Capítulo 14

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"El amor es un sacramento que debería recibirse de rodillas".

Oscar Wilde

Gabriel se despertó tarde, pero V1 decidió dejarlo dormir hasta donde quisiera. Aunque negaba tener sueños, o siquiera disfrutar del descanso, había algo en la forma en la que se enredaba entre las cobijas para dormir durante horas y horas que le decía que eso no era del todo una verdad. Quizás encontraba un refugio en la inconsciencia, igual que él cuando limpiaba memorias inútiles y ejecutaba diagnósticos de su estado.

El arcángel no se molestó en preguntar porque no lo había despertado, solo aceptó que se había quedado dormido y lo culpó de tardar mientras revisaba el mapa para saber a dónde irían. Al final, lograron salir de casa sin iniciar una guerra y caminaron ese tramo largo, hasta llegar a su destino.

—Lo esperaba desde que mencionaste los malos recuerdos. Eres malo planteando misterios.

—No pretendía que fuera un misterio. Tú eres el que nunca pregunta.

Gabriel no respondió. Estaban frente al amplio patio chamuscado que servía como preámbulo a la iglesia que él había encontrado. El edificio era de un tamaño considerable, aunque nada comparado a la capilla de la Herejía, que se extendía con sus largos pasadizos por una capa entera. Solo quedaban árboles carbonizados, pero su presencia indicaba que este lugar, en un pasado, debió ser un parque hermoso, de troncos robustos y bellas flores, un parche verde, un refugio dedicado a Dios entre la marcha urbana y el feroz avance del mundo moderno.

Tras el edificio principal había un cementerio, que se extendía por más de lo que parecía necesario. La humanidad siempre estuvo devastada por la guerra, no encontraban calma en su piel si no estaban en conflicto. Lo único sorprendente es que, a este punto del camino, no fuera más grande. Se necesitaría el equivalente a una ciudad para enterrar a los muertos con dignidad después de cada batalla.

—Los hombres, ante la guerra, afianzaban su fé. Se encomendaban a Dios con la esperanza del más allá mientras destrozaban a su prójimo y se ofrecían al mismo destino. En esos tiempos de antaño, el sacerdote era sanador del alma, y la iglesia, trinchera. Pero el hombre moderno rechazó esas creencias. La religión fue solo otro peldaño que recorrieron, muy errado, que dejó millones de víctimas por el camino.

Lo escuchó hablar mientras caminaban. Pequeñas partículas de polvo se levantaron con sus pasos. Un polvo blanco, menos que cenizas de un mundo que fue incinerado hasta los soportes.

—¿Eso fue un error? —preguntó.

—No necesariamente. Ahora que estamos en el fin de los tiempos, la historia solo fue como debía ser.

Gabriel empujó las puertas de la iglesia y ambos entraron. Las bisagras oxidadas crujieron, extendiendo su eco por todo el templo. En su interior, una alfombra mugrosa de terciopelo rojo se extendía al final de la edificación, hasta el altar. Tras esa mesa de mármol, se encontraba una gigantesca cruz dorada, y las imágenes de quien presumía, eran María y Jesús. Gabriel le había hablado de ellos, pero verlos personificados en esas grandes estatuillas era diferente. Sobre toda esa zona, además, una gigantesca cúpula de cristal brindaba luz, dejándolos brillar a todo esplendor.

La casa de Dios ya no tenía la misma gloria del ayer, pero sí cierto encanto, sobre todo porque aún tenía algunos vitrales intactos, que filtraban luz y llenaban el interior con sus colores. A cada lado se extendían unas grandes hileras de bancas, y empotrados en las paredes, se encontraban dos confesionarios, uno a la derecha, otro a la izquierda. En la parte trasera estaba la sacristía. Después de recorrer toda la iglesia a pasos lentos, entraron primero a ella.

Unveiled Divinity |Gabriel/V1| | Ultrakill Donde viven las historias. Descúbrelo ahora