"

"Por favor, Elena, Daphne se casó por una treta, Anthony se casó luego de una boda escandalosa, la futura esposa de Colin es ¡Lady Whistledown! ¿Quieres que continue?" Elena sonrió, la familia Bridgerton había tenido suficientes chismes y escándalos por ellos mismos, Benedict tenía razón, lo sabía.

"Mis cicatrices..." suspiró

"Te hacen única, única y perfecta para mi y por si no lo recuerdas... tengo una también" le recordó.

"Se me están acabando las excusas" replicó sonriendo

"¿Necesitas excusas para no casarte conmigo?"

"Por supuesto, o hace meses hubiéramos ido a Gretna Green" se rió.

"Permíteme pedirle oficialmente tu mano a tu padre" pidió y la joven frente a él asintió efusiva

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Para darle drama al asunto, Benedict la besó y salió corriendo de la casa hacia la suya, debía planear que diría, como lo haría, sabía que la respuesta sería un "sí" así que debía hacerlo especial.

Scars. Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora