Cap IV.II

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Esa noche Rosmery fue a su cama inquieta, descargando en su almohada toda esa información y deseo que recibió en un periodo corto de tiempo, quedando dormida mirando al techo, imaginando como Edgar la besaba. Después de 16 horas sin saber uno del otro, el móvil de Rosmery suena, era él, al ella asomarse al balcón ahí estaba, riendo, muy elegante y ansioso por ver a la persona que le encendía el infierno.

Ella rápidamente bajó las escaleras y le dio una agradable bienvenida con un fuerte abrazo, a Edgar esto no le atraía mucho pero haría todo sin remordimiento alguno para cautivar un alma más. Se dirigieron al mismo sitio de la noche anterior y ya en el lugar tomaron asiento en un banco situado en la soledad y oscuridad del parque, ahí tenían más intimidad. Mantienen una charla agradable pero con indirectas y provocaciones.

-Te noto tensa, frustrada, ¿te sucede algo?

-jjj no, simplemente siento deseos de matarte por haberme dejado así ayer.

-Todo lleva su tiempo, espero que no te hayas masturbado para hoy poder hacerte sentir que tu vagina estalla en un gran orgasmo.

Rosmery comienza a sentir calor, cuando la noche estaba húmeda y fría Edgar se va acercando a ella y le dice.

-Te traje algo.

-Enséñame por favor.
Edgar toma su mochila y del interior de la misma saca una hermosa fresa.

-¿Sabes qué es?

-Sí pero nunca antes la he probado.

-Pues todo tiene una recompensa y más si obedeces mis órdenes jjj, la quieres-. Rosmery siente como su boca se hace un mar, sus glándulas salivales no paran de segregar. -Sí.

-Pues tendrás que ganártela jjjjj-. Rosmery hace un gesto de picardía. -Me encantan los retos, ok como quieras o debería decir como órdenes mi señor.

-Shuuuu, creo que estás hablando demasiado, a partir de este momento sólo habla cuando te lo ordene. Pon tus pies por encima de los míos.

Rosmery se coloca horizontal a Edgar pasando sus pies por encima de los muslos, permitiéndole una gran movilidad a las manos de él para trabajar las zonas de su vagina. Edgar mientras la mira directamente a sus ojos acaricia los senos de Rosmery con gran cariño, la que se tira sobre él y comienza a comer sus labios, Edgar aprovecha este momento caliente y desliza sus dedos suavemente por las piernas de Rosmery, su mano está muy cerca del sexo y siente un vapor inmenso.

-Mírame a los ojos y separa tu rostro del mío.

Rosmery andaba muy práctica con una saya corta elástica pegada al cuerpo muy fácil de deslizar, y debajo llevaba unas bragas rosadas, muy suaves al tacto de las yemas de los dedos de Edgar, el cual comienza a frotar por encima de la ropa interior el clítoris.

Ella comienza a mover sus pies y hacer gestos provocadores con su rostro. -No, para por favor, me dejarás igual que ayer, para.

Cerrando sus piernas, dificultándole el movimiento a Edgar, el cual pone un rostro enfadado y sin sacar su mano del sexo introduce sus dedos en la vagina encharcada de Rosmery.

-¿Que dices, quieres que pare?-. Y comienza a poner sus falanges dentro del apretado agujero.

Rosmery toma sus manos y abraza el cuello de Edgar, está temblorosa, se muerde los labios y suspirando le dice. -Por favor para me voy a correr aquí, no puedo, para.

Edgar de repente deja de mover sus dedos y retira la mano. -Está bien, quieres que pare, lo haré-.

Rosmery trata de recomponerse y quita los pies de encima de Edgar los cuales tiemblan con contracciones involuntarias de los tejidos lisos de sus piernas.

Tú Demonio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora