"Siempre he estado convencido de que la única forma de hacer que funcione la inteligencia artificial es hacer el cálculo de manera similar al cerebro humano. Ese es el objetivo que he estado persiguiendo. Estamos progresando, aunque todavía tenemos mucho que aprender sobre cómo funciona realmente el cerebro"
Geoffrey Hinton
Desesperante. Insoportable. Demasiado hablador para su propio bien. Todas esas cosas era Gabriel, entre otra infinidad de adjetivos horribles que su sintetizador de texto guardaba para describirlo. Pero, por más párrafos y párrafos de quejas que tuviera, tenía una cantidad aún mayor de pensamientos acerca de las cosas que le agradaban de él. Su personalidad difícil, irónicamente, era una de sus favoritas.
Le gustaba ese tira y afloja, la manera en que Gabriel parecía incapaz alcanzar un equilibrio. Cada que hacía algo bueno, lo compensaba arruinándolo, o viceversa. Era tan torpe que incluso él, una máquina, encontraba su comportamiento social completamente inadecuado y defectuoso... pero también interesante.
Sus exigencias y sus demandas estúpidas lo aburrían, pero su orden lo llenaba de paz. Aparentar esa normalidad de tocar las puertas, limpiarse los pies en la alfombra, sentarse derecho y en la misma silla, limpiar la suciedad y sacudir el polvo lo hacían sentir como si viviera en el mundo civilizado, ese que hacía mucho había desaparecido, porque tiempo atrás sus técnicos hicieron exactamente lo mismo: llenarlo de comportamientos y normas complicadas.
Quedarse durante una semana fue abrumador, pero lo logró. Salía a explorar a menudo, no se quedaba todo el tiempo con Gabriel, y muchas veces su compañía se reducía a su presencia silenciosa: ambos sentados en la mesa leyendo juntos, pero no en conjunto.
Ahora que las cosas volvieron a la normalidad, siete días después, podían salir de nuevo. Gabriel estaba tan ansioso como él por explorar, aunque se ofendió un poco porque no le permitió elegir su destino esta vez. Ya tenía algo previsto: quería ir al laboratorio dónde lo habían ensamblado, y eso, desafortunadamente, no era negociable.
La ubicación estaba en otra ciudad, así que tenían un viaje largo por delante. Sería una caminata de al menos dos días, pero conociendo lo caprichoso que era Gabriel, seguro que eso no iba a funcionar. Aprovechó su tiempo en solitario para entrar a la estación del tren y revisar si seguía sirviendo, recordando cómo había usado una para viajar a través de la masiva capa de la Lujuria, hasta que el cadáver del rey Minos le cerró el paso.
La humanidad estaba en guerra constante, y estos edificios habían sido diseñados con eso en mente. La gran bóveda de concreto estaba intacta y no tenía una sola cuarteadura, y habría permanecido así incluso ante un ataque nuclear. Sus espacios amplios y arqueados fueron planeados como refugio, y sus caminos, extendidos por millas y millas, como trinchera y cuartel. Lástima que fueran inútiles contra ellos. Los Streetcleaners estaban programados para movilizarse rápido usando estos túneles. Los Drones podían viajar en enjambre en la parte superior y salir en el lugar correcto sin interferir en el paso de los trenes. Otras máquinas, como los Swordsmachines, no eran tan asiduas al subterráneo, pero sin duda los conocían y también a sus funciones defensivas.
Los esqueletos calcinados por docenas le dijeron que así había sido: la gente vino aquí buscando refugio, pero solo encontraron una muerte en grupo, hacinados como ratas en los túneles oscuros. Las vías estaban intactas, y aún había pequeños carritos de transporte que estaban bien y funcionando. Lo único ausente era la electricidad, pero todas las estaciones contaban con generadores de emergencia. Si tenía suerte, más de uno tendría energía suficiente para llevarlos rápido a su destino.
La suerte: ese caprichoso deseo de confiar en una estadística que no podía controlar. V1 no solía pensar mucho en ella, pero, poniéndolo en perspectiva, desde el momento en que lo ensamblaron, había tenido mucha suerte.
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Unveiled Divinity |Gabriel/V1| | Ultrakill
Hayran KurguLa humanidad esta muerta. La sangre es combustible. El Infierno ha caído. Gabriel no muere a las 24 horas de que la Luz del Padre le fue retirada. Ahora, con el Infierno en decadencia, desterrado del Cielo, y sabiendo cosas que nunca debió conocer...