Cap III.III

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La levanta encajándola en su cintura y se dirige hacia una camilla que se encontraba en la oficina, la tumba en ella y le abre las piernas, percatándose de su gran lubricación, ella se retira su blusa dejando al desnudo sus senos y él le retira el short, toma con una de sus manos las braguitas blanca de Raiza y lo jala así arriba para que se le entierre en su vagina y se marque a un mas sus voluminoso labios.

Ella pone carita de dolor y a la vez placer, Edgar le retira sus bragas. Ahí la tiene, a su presa, a su obsesión, lo que tanto había deseado, lo tiene ahí de piernas abiertas en esa oficina como tanto había soñado, mientras la admira sonríe y lentamente acerca su lengua al clítoris de la doctora, con sus dedo separa los labios de la vagina y comienza a tocar ligeramente con la punta de su lengua el clítoris.

-Ufff que bien se siente, si ahí, mmmmmm.

Está toda encharcada y Edgar comienza a hacerle sexo oral perfectamente succionando su clítoris y sumergiéndolo en su boca para juega con él, su lengua es muy hábil, la hace recorrer hasta el rincón más escondido e intrincado de la vagina de Raiza, la mete a dentro de su orificio vaginal externo chupando todos los jugos que en ella se encuentran. La doctora se retuerce encima de la camilla mientras con sus manos toca sus propios senos, Edgar está superando sus expectativas, siente como su cuerpo tiembla y su vagina hace ligeras contracciones y palpitaciones.

El demonio de Edgar no se conforma con solo esto y le ordena a Edgar que dirija la lengua hacia el ano, se separa un poco y escupe el ano de la doctora y con su lengua comienza a hacer cosquillas, ella sujeta sus pies para abrirlos aún más y su cara es la representación de la máxima excitación.

Edgar introduce la punta de su lengua en el ano y mientras ejerce presión hacia dentro con ella, dirige sus dedos hacia el clítoris para frotarlos. Ella entre dientes le pide que la penetre.

-Ya estoy lista, penétrame ya, hazme tu sumisa para siempre.

Edgar se separa de ella y camina así detrás, dejándola temblando sola encima de la camilla. Se quita su ropa y se sienta en su silla con su pene bien excitado, lo toma con su mano.

-La quieres

-Si

-Ven y tómala, siéntate encima de ella-.

La doctora se baja de la camilla con sus muslos temblorosos y se dirige hacia él, caminando con sus pies descalzo, se le pone encima sujetándose del espaldar de la silla y baja lentamente mientras le dice.

-Hoy tu doctora te va a enloquecer, voy a hacer que te corras dentro de mí.

Introduce el glande en ella, lo hace suavemente, lo está disfrutando, se lo saca y lo frota por su vagina. Edgar la agarra por la cintura empujándola hacia abajo y metiendo su pene hasta lo más profundo de la vagina.

-ayyyy, que rico-. Inclinando su cabeza hacia detrás, estaba fuera de sí, Edgar toma sus nalgas y las empieza a apretar, ella se mueve lentamente apretando el ritmo cada segundo, empieza a hacer círculos con si cintura mientras tiene el pene dentro de ella.

-Qué bien se siente tu vagina está muy apretada-. Ella acelera su ritmo haciendo que el miembro de Edgar entre y salga velozmente de su vagina.

Al escuchar sus gemidos se endiabla y se pone de pie con ella enganchada en la cintura y su pene aun adentro de ese coño caliente, con su mano limpia el buró de la doctora tirándolo todo al piso, la sienta en él y la suelta.

-Bájate.

Y automáticamente se acuesta encima del Buró. -Pon tu vagina en mi rostro, te la voy a devorar-.

Al tener su coño en el rostro de Edgar, lo agarra por el pelo, tiene la lengua dentro de su vagina, se mueve para sentir más cosquilla, se tensa, muerde sus labios y suspira mientras observa como Edgar la devora.

Se mueve con cortos pero coordinados movimientos de cadera sobre el rostro de él, haciendo que hasta la nariz de Edgar rose su clítoris, comienza a sudar y entre gemidos y gemidos se lanza hacia atrás completamente mientras Edgar no se detiene.

-Me voy a correr en tu rostro-. Dos segundos después Edgar se encuentra succionando preciados fluidos vaginales, mientras ella experimenta un fuerte cosquilleo durante 20 segundos eternos.

Se incorpora y se quita de encima de él, Edgar se baja del buró y la acuesta a ella. La jala hacia él, pasando uno de los pies de la doctora por encima de su hombro izquierdo y el otro a la altura de su cintura, la aguanta con sus dos manos por el muslo de la pierna que tiene encima de su hombro.

-Hoy voy a hacer que seas mía para siempre-. Y con una de sus manos le da en el seno derecho dejando la marca de sus dedos en él y comienza a penetrarla fuerte haciendo que ella muerda sus labios.

-Házmelo más fuerte Edgar, por favor más duro.

Edgar aumenta su ritmo, su cuerpo está sudado haciendo resaltar sus músculos y siente como su pene toca el cuello del útero haciéndolo sentir una sensación muy placentera. Ella ya está a punto de correrse nuevamente.

-Más duro me quiero chorrear encima de tiiiiiii.

Termina esta frase con un abundante squirt. A él esto lo motiva a un más y retira su pene haciendo que su esperma caiga encima de todo su cuerpo, en los senos en el rostro. Sentía como si su alma se saliera del cuerpo, estaba exhausto.

Ella después de haber comido del esperma que había en su busto, se incorporó y se sentó en el buró con el dentro de sus piernas, lo rodea con sus manos por el cuello.

-Eres un niño muy malo, superaste todas mis expectativas.

La besa, recoge su ropa y le dice. -Solo estaba probando tu potencial y dándote un poco de lo mucho que te puedo ofrecer para que te motives, nuestro próximo encuentro será más fuerte. Estarás lista para eso.

Ella se despide mientras se muerde al escuchar esto. Él se retira victorioso a su hogar y espera a que ella lo busque, el no insistirá en ello.

Al transcurso de tres días, la doctora al terminar su horario laboral, se encuentra sentada en su silla de trabajo con sus pies cruzados mordiendo con sus dientes la uña del dedo anular y su mirada fija en un punto el cual no está observando, atrapada por la existencia simultánea, está ahí en su consulta pero su mente está admirando como.

Edgar la besaba, en como la hacía correrse, para ella era inevitable dejar de pensar y reproducir esas imágenes una y otra vez mientras sólo con su imaginación comienza a sentirse caliente, tiene ganas de que Edgar recorra todo su cuerpo nuevamente, sólo con pensar en él, se siente excitada y no resiste a la idea de no tenerlo ahí, envistiéndola bien duro contra la pared por lo que toma su teléfono y sin pensarlo más de una vez lo llama.

Edgar al ver la llamada no muy sorprendido le cuelga para hacerla sentir en discordia como si la estuviese evitando.

Él se acicala, se pone un pantalón de estríper de pegatinas por los lados fácil de retirar a la hora de comenzar el acto sexual y un abrigo de zipper sin nada por debajo, toma su maleta negra la cual da una idea desconcertante de curiosidad, se mira por última vez en el espejo de su cuarto y le regala un sonrisa a su demonio. No demora mucho en llegar, su hogar quedaba cerca de la consulta.

Al estar frente a la puerta extiende su mano y da un solo toque y se percata de que la puerta está abierta, por lo que entra sin esperar a que le atiendan encontrándose en el interior a la doctora la cual estaba aún sentada en su silla de trabajo pero esta vez con sus piernas abierta, su bata de doctora y por debajo solamente sus bragas de un color rojizo, tenía su cabeza inclinada hacia detrás con sus ojitos cerrados mordiendo suavemente su labios inferior, mientras con una de sus manos tocaba sus senos jugando con el pezón y con la otra sostenía el lapicero con el que estaba frotando su vagina por encima de sus bragas, las que estaban manchadas por su lubricación. Aún no se había percatado de que Edgar se encontraba en el interior de la consulta observándola en silencio cuando de repente su boca susurra.

Tú Demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora