10. Efímero

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"Cásate conmigo"

Elena no podía dejar de escuchar las palabras, no con Benedict dormido a su lado mientras ella recargaba su cabeza en el pecho desnudo de su mejor amigo. La joven Beaumont lo pensó y siguió pensando durante horas hasta que el sueño logró vencerla, claro que no sólo soñó con la propuesta del joven Bridgerton, también soñó con su cuerpo desnudo, ese que se había presionado contra ella, ese que solo por obra de algún Dios desconocido no la había tomado la noche anterior, optando por sólo cubrirse con una manta.
El camisón de Elena fue cambiado para que ella durmiera más cómoda, aunque casi no logró dormir, ¿cómo siquiera podía estar considerando casarse con Benedict? Su precioso Benedict.

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La joven Beaumont recordaba cuando sintió atracción por Ben la primera vez. La primera hija del duque de Wessex juraba tener el amor platónico más grande por Anthony Bridgerton poco antes de que el reloj de las 12 marcara la llegada del 1809. El primer hijo Bridgerton era mucho más grande que ella, 8 años para ser exactos, era un chico malo, un mujeriego, viajaba, estudiaba y era de los mejores amigos de su hermano, la historia de amor perfecta ante los ojos de la adolescente Elena. Cuando el conteo final del año comenzó en el último baile, no de temporada, que presenciarían, ella miró hacia los Bridgerton, algunas familias más atrás de la suya.

"¡Elena!" Su madre había exclamado haciéndola volver a su posición con una última mirada a Benedict que sonreía con burla al ver que reprendían a su mejor amiga a lo lejos.

Benedict!" Había regañado la viuda vizcondesa a su segundo hijo, aunque al notar su línea de visión no pudo hacer más que sonreír discretamente.

Cuando las 12 sonaron y los participantes comenzaron a aplaudir en alegría, Elena no deseaba que Anthony estuviera a su lado, pensó solamente en Benedict, en la sonrisa burlona que le había regalado, en como se sentiría que él llegara y la abrazara y para colmo, aunque el estómago se le hizo nudo ante el pensamiento, no sintió mariposas nerviosas, sino calor en la parte trasera de la nuca y su sonrisa se esfumó, dándose cuenta de la calidad de sus pensamientos con el joven que la arrullaba por las noches.

Reprimió tanto como pudo sus impulsos hasta que, en 1810 encontró tan desdichado libro en el despacho de su hermano y antes de que la temporada comenzara, había besado a aquel a quien juraba cuidar día con día y al que, antes, consideraba un hermano. No mucho tiempo pasó y con el impulso de la pasión que uno sentía por el otro, había guiado la mano de su amigo hasta su pecho, para verlo desaparecer por la ventana y sentirse completamente desdichada por los siguientes tres años, en los que, no sólo se hablaba de Benedict como un mujeriego y bueno... un pervertido, sino que también fueron 3 largos años en los que él ni siquiera la miró.

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Ahora se encontraban ahí, uno al lado del otro, prácticamente desnudos, respirando pausada y rítmicamente, conocidos el uno del otro, familiares al toque que por tantos años compartieron, fingiendo un matrimonio, besándose a la oportunidad... ¿qué tanto mal haría que ella aceptara el compromiso?

El sol comenzaba a calarle en los ojos a Elena, su cabello estaba esparcido por las almohadas, la cama, estaba vacía a excepción de ella y un nudo se le instaló en el corazón.

"No hagan ruido, por favor coloquen el desayuno sin despertar a mi esposa" logró escuchar tras la puerta y ahora sí que su corazón se desbocó. Fingió estar dormida para favor de Benedict, sin embargo la sonrisa que la atacó al escuchar la palabra esposa, la hizo tomar una decisión de inmediato.

Scars. Benedict BridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora