Capítulo 8

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"Siempre he estado convencido de que la única forma de hacer que funcione la inteligencia artificial es hacer el cálculo de manera similar al cerebro humano. Ese es el objetivo que he estado persiguiendo. Estamos progresando, aunque todavía tenemos mucho que aprender sobre cómo funciona realmente el cerebro"

Geoffrey Hinton

Desesperante. Insoportable. Demasiado hablador para su propio bien. Todas esas cosas era Gabriel, entre otra infinidad de adjetivos horribles que su sintetizador de texto guardaba para describirlo. Pero por más parrafos y parrafos de quejas que tuviera, tenía una cantidad aún mayor de pensamientos acerca de las cosas que le agradaban de él. Y su personalidad difícil, irónicamente, era una de sus favoritas.

Le gustaba ese tira y afloja, la forma en que Gabriel parecía nunca alcanzar un equilibrio, cada que hacía algo bueno lo compensaba arruinándolo, o viceversa. Era tan torpe que incluso él, una máquina, encontraba su comportamiento social completamente inadecuado y defectuoso, pero también interesante.

Sus exigencias y sus demandas estúpidas lo aburrían, pero su orden lo llenaba de paz. Aparentar esa normalidad de tocar las puertas, limpiarse los pies en la alfombra, sentarse derecho y en la misma silla, limpiar la suciedad y sacudir el polvo, lo hacía sentir como si viviera en el mundo civilizado que hace mucho había desaparecido, porque tiempo atrás sus técnicos hicieron exactamente lo mismo, llenarlo de comportamientos y normas complicadas.

Quedarse durante una semana fue abrumador, pero lo logró. Salía a explorar a menudo, no se quedaba todo el tiempo con Gabriel, y muchas veces su compañía solo se reducía a su presencia silenciosa, ambos sentados en la mesa, leyendo juntos pero no en conjunto.

Ahora que las cosas volvieron a la normalidad, siete días después, podían salir de nuevo. Gabriel estaba tan ansioso como él por explorar, aunque se ofendió un poco porque no lo dejó elegir su destino esta vez, pero ya tenía algo previsto. Quería ir al laboratorio dónde lo habían ensamblado.

El viaje era largo, estaba en otra ciudad. Sería una caminata de al menos dos días, pero conociendo lo caprichoso que era Gabriel, seguro que eso no iba a funcionar. Aprovechó su tiempo en solitario para entrar a la estación del tren para revisar si servía, recordando cómo había usado una para viajar a través de la masiva capa de la Lujuria, hasta que el cadáver del rey Minos le cerró el paso.

La humanidad estaba en guerra constante, éstos edificios se construyeron con eso en mente. La gran bóveda de concreto estaba intacta, no tenía una sola cuarteadura porque fue diseñada para resistir ataques nucleares. Sus espacios amplios y arqueados fueron planeados como refugio, y sus caminos, extendidos por millas y millas, como trinchera y cuartel. Lástima que fueran inútiles contra ellos. Los Streetcleaners estaban programados para movilizarse rápido usando éstos túneles. Los Drones podían viajar en enjambre en la parte superior y salir en el lugar correcto, sin interferir en el paso de los trenes. Otras máquinas, como los Swordsmachines, no eran tan asiduas al subterráneo, pero sin duda los conocían y también a sus funciones defensivas.

Los esqueletos calcinados por docenas le dijeron que así había sido. La gente vino aquí buscando refugio, pero solo encontraron una muerte en grupo, hacinados como ratas en los túneles oscuros. Las vías estaban intactas y aún había pequeños carritos de transporte que estaban bien y funcionaban. Lo único que no estaba ahí era la electricidad, pero todas las estaciones contaban con generadores de emergencia. Si tenía suerte, más de uno aún tendría energía suficiente para llevarlo a su destino rápido.

La suerte, ese deseo de confiar en una estadística que no podía controlar. V1 no pensaba mucho en ella, pero poniéndolo en perspectiva, desde el momento en que lo ensamblaron, había tenido mucha suerte.

Unveiled Divinity |Gabriel/V1| | Ultrakill Donde viven las historias. Descúbrelo ahora