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Abrió los ojos poco a poco, la luz natural que entraba al cuarto me lastimaba. Por eso no tomaba demasiado cuando salía de fiesta, no me gustaba tener resaca, busqué mi celular en el mueble pequeño de al lado pero no encontré mi celular y mucho menos el mueble que siempre tenía de ese lado.

Y fue cuando note que tampoco era mi cama en la que pase la noche, ni las cobijas y tampoco era en alguno de los hoteles qué acostumbraba a quedarme después de una fiesta, me levanté de inmediato. Lo que provocó qué cayera al suelo, no sabía dónde estaba ni cómo había llegado a este lugar.

La habitación era pequeña, las paredes estaban pintadas de color hueso lo que provocaba qué tuviera mucha iluminación, tenía una pequeña ventana con cortinas de color blancas, el lugar no te na mucha decoración tenía algunos porta retratos pero no podía verlos por que me faltaban mis lentes.

Coloque la mano en la cama para apoyarme a la hora de levantarme del suelo, escuche una puerta qué se abrió. — ¿Qué fue lo que pasó? — Era Mariana tenía puesto una pijama y todos los recuerdos de la noche de ayer vinieron a mi mente.

— ¡Mierda! — Lleve mis manos a la cara avergonzado por todo.

— Buenos días. — Escuche su salud pero no quería mirarlo, lo peor de todo es que no me acuerdo como llegue a este lugar que suponía es su casa por que podía sentir sus feromonas.

— ¿Cómo llegué a este lugar? — Hable sin dejar de tapar mi cara.

— Te desmayaste ayer, tuve que pedir ayuda para traerte hasta mi casa. —

— Me disculpo por todo lo ocurrido ayer. — Era lo único que podía decir en ese momento.

— Tranquilo fue un poco divertido... — Su risa se escapó, no lo había escuchado reírse desde que hablamos. — Si quieres puedes tomar ropa, te quedará un poco grande y puedes ocupar la regadera. —

— Gracias. — Después de eso escuche como cerró la puerta, no podía dejar de darle una mala imagen de mi cada vez que nos veíamos.

Deje de pensar en eso por que lo mejor sería apurarme, tome una sudadera y un pans a juego, entre rápido a la regadera.

Salí rápido, recordé que tenía juntas él día de hoy, además que mis padres llegarian hoy para quedarse a la fiesta de lanzamiento del nuevo producto.

Terminé de secar mi cabello y salí encontrándome con un pasillo qué llevaba a la sala, todo el lugar estaba pintado de colores claros. Mire buscando con la mirada a Mariana quería despedirme y agradecerle nuevamente por todo.

— Ya está el desayuno listo. — Escuche su voz en mi espalda y me gire encontrándome con Mariana que tenía el cabello mojado al igual qué yo llevaba ropa holgada haciéndolo ver tierno. Sabía que tenía que irme pero quería extender un poco más mi tiempo junto a él

Ni dije nada y lo seguí hasta llegar al comedor donde me esperaba un lamento con huevo junto a un pan tostado.

Los dos nos sentamos, ninguno de los dos hablaba, solo se escuchaba el golpe de los utensilios contra el plato. Mi mirada pasaba de mi plato a el rostro de Mariana no podía dejar de mirarlo quería tocarlo. Ya estaba a punto de terminar pero estaba comiendo lo más despacio posible quería decirle tantas cosas pero no salían de mi boca, yo no era una persona introvertida tenía mucha facilidad para hablar pero con Mariana todo era diferente.

— Quería hablar de algo antes de que te vayas... — Lo mire prestando toda la atención a lo que diría. — Es sobre la confesión qué hice ayer... tal vez no te acuerdes porque estabas muy ebrio. — Sus manos estaban sobre la mesa y podía notar como jugaba con sus dedos, notaba que estaba nervioso.

— Se de que hablas, recuerdo todo lo que pasó excepto como llegue hasta tu casa... — No me dejo seguir hablando porque continuo.

— Yo te hable de eso por que tenía miedo a que me lastimaras por que estabas poniéndote agresivo pero la verdad es que no necesito que te hagas cargo del bebé. Tengo un trabajo estable como te has dado cuenta, gano lo suficiente para darle una buena vida y no quiero que creas que algo le faltara. — Me quedé en silencio, quería pensar lo que diría antes de que no hubiera vuelta atrás. — Lo más seguro es que tu tengas una vida aparte y no quiero interferir, yo tenía decidido ya criar este hijo solo... —

Mi mano tomó la suya tratando de detener lo que decía. — Yo no sabía sobre esto pero ahora que soy consciente de que tú esperas a mi hijo no solo me puedo hacer a un lado y lo olvidaré como si no lo hubiera escuchado. Quiero que cuentes conmigo, me gustaría ir contigo a las citas con el médico y lo mejor sería que te mudaras conmigo. Podríamos comenzar una vida juntos, casarnos y yo darte mi marca... — Mariana alejó su mano de la mía.

— Por que todos los alfas son tan estúpidos, no quiero tu tonta marca. Nos acostamos una vez y no hemos tenido una buena conversación desde que nos vemos, crees que voy a querer que me marqués de un día para otro. No necesito de ti para cuidar a mi hijo, todo es mi culpa por decirte la verdad es mejor que te vayas y te olvides de todo. — Agarró el plato qué tenía frente a él y se levantó de la mesa pero lo detuve.

— No podré estar tranquilo sabiendo que tengo un hijo que no puedo ver. Yo siento lo que dije, solo que todo es muy repentino creí que lo mejor sería que estemos juntos pero tienes razón en lo que dices. Solo dame la oportunidad para conocer a mi hijo, no me hagas a un lado. Esto es nuevo para mi y debe de ser lo para ti... — No sabía qué más decir, me quedé. Sin palabras.

No me dijo nada solo tomo mi plato y se fue a lo que parecía ser la cocina, después de unos minutos él salió.

— Tengo que llegar a abrir la cafetería, es hora de irnos ten estas son tus cosas. — Extendió una bolsa, la abrí, en el interior estaba mi ropa junto a mis lentes y celular. Me puse mis lente y lo seguí hasta la puerta. — Lo mejor será qué pidas un Uber. —

Ayer dejé mi coche estacionado en el bar al qué fui, ahora tendría que ir por el coche y se me haría más tarde para ir al trabajo. Después de esto no me apetecía tomar nada de alcohol, salimos del departamento y lo seguí desde atrás hasta llegar a la salida. Saqué mi celular para pedir un uber e ir a por mi coche.

— El viernes tengo cita con el médico te espero en la cafetería a las 3 no llegues tarde, no te esperaré si llegas tarde. — Fue lo único qué dijo antes de comenzar a caminar, no me dio tiempo a despedirme. Coloque en mi celular anotando lo que dijo para hacer espacio ese día.

Ahora tenía que tratar de acercarme más a él, también tenía que pensar en cómo le diría a mis padres esta noticia que no sabía cómo la tomarían y estar concentrado en la empresa.

Instant FamilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora