Corea del sur, Seúl.
Miro por la ventana con un vaso con alcohol en la mano, admiro la naturaleza a mi alrededor. Sus gritos me incordian, intento no perder la calma; pero se me hace imposible. Camino hacia la escoria colgada del techo, con una sonrisa en el rostro, disfruto de ver su pésimo estado.
Mis empleados lo han colgado de los brazos con cadenas, llevará como dos horas así; las cadenas han rajado sus muñecas y la sangre recorre sus brazos, estos tiemblan por estar en esa posición tan incómoda por tanto tiempo.
-¿Por qué gritas? -pregunto con una sonrisa ladina-. Si todavía no te he tocado.
-¡Bájame, chino de mierda! -ordena entre gritos, tiene la cabeza apoyada en uno de sus brazos. Y lo que hasta ahora no había comentado, es que ni siquiera sus pies llegan a posarse sobre el suelo; lo que empeora el dolor. También debe tener frío, pues le hemos dejado en ropa interior.
Me río ante sus palabras. -Agradezco tu alago, de verdad... -aprieto la mandíbula-. Pero deberías saber que no soy chino, se dice coreano.
-¡Me da igual de donde seas! ¿Qué quieres de mí? -Frunzo el ceño ante su pregunta, parece que ha perdido la memoria.
-¿Te acuerdas de la operación rubí? ¡Pues yo soy el jefe de quienes te contrataron!
Su rostro cambia por completo, el jodido Juan Castro es un completo ínutil. -Veo que ya recuerdas...Me dijeron que te doblegó una preciosa chica occidental. -sonrío pícaramente.
Puedo notar una sonrisa en su rostro. -¿Me trajiste hasta aquí para decirme eso? Esa chica de la que hablas secuestró y mató a uno de mis empleados. -su pulso comienza a acelerarse.
Me acerco más hacia él. -Sólo debías darme información... ¡Eres un maldito ínutil! Ya no me sirves. -rompo el vaso que tenía en mi mano contra el suelo, el líquido del interior salpica mis preciosos mocasines-. Desatadle. Ahora.
En unos segundos, dos de mis empleados quitan las cadenas del techo, pero sus muñecas siguen cargando con ellas. Él cae al suelo, agotado, su cuerpo tiembla y prácticamente no se mantiene en pie. Me agacho hasta quedar a su altura y agarro su cabeza con fuerza. -Límpiame los mocasines. Venga.
Me mira con negación, no piensa perder su dignidad... Pero, acaso...,¿prefiere perder su vida? No es una pregunta para la que necesite una respuesta, hoy perderá ambas. Ha retrasado todo lo que podía adelantarme a Dominio Negro, los españoles que buscan el rubí. He oido que han matado al jefe de una mafia griega que buscaba exactamente lo mismo; al menos, les puedo agradecer quitarme trabajo.
Hago fuerza contra su cabeza, hasta que esta se queda a centímetros de mis zapatos. Finalmente, se deja humillar, empieza a pasar su lengua por los mocasines. Primero uno y después el otro. Suficiente. Le doy una patada en la cara, su nariz comienza a sangrar.
-¿Cómo piensas pagar todo lo que hiciste? -inquiero enfadado. Me levanto para observarle y esperar a que termine negando la falsa seguridad y resistencia que se esfuerza por demostrar.
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TIRARME POR EL PRECIPICIO |Dominio Negro|
Teen Fiction"Salvada por la mafia y nacida para servir en ella" Una niña carterista fue salvada de la calle y la pobreza por los hermanos mafiosos desde pequeña, desde ese momento se dio cuenta que 'Dominio Negro' era su única vida y que tenía que entregarse a...