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Agustin paseó la vista, sonriéndole a los rostros que le sonreían. Fue de puntillas hacia un aroma familiar.

—Mm... mm. —Agustín se asomó al mostrador, parpadeando—. Hola.

El viejo alfa le sonrió amablemente.

—Hola, omega, ¿qué puedo ofrecerte?

Se lamió la comisura de la boca.

—Um, nada, gracias. —Rio entre dientes, nervioso—. Huele muy bien.

El vendedor asintió.

—Por favor, me avisas si cambias de opinión.

Agustín asintió, se mordió el labio cuando el hombre se dio la vuelta. Le echó un vistazo a su alrededor rápidamente, luego se estiró sobre el mostrador; tan cerca de coger la masa frita que se estaba enfriando allí.

—Mi Reina. —Agustín se congeló a medio camino y retiró su mano. Los cabellos en su nuca se erizaron cuando Joaquín le susurró al oído—: ¿Qué está haciendo?

Agustín suspiró profundamente.

—Nada.

—Hm. —Joaquín se deslizó a su costado—. ¿Quería un poco?

Agustín se mordió la mejilla interna.

—Sí, pero no tengo dinero.

—Ya veo. —Joaquín levantó la mano, atrayendo la atención del vendedor—. Uno, por favor.

Agustín se giró, con los brazos cruzados.

—Pues claro.

—Agustín — Joaquín le entregó su comida antes de agarrarlo del brazo—, tomemos un paseo.

                                           . . .

—¡No iba a robarlo!

—¿No? —Joaquín pestañeó, desinteresado—. ¿Cómo llamas "coger las cosas de otro sin su permiso"?

Agustín mordisqueaba su pan.

—Tomar prestado.

Joaquín meneó la cabeza.

—No empieces esta vida temporal como un ladrón... de nuevo.

—Le pedí a Marcos que viniera conmigo. —El omega le dio un gran mordisco a su comida, tenía las rodillas cerca del pecho—. Dijo que estaba ocupado, pero solo estaba con un omega.

Joaquín suspiró, atisbando los árboles que oscilaban levemente.

—Esa no es razón para robar, Agustin.

Agustin se contoneó, sentado en una gran roca.

—No robé nada y sé que eso no era robar, si hubiese robado, lo cual no hice.

—Mmhm.

Agustin posó la cabeza sobre su rodilla, miraba en derredor de la zona bulliciosa.

—¿Lucio se encuentra bien?

—Sí. — Joaquín lo miró—. ¿Por qué preguntas?

Agustin se encogió de hombros, con el pan en sus labios.

—Marcos dijo que lo hizo llorar. —El omega observaba a un pequeño niño corriendo alrededor de su madre, agitando una bandera de Arizella—. Dice que se olvida cómo hablarle a Lucio, que es sensible.

Joaquín tarareó en respuesta, cruzando los dedos.

—Lucio es muy sensible; no es nada de lo que tengas que preocuparte.

ARIZELLA ; MARGUS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora