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La música retumbaba mis oídos, eso estaba provocando una migraña terrible, no debí haber aceptado venir a este lugar debería de estar viendo alguna serie o película tapado en mi cama.

En mis piernas estaba sentado un omega qué me presentó mi amigo Wilbur y tenía un buen cuerpo, me olvidé de su nombre pero él insistió en estar conmigo. El chico no paró de hablar, no entendía ni la mitad de lo que decía solo hablaba y hablaba, me estaba irritando su actitud por más que trate me fue indiferente lo que decía.

Habíamos venido a festejar ya qué hoy presenté el nuevo producto a un nuevo inversor de una empresa importante, llevábamos semanas en negociaciones con él y le gustó tanto mi explicación qué decidió invertir inmediatamente. Era el negocio más importante en mi carrera hasta el día de hoy hasta que mi padre habló por llamada para felicitarme del éxito pero no me sentía feliz, era un día cualquiera para mi.

Solo quería ir a mi casa pero Wilbur me detuvo negándose a que yo me fuera a mi casa para traerme a rastras a este lugar. Comencé a bostezar porque tenía sueño, desde hace días no podía dormir ni una hora completa así que comencé a tomar algunas píldoras para el sueño fue la única solución qué encontré.

Solo vine a este lugar a ahogar mis penas, comencé a pedir algunas bebidas, hasta tratar de sentirme bien pero fue lo contrario me sentía miserable.

Eso era provocado por mi último encuentro con Mariana, después de eso trate de hablar con él para disculparme y ahora hacer las cosas bien pero nunca lo encontraba en su cafetería.

Mire al lugar donde se supone que estaba mi amigo pero se esfumó, lo más seguro es que encontró a algún chico.

— Lo siento pero iré a tomar algo de aire, ahora vuelvo. — Hice a un lado al omega y camine a la salida del lugar como podía, quería respirar me excedí en tomar alcohol estaba un poco mareado.

El omega qué conocí en el bar podía llevarlo a mi casa pero la verdad es que no podía dejar de lado la imagen de Mariana, estaba impregnada en mi.

Debí de decir que era lo que me pasaba, tal vez podría haberme ayudado pero decidí actuar como un patán.

Mire la hora en mi celular y recordé que a esta hora seguía la cafetería abierta todavía no era tan noche. Sabía que estaba tirando mi orgullo a la basura pero tenía la esperanza de poder encontrarme con Mariana.

Pedí un Uber para que me llevara a la cafetería dejando el coche en el garaje del bar, ahora me arrepentía un poco de beber. Le pedí al chófer que colocará algo de música, para despejar la mente y comencé a cantar.

Después de unas canciones y comenzar a contarle mis penas al chófer por fin estaba frente a la cafetería las luces estaban prendidas, sin pensarlo más salió del coche dando las gracias por el viaje y entré a la cafetería dando aviso a mi llegada con la campanita qué tenía la puerta.

No había nadie en el lugar, era un viernes en la noche y muchas personas estaban de fiesta o descansando. Tampoco había algún empleado en el lugar, tal vez estarían preparando todo para cerrar, ya solo faltaban diez minutos.

— Lo siento mucho pero ya es tarde...— Mariana dejó de hablar cuando me miró.

— Buenas noches, quería un café. — No sabía muy bien que decir, el alcohol me estaba afectando un poco porque arrastre las palabras.

— Si no te diste cuenta estoy apunto de cerrar y tu no tienes permitido entrar aquí. — Habló con rudeza, él estaba detrás de la barra.

— No quiero causarte ningún problema... — No sabía cómo empezar a decir todo, quería soltar todo lo que tenía dentro.

— Ya lo estás causando, hasta aquí puedo notar que estas ebrio si no te vas ahora mismo llamaré a la policía. — Saco su celular.

— Escuchame una vez y ya, no te pido más después si quieres me iré y no te volveré a molestar — Estaba tan desesperado por toda la situación que estuve viviendo este tiempo, el alcohol qué recorría mis venas.

— Habla, te doy cinco minutos y yo me quedaré aquí, no quiero estar cerca de ti mientras estás borracho. —

— Se que parece un loco pero desde hace meses cuando tu y yo tuvimos ese encuentro después de estar en el bar no puedo sacarte de mi cabeza, estás en todo momento haga lo que haga. No he tenido una buena noche desde ese día donde nos acostamos. — Me miraba incrédulo a lo que decía. — Se que suena raro pero por eso vine a esta cafetería a tratar de buscar una respuesta lógica. En mis sueños siempre gritas mi nombre como si me necesitaras y esto ha llegado a tal extremo qué no puedo estar con nadie más. —

Mariana no fijó nada, yo me sentía aliviada de sacar todo de mi interior, espero alguna respuesta de Mariana.

— Si ya terminaste puedes irte. — Habló con firmeza dejándome claro que le daba igual lo que me pasara.

— Como puede darte igual mis palabras cuando estoy a punto de volverme loco, estoy tan jodido qué todos los días tomo píldoras para el insomnio. — Sin darme cuenta había caminado acercándome a la barra.

— No es mi problema ya te escuche ahora vete y no quiero que vuelvas. Deberías de ir con algún doctor para que pueda darte algún consejo... —

Brinque la barra para estar cara a cara con Mariana, asustado el omega se hizo para atrás pegando su cuerpo con la pared yo lo acorrale poniendo mis brazos a su lado. Sabía que para el omega en este momentos me veía de forma amenazante porque comenzó a temblar. — He sido muy paciente contigo, a pesar de tu actitud pero solo quiero averiguar por qué provocas tantas cosas en mi. Yo no lo entiendo solo fue una noche y estoy seguro de que tu también has pensado en mí más de una vez. — Mis feromonas comenzaron a salir, ya no me importaba nada en este momento además que no podía pensar claro.

— Aléjate de mí, no sé de lo que hablas, ya te lo dije la última vez que tengo pareja. — Una de mis manos fue a su cintura comenzando a pasar mi mano, apreté mi puño al escuchar esa afirmación.

— Deja de mentir con eso, está claro qué no tienes a nadie. Y tengo casi por seguro que después de la última vez que nos vimos deseaste qué te hiciera mío. — Mi voz fue subiendo de tono al oír qué estaba frustrado y enojado, el omega comenzó a encogerse en su lugar.

— No me lastimes por favor. — Dijo con voz quebrada.

— Solo quiero probar algo... — Acerque mis labios a los suyos para comenzar a besarlo, pero él metió su mano entre nuestros labios.

— ¡¡Estoy embarazado!! — Toda la sangre y el alcohol se fueron de mi cuerpo, me alejé de él.

— Lo siento... — No sabía que decir, las palabras se me fueron, como podía ser tan irresponsable.

Mariana tomó un respiro fuerte tratando de calmarse y ahora mismo la culpa me estaba matando, no entendía por que mi mente seguía pidiéndome estar con Mariana si él ya tenía a su alfa.

— Se que puede estar provocando todo eso... — Hablo despacio y de forma clara tratando de darse a entender. — Después de esa noche que nos acostamos comencé a sentirme raro creí que había pasado algo con mis feromonas pero los síntomas comenzaron a empeorar y comencé a vomitar con solo oler algo de comida. No creí que fuera posible por que ocupamos condón de eso estaba seguro pero un amigo hizo una cita a mi doctor para tratar de detectar qué era lo que tenía. — Mariana llevó sus manos a su abdomen. — Me hice unas pruebas hace un tiempo y dio positivo. — Ahora mismo yo no entendía nada, estaba más confundido. — Tu eres el padre del hijo que espero. —

Instant FamilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora