Capítulo 11

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"El asceta, para mayor gloria de Dios, envilece y mortifica la carne; Judas hizo lo propio con el espíritu. Renunció al honor, al placer. Premedito con lucidez terrible sus culpas. En el adulterio suelen participar la ternura y la abnegación; en el homicidio, el coraje; en las profanaciones y la blasfemia, cierto fulgor satánico. Judas eligió aquellas culpas no visitadas por ninguna otra virtud: el abuso de confianza (Juan 12:6) y la delación. Obró con gigantesca humildad, se creyó indigno de ser bueno. Pablo ha escrito: El que se gloria, gloriese del Señor (I Corintios 1:31); Judas buscó el Infierno, porque la dicha del Señor le bastaba. Pensó que la felicidad, como el bien, es un atributo divino y que no deben usurparlo los hombres".

Tres versiones de Judas
Jorge Luis Borges.

Las charlas poscoitales eran algo nuevo, pero la idea le agradaba. Extrañaba tener a Gabriel cerca. Los cuatro días de soledad habían sido extraños, aburridos. Continuó explorando y encontrando cosas interesantes, buscando formas de mantenerse ocupado, pero cuando hallaba algo que quería mostrarle y recordaba que tenía que esperar un par de días más, se frustraba. En algún punto se había molestado tanto que rompió con el Knuckeblaster un bonito jarrón que encontró intacto en una tienda de muebles. Se arrepintió al instante. Quería traerlo para ponerlo en la mesa del comedor, era algo que tendría una abuela, seguro le gustaría al arcángel, pero terminó por convertirlo en una nevada de porcelana con una onda de choque, solo por la rabia.

A pesar de su comportamiento apacible, estaba acostumbrado a hacer su voluntad. Si quería algo, lo tendría. Pero ésto era diferente, porque le importaba lo que pensaba Gabriel. Eran solo cinco días, prácticamente nada, pero ahora tenía unos nuevos y conflictivos sentimientos que saturaban su sintetizador de texto. Eran desagradables, porque él sabía lo que sentía, no tenía dudas, pero los posibles pensamientos de Gabriel, lo que podría estar confabulando en su mente... eso era lo que estaba sacándolo de quicio.

Se había preguntado, más veces de las que creía posibles, si había cometido un error al dejarse llevar. Gabriel tiraba de él como la gravedad de una poderosa estrella, lo atrapaba en su órbita y lo giraba a su antojo, pero también lo lanzaba lejos una y otra vez, lo arrancaba de su lado y lo alejaba a puntapiés cuando intentaba hacerse un hueco. Y sin embargo, sabía que caería una vez más, no tenía forma alguna de escapar de su influjo.

Pero ahora que lo tenía aquí, a su lado, quería disfrutarlo hasta la médula. Sus sistemas de recompensa habían sido estimulados intensamente, se sentía más cercano a él, más afín a su presencia. Todo sería perfecto, de no ser por un pequeño detalle: su nivel de sangre. Estaba hambriento, paso varios días sin comer y sus reservas de combustible estaban al mínimo por el sexo. Todo lo que le quedaba eran las pequeñas gotas que pudo tomar de las heridas de los cilicios. El Knuckeblaster se extendió para tocar su pierna, para recorrerla de arriba a abajo y delinear las heridas. Se sentía como un niño que toca un frasco lleno de galletas, pero es incapaz de abrirlo por su cuenta.

—Desde nuestra pelea en Herejía, algo en mi forma de verte cambió. Estando solo, aquí en la tierra, pensaba en ti, en nuestras peleas, pero de tanto en tanto te imaginaba así, a mi lado, tocando y tomando mi cuerpo, llenándome de alguna manera. Estaba esperando por ti.

En ese caso, les había tomado demasiado tiempo llegar a este punto. Como siempre había dicho, Gabriel era lento, necesitaba lapsos ridículos para procesar tonterías simples, como ese deseo que sentía.

Estando en el Infierno, bajo el control de las terminales, una parte rezagada y pensante de su ser lo había encontrado atractivo. Era un ángel, necesitaría ser ciego para no hallarle cierto encanto, pero ante la ausencia de un contacto pacifico, la pelea era un buen sustituto. Dominar y someter, desgarrar a ese ser venido de los Cielos sonaba como un espectáculo estimulante.

Unveiled Divinity |Gabriel/V1| | Ultrakill Donde viven las historias. Descúbrelo ahora