MARSELLA - PT3

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Altea-Furia

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Altea-Furia.

Cairo aparca el coche frente a las escaleras de emergencia del edificio, este edificio de unas siete plantas, es propiedad de una banda organizada perteneciente a la Unione Corse, mafia francesa.

Todo estaba controlado, únicamente debíamos de seguir el plan de Cairo a la perfección. Dagán es un genio, un tío que usa un tablero de ajedrez para sus estrategias, confío en él y sé que hoy no nos llevaremos una bala en el pecho.

Llevo una pistola y una navaja, en caso de necesitar defenderme –aunque usarlas no formaba parte del plan A–. Ellie, en el asiento de al lado, me entrega la bolsa con la ropa que debo ponerme, así que me quito la ropa y me quedo en ropa interior, sonrió al ver desde los asientos de atrás como Cairo gira el retrovisor para no verme por él. Rápidamente me pongo el traje de guardia de seguridad, la radio falsa pegada al traje, las botas, y, por último, me hago una coleta.

Ellie y yo nos bajamos del coche, tras ponernos el micrófono en la oreja para comunicarnos con Cairo.

-Suerte. -habla Ellie, cuando me dirijo a la puerta de alambre que protege las escaleras de emergencia.

-Igualmente.

Atenea se aleja y espero a la señal de Cairo, puedo ver desde fuera, como pone el portátil en las piernas y habla con Parlem desde el móvil. En cuestión de segundos, que se hacen interminables, escucho la señal; ahora.

Cámaras apagadas y hackeadas –los amigos de Cairo en el Elitered tiene un topo dentro, ya que llevan investigandolos meses, este es encargado de la monitorización del edificio, este apaga las cámaras sin rastro ni señal que haga sospechar y Parlem se mete en el sistema de cámaras–.

Alarmas desactivadas.

Puertas de seguridad abiertas.

Somos dos fantasmas que entran sin hacer ruido ni sospecha alguna. Me siento como pez en el agua.

Agarro la ganzúa del bolsillo lateral del traje y empiezo a jugar con la cerradura de la puerta, pronto escucho un ruido que me indica que la puerta se ha abierto. Cierro la puerta detrás de mí y empiezo a subir con cuidado las ruidosas y metálicas escaleras.

Llegar al tercer piso. Hecho.

Encontrar la puerta con una luz verde justo al lado que indica que está abierta... Hecho, esta se puede ver nada más subir las escaleras que llevan al tercer piso. Miro por la ventanilla de la puerta y allí está, esa mujer con el traje exactamente igual que el mío, es una de las seguratas que protegen el edificio.

Entrar con sigilo y dormir a la segurata. Abro la puerta despacio, puedo comprobar como aquella chica me lleva unos cinco centímetros o más de diferencia, por lo que tengo que ponerme de puntillas, uso la llave de mata león, se resiste y forcejea pero poco a poco puedo sentir como la consciencia y respiración de mi rival baja considerablemente, hasta ser inexistentes, 10 segundos son suficientes para dejar a alguien inconsciente y dejar posibles secuelas. Hecho.

TIRARME POR EL PRECIPICIO |Dominio Negro|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora