Agustin arrastró su empapado cuerpo hacia el interior de la oscura cueva. Gateó tan rápido como pudo. Lloró al tocar sus sábanas rasgadas. Envolvió su cuerpecito con ellas e inhaló su propio aroma. Intentó tocarse la espalda, los vendajes estaban empapados; no había caso.
Cerró los ojos, rezando para que su conejito viniera, pero era demasiado temprano.
Odiaba al conejito, pues lo mordía todo el tiempo. Agustín peleaba con él, tratando siempre de sacarlo de su territorio. Siempre despertaba con él acurrucado contra su muslo mientras le mordía el pulgar. Agustín realmente esperaba que estuviera bien sin él; estaba siendo egoísta porque necesitaba una conexión a la tierra. Quería sentirse seguro sin pensar en la necesidad de ser marcado con olor. Quería que su corazón volviera a latir a un ritmo normal.
Quería recostarse sobre su espalda, pero no podía, especialmente ahora que los vendajes apenas estaban sujetos. La mayoría se rasgó al transformarse; colgaban flojamente, pero lo abrazaban. Era algo, lo que sea. Su garganta todavía dolía, horriblemente, pero no tenía tanta hambre como antes.
No estaba seguro por cuanto tiempo estuvo tumbado, pero se quedó dormido dos veces. El omega gritó al despertar por tercera vez: olió al Rey antes de verlo.
Un gran lobo negro estaba frente a él, exhalando un vaho blanco y sujetando unos pantalones con su hocico. Se sacudió el pelaje mientras se transformaba.
—Omega horroroso. — Marcos se paró recto, mirando encolerizado al hombre que gimoteaba—. Te doy una segunda oportunidad para vivir, ¿y tienes el descaro de huir? —Miró a su alrededor—. ¡A esto!
Agustín se encogió ante el eco de la cueva y se cubrió el cuerpo con su fuerte de mantas.
—Yo... no puedo volver... Necesito mi cueva.
Marcos lo ignoró y se puso los pantalones en sus piernas mojadas. El alfa recorrió la pequeña cueva al tiempo que tocaba las paredes.
—Esto es asqueroso, es un basurero. —Pasó los dedos por su cabello mojado—. Debería matarte. —Caminaba alrededor de Agustin—. Y buscar a otro omega que ocupe tu puesto —bajó la mirada hacia él—, pero Lucio ya tomó tus medidas y sería demasiado difícil encontrar a un omega tan estúpido.
Agustín se limpió la cara con las mantas.
—Yo... ya no quiero enlazarme.
—Ah, ¿no? —Se sentó en cuclillas, sonriendo—. ¿No quieres enlazarte? —Agustin meneó la cabeza, luego gritó cuando Marcos le jaló el brazo—. Entonces, vámonos. Todos los seres de Arizella deben tener un hogar registrado. Dudo mucho que esto haya sido registrado. —Arrastró por el piso al omega que gritaba, hasta la lluvia—. Si dicho ser no posee un hogar registrado, el Consejo le brindará ayuda. Si dicho ser no es de Arizella, entonces será enviado de regreso a su lugar de origen. Lo he escrito, copiado y firmado. —Tiró del brazo de Agustin más fuerte—. Tu lugar de origen es Wereborn y, casualmente, le robaste una corona a la Reina — Marcos siguió arrastrándolo a través de la cruel lluvia—, y, según ley de Wereborn, deberías ser ejecutado delante del estado.
—¡No! — Agustin pataleaba sus pies, sus manos cogían las muñecas de Marcos—. ¡De acuerdo! ¡De acuerdo!
Marcos se detuvo y miró hacia atrás.
—¿De acuerdo?
—Me enlazaré contigo.
Marcos soltó el brazo de Agustin y lo cargó. Regresó a la cueva, mirando a su alrededor nuevamente.
—Estoy siendo demasiado amable. —Depositó a Agustín sobre sus mantas—. ¿Dónde está este "conejito"?
—Solo viene por las noches... — Agustín se rascó el brazo, pues trababa de aliviar el dolor del agarre de Marcos —. Duele.
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ARIZELLA ; MARGUS.
FanfictionRobarle a la realeza se castiga con la muerte. Agustín empieza de nuevo, haciendo su mejor esfuerzo por mantener las manos quietas, pero tiene hambre e intenta robarle al rey equivocado. Marcos es es Rey de Arizella, necesita una reina y, ¿Qué mej...