El Chico De Los Girasoles🌻

🌻Capítulo 2🌻

—¿Se saben la historia del escritor Miguel de Cervantes?

Miro a todos a mi alrededor, ninguno se atreve a levantar la mano, pero cuando pienso que nadie dirá algo, escucho que hablan a mi derecha, es decir, al lado de Simón que vendría siendo la derecha de este también.

—Odio su historia como escritor. Es decir, me gustan mucho sus libros, pero con lo que respecta a la historia de Cervantes, me parece espantosa. Si pasar todo eso me convertiría en un gran escritor reconocido, no lo querría. ¿De qué sirve ser el autor de la obra más vendida del mundo después de la Biblia si no voy a disfrutar del resultado? ¿De qué sirvió quedar manco, ir tras las rejas, tener tan mala suerte y vivir durante toda su vida en la pobreza hasta el día de su muerte?

En otros términos hubiese comentado en acuerdo, pero se trata de él, de ese chico que me saca de quicio con sólo hablar.

—Estamos hablando sobre la historia del autor, no el cómo te sentirías siendo él —digo sin poder evitarlo.

Me irrita el hecho de escuchar su voz.

—Mira quién lo dice, la presumida que siempre habla de más en clase.

—No es mi culpa que seas un ignorante.

—Todos somos ignorantes en algo —dice indiferente.

—Eso diría un ignorante.

—El primer paso es aceptarlo, quién no acepta que es una ignorante también, y además necia, eres tú. Yo no niego lo que soy.

—Yo soy lo que creo ser y lo que quiero para mí, no lo que me puedas decir tú.

—Ahora eres Barbie —dice sonriendo con burla —. Puedes ser lo que quieras ser, ¿No?

—Y tú sólo Ken, ¿Dependiendo emocionalmente de alguna Barbie?

Thiago me mira de mala gana, abre la boca para responderme, pero la profesora habla primero.

—¿Vuelven ustedes con lo mismo? ¿Será así todo el año de curso?

Él mira al frente con molestia y yo coloco mi expresión más seria, pero la verdad es que estoy aguantando las ganas de reírme.

Estúpido.

Es el segundo día de clases y siento que ya me acostumbro a esto. Me hacía falta hacer algo distinto, algo que disfrutara, así sea por tres horas diarias nada más. La clase transcurre con normalidad y nos dan nuestro diez minutos de descanso. Me miro las uñas cortas pintadas de azul cielo en combinación a mi vestido de flores azules y de mangas cortas, me llega un poco más abajo de las rodillas ajustado a la cintura y suelto en el resto de la tela, es una prenda primaveral, bonita y femenina, pero mis converse blancas me dan un estilo Floricienta. Mi cabello va suelto definido en rizos anaranjados casi rojos y en mi rostro un maquillaje suave, hoy sí amanecí de ánimos para maquillarme. Llevo puesta una cadenita plateada, unos pequeños aretes y un reloj de muñeca blanco.

Hoy me siento bonita. Sí, señor.

Mis uñas son cortas, no puedo dejarlas crecer, en el trabajo es más cómodo usarlas así. Es horrible cuando te tropiezas la uña cuando está larga, yo veo el cielo ardiendo en fuego mientras maldigo hasta en mandarín cuando esto sucede. Además de que se me hace más fácil para tocar violín y guitarra, duele cuando presiono las cuerdas teniendo las uñas largas.

Siento que me pica un mosquito en el brazo, le doy un suave golpe y muere en el acto, pero ya me picó. Me empiezo a rascar y dejo de hacerlo unos segundos después. No puedo ver o sentir una picada, una imperfección sobre mi piel o una herida porque, inconscientemente, empiezo a rascar con mis uñas el área afectada y me termino haciendo más daño, por eso tengo cierta obsesión con curarme la piel lo más rápido que pueda porque tiendo a dejarme manchas y lesiones sobre esta, es algo que no controlo. Muchas veces ha sucedido que me doy cuenta que me estoy rascando una ronchita cuando ya está lastimada. Muchos dicen que es ansiedad, pero mientras las cremas existan y mi conciencia de lo que esté haciendo también, estaré bien.