10. el mensaje

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A la mañana siguiente mi plan era básicamente quedarme todo el día en la cama, pero desgraciadamente no fue así.

Cuando me puse en pie fui directa al comedor de la residencia porque estaba muerta de hambre, cogí un poco de todo lo que había que se me antojaba y en cuanto me senté, alguien se dejó caer justo a mi lado a la vez. Como no, esa felicidad de por las mañanas solo podía ser de una persona.

- Pero buenoo, ¿Cómo está mi chica favorita? - Dijo Elsa con una sonrisa en la cara de buena mañana, no podía entender cómo se levantaba tan feliz y radiante, yo a esas horas no era la persona más indicada con la que poder comunicarse.

- Pues bastante bien la verdad - no sé porque mi yo interior estaba tan feliz, bueno en verdad claro que lo sabía, la noche anterior con Hugo había sido perfecta y ese era mi principal motivo por el que se me escapaba alguna que otra sonrisilla, pero no podía dejar que la gente de mi alrededor preguntase, sobretodo porque mucha gente de la residencia eran amigos de él.

- Uy Lucía hay algo que no me estas contando. Te conozco.
- No es cierto, no te oculto nada - dije intentando que no se notase mi nerviosismo porque si no ya empezaría a hacerme preguntas y parecería un interrogatorio en el que yo estaría incomodísima.
- Ya lo creo que sí, suéltalo ya, me tienes impaciente. - dijo a la vez que me sonreía, me conocía demasiado y eso podía ser bueno o malo en algunos sentidos.

Me armé de fuerzas y me puse a explicárselo sin detalles, o explicarle lo menos posible.

Era mi mejor amiga y la quería muchísimo pero había veces que no podía contarle todo, porque si no le tendría que decir adiós a mi privacidad. Asique preferí guardarme algunas cosas más íntimas para mí, como el beso de despedida en su coche. No pensaba contárselo, sabía que estaría todo el día haciendo bromitas de ese tipo y seguramente me lo estaría recordando cada dos segundos asique no le expliqué mucho. Simplemente me limite a explicarle por encima que me llevó de sorpresa al mirador y que cenamos allí, poco más.

Cuando acabé de desayunar subí corriendo a la habitación y me encerré en mi cuarto en cuanto entré, seguida de mí, subía Elsa con un par de amigos suyos a los que no conocía, aunque no me extrañaba, ella podía hacer amigos en un abrir y cerrar de ojos.

Esa misma tarde no tenía otro plan mejor que estar acabando diferentes proyectos de la universidad.

Que planazo.

Ese había sido mi tarde hasta que me llego un mensaje y la pantalla de mi móvil se iluminó por completo.
El mensaje era de Hugo, y me planteó qué si quería ir esta tarde con él a tomar algo a un bar que estaba cerca de la residencia, qué si quería, me venía a recoger.

Este plan es mucho mejor que hacer proyectos, Lucía.

Mi mente tardó unos segundos en recibir toda esa información de golpe. Al cabo de unos segundos respondí a su mensaje y acepté. En ese instante él lo leyó y casi pude ver la sonrisa que teníamos los dos a la vez.

Tiré el móvil descuidadamente a la cama y fui directa a ver que me pondría. Tenía que ser algo con lo que ir cómoda pero guapa. No sé si me entendéis. Al fin y al cabo solo iríamos a tomar algo

Si te entienden sí.

Una vez escogida la ropa la dejé sobre la cama bien estirada y me fui a dar una ducha mucho más rápida que otros días.
Al salir me empecé a vestir, me iba a poner una blusa blanca sin mangas y un pantalón quizás muy corto para la situación pero era comodísimo y precioso. El pelo me lo dejé suelto para que se secase al aire y me puse unos aros dorados y el collar del medio corazón que me dio mi hermano.
Hacía mucho que no hablaba con mi hermano sobre todo cuando empecé con los exámenes y estaba más liada, que casi no tenía tiempo para nada, solo para meterme en la habitación a estudiar y de vez en cuando responder algún que otro mensaje.

En cuanto me vestí me maquillé tan rápido como pude y me eché por lo hemos tres litros de colonia.

Anda que no eres exagerada ni nada Lucía.

En cuanto escuché el claxon de un coche me asomé a la ventada de la habitación y lo vi a él aparcando mientras me saludaba con una mano. Yo le devolví el saludo y bajé lo más rápido que pude por las escaleras intentando no resbalarme y seguidamente caerme, y me planté justo en la puerta mientras él se iba acercando cada vez más hacía mí.

- Hola Simba, ¿Qué tal?
- Ya veo que hoy no te da vergüenza llamarme así - dije esbozando una media sonrisa.
- Hombre te puedo llamar de diferentes maneras, pero Simba es la que más me gusta.
- ¿Como cuáles? - pregunté curiosa.
- Cariño, mi amor, pequeña... - dijo riéndose a carcajadas mientras observaba atentamente mi expresión.
- Déjalo, déjalo, simba está bien - esbocé cortando su gran inspiración de apodos.
- Ya lo sabía yo que ese te gustaba - confesó él.
- En ningún momento he dicho que me gustase tu apodo Huguito.
- Yo sé que mi apodo te acabará gustando Simba, no me retes.
- No creo que lo consigas - afirmé.
- Te he dicho que no me retases.

Y con una sonrisa de desafío de mi parte nos subimos a su coche y condujo hasta el bar donde habíamos quedado para tomar algo.

El apodo ya me encantaba sin necesidad de tener que desafiarlo a nada, pero la curiosidad me podía, me apetecía ver como se lo curraba para hacer que me gustase su apodo.

Todo se acaba, o no...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora