12. reencuentro

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Lo siento por el retraso de los capítulos.
Feliz día del lector a todos📚🤍

La semana siguiente transcurrió con normalidad, iba a clase, después solía tener ensayos de interpretación, a veces salía un rato con Elsa y sus amigos... Básicamente una semana bastante aburrida.

Menos Hugo, acuérdate que lleva mucho sin venir a verte...

Gracias, pero no hace falta que me lo recuerdes.

Aunque decía que sí, era mentira, no estaba bien, las interpretaciones no me salían bien, las clases se me hacían aburridas, sentía que los amigos de Elsa se reían de mí a veces y para colmo a Hugo no le llegaban los mensajes.
Desde el día que salió corriendo de nuestra 'cita' no había vuelto a saber nada más de él. ¿Puede salir peor? Yo creo que no.

El fin de semana sí que transcurrió con más normalidad, como cada sábado por la mañana me levanté un poco más perezosa que de costumbre y me arreglé para dirigirme hacia un pequeño café que se encontraba a unos diez minutos andando. No era mucho, así que todos los sábados iba a almorzar allí.

El sitio era alucinante y precioso, sus mesas y sillas eran de madera clara, las luces eran tenues y creaban un ambiente relajante y por último junto a una barra para pedir bebidas de madera al igual que las mesas y sillas, se encontraba una gran estantería llena de libros de todo tipo.

Fui con calma hacia el café, me puse un poco de música y fui caminando hasta allí, ya que hacía muy buen tiempo y al ser más pronto que otros días no habría mucha gente en la calle, pero me equivocaba, las calles estaban repletas de gente. Una vez llegué, al ser la hora del almuerzo el lugar estaba repleto de gente. Mientras me dirigía a la barra en busca de un lugar para sentarme, me topé con alguien que se me hacía conocido en las mesas del fondo. Era él, era Hugo, hacía una semana que no lo veía y ahí estaba, solo, sentado en su silla mientras miraba su móvil. Descarté la opción de dirigirme a la barra y me armé de valor para ir hacia él. No sabía cómo iba a reaccionar después de semanas sin saber nada uno del otro.

Mientras iba caminando con paso firme hacia él, pensaba en que ojalá no le molestase que me estuviese acercando a él así, y como si me hubiese leído la mente, levantó la cabeza en mi dirección y me vio.

No sabría deciros si la cara de sorpresa que puso es para bien o para mal, pero claro estaba que no esperaba verme allí, pero yo seguía acercándome hasta que estuve enfrente de él.

- Hola, ¿está ocupado? - le pregunté señalando la silla que tenía al lado suyo.
- No, por favor, siéntate - me dijo él.

Yo asentí y me senté a su lado y se hizo un gran silencio que nos abrumaba a los dos, hasta que por fin me atreví a decir algo.

- ¿Qué tal estás?
- Bueno, podría estar mejor. - Dijo encogiéndose de hombros.
- No lo dirás por mí, ¿Verdad que no? - dije intentando sonar divertida y conseguí hacerlo reír. Tenía una sonrisa tan perfecta que me podría quedar embobada cada vez que sonriese.
- Te puedo asegurar que eres la única persona que estando mal me puedes sacar una sonrisa sin que te tire una silla a la cabeza. Así que no, no es por ti. - expresó también divertido.

Me quedé en blanco, os prometo que no sabía que hacer en ese momento, si lanzarme hacia sus brazos y abrazarlo hasta que me cansase o simplemente mirarnos y sonreír. Claramente opté por la segunda opción. No soy tan impulsiva para hacer eso.

- Hace mucho que no nos vemos.
- Lucía hace solo una semana - se rió mientras lo decía.
- Una semana se me ha hecho demasiado, ¿Tú sabes lo que es una semana sin hacer nada y con exámenes? Es el mismísimo infierno.
- A mí se me ha hecho un infierno no verte a ti.

Vale tengo que decir que ahí sí que me lancé, no aguantaba más. Me puse de lado en mi silla y lo abracé como pude, el hizo lo mismo solo que se veía que llevaba más tiempo queriéndolo.

- ¿Que has estado haciendo esta semana? Desde que desapareciste de la cita no he sabido nada de ti. - solté a la vez, que le intentaba hacer sentir un poco culpable por lo que hizo.
- Lo siento, sé que debería haberme ido de otra forma, no lo hice bien.
- No te preocupes Huguito. - dije a la vez que esperaba que me diese más detalles de porqué se fue.
- Me fui por mi madre - en ese mismo instante sentí como se le formaba poco a poco un nudo en el estómago y pensé que no me daría más información, pero en cambio siguió hablando. - está muy enferma y tuve que irme porque la trasladaron al hospital de urgencias.
- Hugo, yo... Lo siento muchísimo, no tenía que haberte pedido que te fue... - y ahí el me cortó y no me dejó explicarme.
- Nono no te disculpes, no tienes motivos para hacerlo, yo fui el que me marché de allí sin decirte nada, yo soy el que tengo que pedir perdón por todo.
- Hugo no tienes que pedir perdón por nada, ya casi lo había olvidado.
- Lucía, voy a hacer como que he olvidado lo que me acabas de decir, porque sé que es mentira. - dijo riéndose a carcajadas.

Las horas se nos pasaron volando y de ser la hora del almuerzo, pasaron a ser las seis de la tarde. En cuanto nos dimos cuenta decidimos pagar lo que habíamos bebido y al salir del establecimiento él me propuso ir al cine a ver alguna película.

- ¿Oye te parece si vamos al cine? Hace mucho que no voy - parecía que me conocía perfectamente, porque era una oferta tan tentadora que no podía negarme a ella.
- Claro que sí, nunca podría negarme a tus planes y menos a mi favorito.
- ¿Te gusta ir al cine?
- Hugo estoy estudiando interpretación para ser actriz. - respondí riéndome a carcajadas.
- Es verdad, no había pensado en eso - dijo a la vez que también se reía conmigo.

Después de salir del café, fuimos caminando por una calle bastante animada hasta llegar al cine, con pequeños puestos de comida y varios músicos callejeros que tocaban melodías muy pegadizas.

Al llegar, el edificio del cine estaba iluminado con luces brillantes y un cartel gigante donde se mostraban los diferentes títulos de las películas que había para ver. Nos paramos a comprar nuestras estradas y una señora de aproximadamente sesenta y cinco años nos atendió y fue muy amable. Cuando entramos nos invadió por todos lados un delicioso olor a palomitas de maíz recién hechas.

Estuvimos un buen rato mirando los números de la sala de nuestras entradas pero no nos aclarabamos hasta que por fin lo encontramos, llegábamos bien de tiempo y por suerte no empezó la película. Nos sentamos en nuestros asientos, que estaban súper bien ubicados, uno al lado del otro y muy rápidamente al ir a coger palomitas nuestras manos se rozaron suavemente, los dos nos tensamos un poco pero nos distrajo el que las luces se apagaran, la pantalla se iluminase y comenzase la película a partir de ahí los dos nos destensamos y disfrutamos al máximo de la película.

No mientas, tú has disfrutado más el estar los dos solos y juntos.

¿Hacía falta decirlo? Porque yo creo que no.

Bueno, yo lo aclaro por si acaso.

Todo se acaba, o no...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora