Me desperté como pude junto a una chica que parecía ser una enfermera, mi mente todavía no podía recordar donde estaba y mis ojos no podían enfocar muy bien la sala.
- ¿Estás despierta? ¿Te sabes ubicar? - me dijo la chica mientras me ayudaba a sentarme en una silla.
- ¿Que me ha pasado? - pregunté yo, ignorando sus preguntas.
- Estate tranquila, solo te ha bajado un poco la tensión y te has desmayado. Es bastante común aunque no lo creas. Suele ser por nervios.
- Sí sí, creo que ha sido por eso, nunca he estado en una comisaría.
- No te preocupes, es muy normal que te pongas nerviosa. ¿Has venido por tu novio? - dijo la enfermera mientras señalaba a Hugo que estaba pegado al cristal de la habitación de al lado, observándonos muy atentamente.
- No es mi novio, pero sí, he venido por él. - respondí yo, deseando con todas mis fuerzas que fuese todo lo contrario.
- Ah, lo siento, la verdad es que lo parecéis. Todo el rato que has estado desmayada ha estado cogiéndote la mano y al lado tuya, como si la vida le fuese en ti. - soltó mientras se reía un poco.En ese mismo instante cuando terminó de decir esas palabras sentí una punzada en el corazón.
¿La punzada era buena?
Y tanto que lo era.
Me acababa de decir la chica que no se había apartado de mi lado. De verdad, no sé qué ha visto este chico en mí que no quiere dejarme ir.
Lucía, no ha visto nada en ti, te ha visto a ti.
Este chico me iba a volver loca, como nunca lo había estado.
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Momentos después de haber estado un rato sentada en la silla, bebiendo poco a poco agua para recuperarme, decidí volver a dirigirme a la sala donde se encontraba Hugo.
Qué a todo esto, no había apartado la mirada ni un segundo de mí.
Me levanté de la silla lentamente, asegurándome de que no me volvería a marear y abrí la puerta para ir a la sala de al lado, donde me esperaba Hugo. Los policías me habían dejado estar más rato con él por todo lo que había pasado. En cuanto entre Hugo corrió hacía mí y me abrazó como nunca lo había hecho. Pero no era un abrazo de cariño, sino un abrazo como de desesperación. Cómo si desde que nos reencontramos me lo hubiese querido dar. Fue un abrazo corto, pero yo sentí demasiadas emociones en tan poco tiempo, que fue inexplicable.
Me volví a sentar delante de él, ahora sí que sí preparada para que me contase todo por lo que estaba allí. Me lo podía esperar, pero quería todos y cada uno de los detalles para saber bien que es lo que había pasado.
Me senté y lo primero que hice era pedir por favor para ver si el policía que se encontraba en la misma sala que nosotros podía salir, simplemente para tener un poco más de privacidad y que me lo contase bien, sin la presión de nadie. Una vez el policía se fue yo le empecé a hacer preguntas a Hugo sobre todo lo que había ocurrido.
Dónde, cuándo, porqué, con quién, cómo fue, qué paso... lo típico.
Madre mía Lucía pareces una madre cuando su hijo queda con alguien para salir a la calle, le vas a hacer un interrogatorio.
Pues sí, un poco era eso lo que parecía, pero me daba absolutamente igual. Solo quería saber en el estado en que se encontraba Hugo.
Me estuvo respondiendo a todas las preguntas siendo muy sincero y como intuía se peleó con Lucas y le dejó las cosas bastante claras. Sabía que Hugo después de lo que pasó haría algo, pero no pensé que terminaría en comisaría. Rato después cuando ya acabé de hablar con él, me dirigí de nuevo hacia el mostrador para preguntar si alguien iba a denunciarlo, porque si era así Hugo se tendría que quedar en el calabozo unas cuantas noches hasta que se de la declaración final.
Por suerte lo dejaron salir ya que los daños que él había hecho se consideraban menores, comparados con los de mi ex, además que al ir yo a recogerlo a comisaría ganó ventaja para que lo sacarán lo antes posible.
Nos aclararon todo lo que pasaría de ahora en adelante porque no teníamos ni idea. Hugo estaría vigilado casi las 24/7 durante un periodo de tiempo.
La verdad es que es mucho mejor que, que esté en la cárcel.
Y tanto que lo era.
Un rato después salió Hugo de la sala acompañado de un joven policía y lo acercó hasta donde estaba yo. Para momentos después decirle que firmase unos papeles que había dejado al lado suyo para poder irnos de allí cuanto antes. Los dos tuvimos que firmar la hoja, tanto él para poder salir, como yo para autorizar que lo estaba sacando.
Antes de salir le pusieron una especie de pulsera negra con una pequeña luz en el centro, en su muñeca, esa pulsera lo que hacía era que, si Hugo se metía en alguna pelea o hiciese algo malo, se activaría la alarma y avisaría enseguida a la policía. Si esa alarma sonaba tres veces a Hugo se lo llevarían a la cárcel. Pero no podía dejar que eso pasase.
Así que una vez que ya acabamos de solucionar todo en comisaría salimos de allí como si hiciese días que no pisábamos la calle. Al salir nos recorrió un pequeño escalofrío por todo el cuerpo y cogió una bocanada de aire antes de que yo empezase a hablar.
- No pienso dejarte que te vayas solo a casa - dije yo con tono cortante. - además tenemos que aclarar un par de cosas.
- Lucía, estaré bien, no te preocupes - susurró él - además no hay que aclarar nada, me parece que ya ha quedado bastante claro todo.
- Hugo, no.
- ¿No qué?
- No te vas a ir solo a casa, si no vienes tú, tendré que ir yo contigo.
- ¿A mi casa?
- A tu casa sí, quiero vigilarte para asegurarme de que no haces nada más hoy. - dije yo de golpe.
- Ya claro, será para vigilarme...
- Hugo, basta. -dije muy seria.
- Está bien, vamos.Y con eso fuimos caminando hacia su casa, ya que tonta de mí, le había dicho a Elsa que se fuese a la habitación y que no se preocupe por mí.
Pues ahora mismo la necesitaba.
Fuimos con calma, mientras intentábamos disfrutar de la preciosa noche que había. En el oscuro cielo se podía observar muy bien todo tipo de estrellas y constelaciones que iluminaban la noche. De todos los colores y tamaños. Unas brillaban más y otras menos. Y junto a ellas una gran y preciosa luna llena. El círculo era tan perfecto y estaba tan cerca nuestro que parecía que de un momento a otro la podías llegar a coger.
Esa noche la calle estaba llena de estrellas y no podía parar de mirarlas, eran preciosas, me hicieron recordar un poco a mi pasado con mi abuela. Mi abuela es de las personas más importantes que tengo en mi vida y cuando era más pequeña, siempre me explicaba muchas cosas. Desde que era pequeña me han gustado las estrellas y el cielo, y ella siempre que había luna llena me llevaba a verlo, ya que me decía que era cuando más estrellas salían.
Entre ellas, me explico que cuando una persona mira al cielo y ve una estrella que brilla más que las otras y que la notas mucho más cerca, significa que hay alguien especial en tu vida que te está diciendo que no te preocupes por nada de lo que te esté pasando ahora mismo, que todo pasa por algo, y ese algo nos enseña más cosas. Te está intentando mandar un mensaje. Hay que vivir para aprender. Esta reflexión se me quedó grabada en la mente por alguna razón y siempre me acordaba de ella cuando me ponía a mirar las estrellas.
Y yo me fijé en una, esa estrella brillaba mucho y estaba en mi lado izquierdo, solo brillaba si la miraba muy detenidamente y algo en mi dijo que era ella esta vez, la que me estaba intentando decir algo.
Era mi abuela.
La persona que tanto me ha enseñado me estaba guiando.
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Capítulo dedicado a todos y a todas los yayis del mundo. Sois los mejores, gracias por enseñarnos algo nuevo cada día. <3
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Todo se acaba, o no...
RomantikUna chica llamada Lucía pone rumbo a un viaje que le hará o no cumplir su sueño, del que ella lleva intentando conseguir, toda su vida. Es una persona sensible, que le gusta leer y escuchar un tipo de música en concreto. En cambio Hugo es totalmente...