13. reviviendo viejas heridas

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Era por la mañana y hacía un día estupendo, desde mi ventana se podía ver un sol radiante que alumbraba toda la residencia y gente pasear en todas las direcciones, dirigiéndose a sus clases o a hacer sus cosas.

Cuando ya estaba más despierta me dispuse a hacerme un café, ya que anoche me lo pasé tan bien que caí rendida a la cama. Y aunque había dormido mucho tiempo parecía que había dormido muy poco.

Después de ir al cine Hugo me trajo de vuelta a la residencia y con un abrazo nos despedimos el uno del otro. Rato después cuando yo subí a mi habitación y me puse ropa cómoda, es decir una camiseta ancha encima de la ropa interior, me dejé caer directamente en la cama junto a mi móvil y de un momento a otro me sonó un mensaje. Me llegó un mensaje de Hugo deseándome buenas noches, y junto a ese mensaje había un emoticono de corazón rojo. A mí se me iluminó la cara cuando lo vi y yo le respondí lo mismo que él solo que añadiéndole su apodo.

Buenas noches Huguito❤️.

¿Qué cursi no Lucía?

Cállate

Por la mañana después de acabarme mi café me dirigí hacía mi pequeño armario, que cada vez era más pequeño ya que Elsa me quitaba el espacio porque decía que en el suyo no le cabía. Yo acababa aceptando, al fin y al cabo yo tampoco tenía mucha ropa y el armario estaba medio vacío.

Me puse lo primero que encontré para salir a correr un rato por el parque y cogí mi caja de los auriculares y los metí en el bolsillo del pantalón. Justo antes me volví a mirar en el espejo para ver si iba adecuadamente, llevaba un top de deporte color lila que me quedaba un poco pequeño pero me servía hasta que me comprase uno nuevo y un pantalón negro con algún que otro bolsillo. Salí por la puerta y me puse mis auriculares, no me gustaba que mientras salía a correr la gente me molestase, aunque no lo solían hacer ya que salía muy temprano, pero siempre había gente que me ponía de mal humor.

Cerré la puerta de la habitación sin hacer mucho ruido para no molestar a Elsa, que seguía durmiendo como de costumbre, y bajé las escaleras para llegar hasta la puerta principal y poder salir de allí.

Me conecté la música con los auriculares y comencé a correr al ritmo de la música, corrí tanto que se me pasaron las horas ahí. Rato después ya estaba demasiado cansada de llevar tanto tiempo haciendo ejercicio y me tuve que sentar en un banco que había junto a un callejón un poco abandonado, pero en ese momento en lo último que me fijé fue en eso, yo solo quería llegar a ese banco y descansar durante un buen rato.

No sé cuánto tiempo estuve sentada en ese banco, porque perdí la noción del tiempo en las canciones que iban sonando.

Cuando ya estaba más descansada decidí poner rumbo otra vez a la residencia, eso sí, ahora caminando, no quería volver a cansarme tanto. Me levanté de ese banco y me puse a caminar para llegar a la residencia. Después de llevar un rato caminando me dispuse a mandarle un mensaje a Hugo, no sabía si estaría despierto o no, pero había que intentarlo. Le pregunté si tenía planes para hoy o estaba disponible. Al rato de enviarle ese mensaje me vibró el móvil y al encenderlo vi que sí era él. Me decía que no tenía nada planeado pero que si me apetecía pasarme por su casa sobre las cinco y media de la tarde. Yo intenté recordar si tenía algo que hacer a esa hora, pero estaba libre ya que mis clases acababan a las tres, ese día. Le envié un mensaje diciéndole que sí, que me pasaría esa tarde por su casa y él respondió al mensaje con un emoticono de sonrisa.

Me moría de ganas pero a la vez de nervios, solo había estado en su casa una vez y cuando me levanté esa mañana no es que hubiese sido muy divertido.

Entre mensaje y mensaje no me di ni cuenta de que ya había llegado a mi residencia, hasta que de repente noté como alguien me cogía del brazo con demasiada fuerza a la vez que me tapaba la boca y me llevaba a un callejón sin salida.

- Te dije que no sería tan fácil deshacerte de mí guapita. - Dijo él con la mirada puesta en mí mientras me arrastraba del brazo hasta donde él quería.
- Déjame en paz gilipollas - grité y logré deshacerme de su agarre para apartarme un poco - te dije que no quería saber nada más de ti Lucas.

Era Lucas, mi ex estaba ahí y lo único que está persona hacía cada vez que aparecía en mi vida era traerme problemas.

- Y yo te dije que iba a volver a por ti, me parece que te lo deje muy claro y aquí estoy, pero no he venido solo a hablar contigo de esto, que te piensas.
- Y entonces a qué has venido, ¡¿A destrozar más mi vida metiéndome en problemas?!
- Sé que tienes a otra persona, dame tu móvil, quiero saber quién es el desafortunado de estar con una persona como tú.
- No te pienso dar mi móvil, y aquí el desafortunado eres tú qué tienes que venir hasta donde yo estoy para que te haga caso, idiota. - Espeté, pero en ese momento le cambió la cara y se acercó mucho más a mí.
- Mira guapita te voy a decir las cosas como son, tienes dos opciones, o me das tu maldito móvil y me dejas mirar quién es el tonto que te habla o lo hacemos por las malas. - Susurró junto a mi oído con un tono bastante desafiante.
- No te pienso decir quién es él, así que haz lo que quieras, y a mí no me llames guapita.

En ese mismo instante todo pasó muy rápido, pero recuerdo muy bien como diferentes puñetazos llegaron a mis costillas, a mis brazos y a mi mejilla, intenté cubrirme como pude pero no sirvió de nada y él seguía golpeándome sin parar ni un segundo. Me tenía tirada en el suelo llena de golpes hasta que de un momento a otro paró y se acercó a mí y me dijo:

- Te dije que acabaría mal, y has preferido ser una guarra ligándote a otro tío antes que estar conmigo, te merecías estos golpes por dejarme tirado.

No pude responder, no tenía ni fuerzas para moverme, todavía tenía menos para hablar. Y tres segundos después de que me dijese eso observé cómo él iba saliendo de ese callejón como si nada mientras se limpiaba sus manos en la chaqueta y seguía hacia delante.

No sé de donde saqué las fuerzas suficientes pero las conseguí, y al final pude moverme un poco para apoyarme en la pared y conseguir llegar a mi riñonera que estaba tirada en el suelo. Eso sí los auriculares no estaban por ningún lado, pero ahora mismo era lo último que me preocupaba, lo único que quería era a él. Al único que me podía ayudar en las situaciones donde estaba mal o tenía problemas, él era el único que lo solucionaba.

Abrí la riñonera y saqué mi móvil, en cuanto lo encendí busqué su contacto y le di a llamar, pero yo, entre que estaba apoyada en la pared y que estaba tan nerviosa que empecé a temblar, tuve que poner el altavoz y dejar el móvil en el suelo, junto a mí.

Al tercer tono de la llamada lo cogió y muy tranquilo me respondió.

- Heyy Lucía, ¿Qué tal estás? - dijo él con un tono de alegría en su voz.
- Necesito tu ayuda. - murmuré y no le di más detalles.
- ¿Lucía estás bien, dónde estás? - ahora sí que sonaba mucho más preocupado, no como al principio.
- Me han pegado.
- Voy para allí ya, mándame la ubicación, no te muevas de ahí.

Y con eso colgó él la llamada y yo como bien me había dicho, le pasé mi ubicación en tiempo real y en menos de diez minutos estaba bajándose de su coche a toda velocidad y corriendo hacia mí.

Todo se acaba, o no...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora