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❪ 🌗 ❫
NETEYAM TUVO QUE OBLIGARSE a no seguir cometiendo la estupidez de pensar en Cyra. No podía darse el lujo de continuar dándole vueltas al asunto ni rememorar la noche que pasaron juntos. Al menos no después de haber zanjado el tema y haberle dicho que se arrepentía de todo lo que sucedió en su habitación. Haberse disculpado con ella fue lo correcto, lo sabía, pero no significaba que no hubiera preferido que las cosas fueran diferentes.
Quiso, por un instante, que ella viera la desesperación en sus ojos y que volvieran a mandar al diablo todo. Quiso acercarse y tocarla. Aun la necesitaba, incluso si lo negaba y gruñía del enfado hacia sí mismo por permitirse sentir un deseo enfermizo como aquel.
Necesitarla. Qué tontería más grande.
No se trataba de un requerimiento sentimental, por favor, ni siquiera la toleraba. Era un deseo puramente carnal. Estaba enganchado a su cuerpo humano únicamente.
Sin embargo, el hecho de considerarla una alternativa era alarmante. Ya había metido la pata hasta el fondo como para sumar una equivocación más a su lista.
Se encargaría de no volver a ser tentado por sus fantasías. Tal como se lo prometió a Cyra.
ーEstás perdiendo la postura. Endereza la espalda.
ー¿Así es suficiente? ーpreguntó ella.
Hizo todo lo posible para tener éxito en su tarea del día. No quería lucir incompetente ante Neteyam.
¿Que si había una razón para eso? Por supuesto que no. Cyra no necesitaba razones para querer demostrarle que la subestimaba, puesto que eran tan obvias que se sorprendía de que el muy cínico siguiera ignorándola a ella y a sus pequeños logros durante las lecciones.
Estaba exhausta de sus constantes reproches sobre lo poco hábil que era y lo muy rezongona que se comportaba. Estaba harta de él.
ーSólo un poco más ーcorrigióー. No aflojes tanto los hombros, se requiere firmeza para lanzar la flecha.
Aunque Neteyam movió las manos para colocar una por encima de su trasero y la otra cerca de su hombro, nunca llegó a tocarla. Sólo se detuvo de inmediato. Y cuando la morena lo consiguió, simplemente asintió.
Parecían no tener problema alguno con su reciente discusión. Tampoco parecían molestarse por haberse conocido los cuerpos. En realidad, parecían nunca haberse conocido en absoluto.
Pasó una condenada semana antes de que pudieran regresar a sus entrenamientos normales. Fue un tiempo infernal en el que Cyra trató de calmar su cólera y se convenció de contener sus reproches, mientras que Neteyam se abstuvo de sonsacarla para provocar otro encuentro caliente.
