2. un sueño que cumplir

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Mi sueño desde que era pequeña siempre había sido ser actriz y sobretodo poder participar en películas que me gustan mucho o incluso llegar a ser la protagonista en alguna 'pero sabía que eso era demasiado complicado'.

No me llevo mucho con mi madre ya que mis padres están separados desde que tenía cinco años y con mi padre intercambio alguna palabra de vez en cuando. Con el que sí tengo relación es con mi hermano mayor Marc, que de hecho vivo con él, él siempre ha sido la única persona en este mundo que nunca me ha abandonado ni pensaba hacerlo. Mi hermano y yo, no nos llevamos muchos años, pero nos llevamos los suficientes como para contárnoslo todo. Absolutamente todo. También tengo novio, se llama Lucas, el problema es que no sé qué hacer con él. Parecerá broma pero parte del viaje es por él, porque necesito alejarme de todo lo que tiene que ver con nosotros. Él es una persona demasiado sobre protectora y solemos quedar muy a menudo más que nada para que no se ponga violento, ya que es una faceta de él que no me gusta nada.

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Cuando cumplí los diecisiete años me fui de donde había sido mi casa toda mi vida, donde había compartido todos mis recuerdos y emociones hasta hoy, para lograr 'o más bien intentar' cumplir mi sueño: ser actriz.

Pusimos rumbo a un viaje de tres horas hasta una pequeña ciudad de Italia, en el cual mi hermano se ofreció a llevarme ya que yo no tenía coche y él tenía un espectacular Range Rover, de color negro y último modelo. Cabe decir que no es que mi familia tenga mucho dinero, solo que se podría decir que sabemos administrarlo. Por otra parte, mi padre no quiso acompañarnos porque aclaró que en este tipo de situaciones se ponía demasiado triste -sinceramente me hubiese gustado que él viniese a despedirse de mí, porque no sabía cuánto tiempo me iba a quedar allí-.

En el viaje en coche nos lo pasamos increíble, estuvimos todo el viaje cantando, bailando y riéndonos mientras sonaba la música de fondo.

Una vez llegamos a la residencia donde me quedaré este tiempo a vivir y a estudiar, me paralicé un par de segundos pensando si la decisión que había tomado sería la correcta o no, pero ya no había marcha atrás. Cuando bajamos del coche, mi hermano, se ofreció a ayudarme con las maletas ya que pesaban muchísimo y yo sola no podía con ellas. Juntos, llevamos las maletas hasta la puerta de la residencia y yo misma las acerqué hasta el mostrador, mientras que mi hermano iba a coger algo al coche que decía que se le había olvidado y mientras yo colocaba las maletas de tal manera que no molestasen a nadie, noté como alguien me daba un abrazo por la espalda y supe que era mi hermano solo por su olor. No me podía imaginar que no lo fuese a ver por mucho tiempo, era algo que me rompía el corazón.

- Quédate esto - me dijo él mientras notaba que ponía algo en mi cuello.
- ¿Qué es? - Pregunté mientras intentaba mirarlo.
- Es un colgante, llevas la mitad de un corazón y yo llevo la otra. Así nos acordaremos siempre el uno del otro. - dijo él a la vez que soltaba un pequeño sollozo y me mostraba su parte del colgante.

Dicho eso, me abalancé sobre él y le di un abrazo que casi lo deja sin respiración, pero no quería soltarlo, no me podía dejar sola.

De un momento a otro veía como él mismo se iba alejando hacia la puerta mientras se despedía con una sonrisa triste y caminaba hacia su coche, a la vez que a mí me caían gotas saladas que resbalaban por mi cara.

De repente se cortó toda la despedida porque escuché una voz que se dirigía a mí.

- Hola. ¿Perdona estás bien? - dijo un chico de aproximadamente veinticinco años, que llevaba unas gafas redondas de color rojo.
- E-em, sí creo que sí. ¿Sabes dónde podría encontrar al encargado de las habitaciones?
- Pues sí señorita, de echo soy yo. Dime en qué te puedo ayudar. - dijo con un tono encantador.
- Pues es que soy la nueva inquilina de una de las habitaciones y no estoy segura de cuál es, me llamo Lucía Morales.
- Sí perfecto, aquí te tengo, tu habitación es la 208, está en el segundo piso al fondo - y justo cuando hice un ademán para coger mis maletas y subirlas alguien se antepuso.
- Yo te ayudo - de repente, un chico de mi edad que llevaba parado un rato junto a mí, moreno, de pelo rizado, ojos azules y con una camiseta de color azul oscuro cogió gran parte de mis maletas y me esperó a que acabase de hacer todo el papeleo de la habitación, para acompañarme.

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Este chico me acompañó hasta la puerta de la que sería mi nueva habitación durante este tiempo y antes de irse me dio un corto apretón de manos, me dijo su nombre y se despidió de mí con una gran sonrisa en la cara.

Hugo, ese era el nombre de la primera persona que había conocido en este nuevo camino hacia lo que más deseaba y que había sido tan simpático conmigo sin apenas conocerme. Ese chico me pareció tan guapo, que yo sabía que ese nombre no se me iba a olvidar. Sabía que esa persona no iba a estar de paso en mi vida. Tenía ese presentimiento.

Todo se acaba, o no...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora