El Chico De Los Girasoles🌻

🌻Capítulo 20🌻

Le di una pequeña explicación a mi hermano sobre lo que acaba de suceder. Él me miró mal al principio, pero cayó en cuenta que es Thiago y me molestaba todo el rato que le estuve explicando la situación. A veces es tan pesado. La cuestión será explicarle mañana a mamá, ya que no la quiero despertar, tiene el sueño muy ligero y si la despierto, tardará en conciliar el sueño. Ahora estoy acostada y estoy más nerviosa de lo que estaba esta mañana. Me duele el pecho, el corazón me late de forma desenfrenada, parece que en cualquier momento saldrá disparado por mi boca y quedará pegado a mi preciosa pared con el árbol pintado de flores moradas. Me río ante la imagen de mi corazón pegado a la pared y abren la puerta sin avisar. Pego un sobresalto para ver a Thiago en una camiseta sin mangas un poco más grande a la de su talla normal y unos shorts largos. Su cabello está húmedo. Inhalo y me llega el olor de mi jabón y mi champú.

—Me encanta el olor de tu champú, huele a manzana.

—Es porque es de manzana —digo rodando los ojos. Estoy cubierta con la cobija desde los pies hasta mi pecho, sólo se me ven las manos, brazos, hombros y cabeza.

—¿Por qué estás nerviosa? —me mira entrecerrando los ojos.

—¡Quisieras! —digo bufando y mirándolo mal.

Él se inclina hacia mí sin dejar de mirarme a los ojos y dejo de respirar. Me toca las manos que tengo en el pecho, tomándome por sorpresa y deja por unos segundos su mano sobre las mías.

—Te estás lastimando, rascando la piel sin razón aparente. Estás nerviosa o sufres de ansiedad —dice serio mirando mis ojos, hurgando en ellos.

—Eh... —. Parezco idiota, ahora no me salen las palabras —. Claro.

¡¿Claro?! ¡Arabella! ¡¿Claro?!

Él ríe divertido y me sonríe sin dejar de mirarme. Amo cómo se le forman sus hoyuelos y su sonrisa es tan bonita, da vibras de paz. No sé cómo es posible que me inspire paz cuando cada que lo veo mi corazón parece bailar tambor.

—Respira que no quiero que mueras, ¿Cómo voy a vivir el resto de mi vida sin molestarte? Espera... —. Me mira con picardía sonriendo aún más —. ¿Estás esperando a que te dé un beso?

—¡¿Qué?! —digo con los ojos muy abiertos y río con burla —. Deja de decir boberías.

—Boba te pones cuando me ves.

Este idiota...

—¡Bobas las nalgas tuyas!

Él ríe ante mi ocurrencia y niega con la cabeza.

—Perdóname, UV —dice mirándome y sonriendo con nostalgia —. Yo sólo quiero que me perdones. No sé qué sucede en tu cabeza, qué piensas de mí o qué piensas con todo lo que ha sucedido. Hoy discutí con Valeria por las cosas que te dijo y me lloró como si la víctima fue ella, pero la saqué de mi vida.

—No me debes explicaciones, Thiago. Yo no puedo pasar sobre tu amiga tampoco y pues, si ella te quiere, todo bien. Tú la quieres...

—No es lo mismo, Bella.

—No sé qué quieres decir —digo empezando con mi verborrea nerviosa cargada de velocidad —. La golpeé porque me estaba molestando, pero no era la forma de hacer las cosas. Todo se resuelve hablando, eso me lo dice mamá y Abdiel, pero no sé qué me pasó. Ni siquiera tenía rabia, lo que pasó es que por impulso, mi puño se cerró y cayó directo en el rostro de Valeria. Además, yo soy una recién llegada, nosotros no somos nada, tú tienes tu vida y yo tengo la mía...

—Escucha esto. A veces pienso en esto —dice interrumpiéndome, entonces caigo en cuenta que aún sigue inclinado sobre mí y yo, de forma muy vulnerable, estoy acostada —. Admito que a veces soy lento y estoy bien pendejo.