Por primera vez en tantos años me siento nerviosa por ir a clases un lunes. Me siento como cuando iba el primer día al preescolar en medio de tantos niños mocosos. Recuerdo que yo no temía que me dejaran sola en el preescolar, yo temía que los niños que babeaban o moqueaban se me acercaran a llenarme de sus babas y mocos. Me daba demasiado asco con tan sólo pensarlo.
Ahora, no es porque hayan niños mocosos y babosos, sino porque el sábado aquel chico me pidió perdón por la ventanilla del autoservicio de mi trabajo y ahora verlo sería un desafío. ¿Desde cuándo me pongo nerviosa por este tipo de cosas?
Llego temprano, me siento y la silla a mi lado está vacía, en realidad, sólo ha llegado menos de la mitad de mi salón. Quiero hacerme la enferma y regresarme a casa.
—Hola, amiga —dice Pedro divertido mientras se sienta a mi lado —. ¿Cómo te trata la vida?
—¿La verdad o la mentira? —le digo en el mismo tono.
—Miénteme a ver.
—Excelente, todo va de maravilla —. Asiento con decisión.
—Pero chica, así no era —dice rodando los ojos y riendo —. Sabes que soy chismoso por naturaleza, vivo por el chisme, ¿No?
Ya sé por dónde viene, pero como es Pedro, no me molesta.
—Dímelo con mímicas que para ayer es tarde.
—Con mímicas no sé —dice sonriendo —. Te estabas llevando tan bien con el romántico científico de Thiago y ahora, ¿Qué pasó? ¿Se acabó el amor?
Suelto una risotada y le manoteo el brazo. Pedro me mira mal y luego sonríe.
—Nunca hubo amor, no exageres. Sólo es un compañero.
—Había algo más que compañerismo, Arabella —. Me mira con una ceja levantada.
—Te imaginas cosas.
—Eres una mujer terca —. Resopla —. ¿Ya no habrá más un... Thiabella?
—¡Te pareces a Angi!
—Ella sabe cosas, todo lo vemos.
Cuando voy a repicar, entra Thiago y me mira directamente. Me quedo paralizada por unos segundos y luego miro a Pedro, quien nos mira como si estuviese en un partido de ping pong.
—Hola, Pedro —saluda al moreno.
—Hola, Chico Girasoles —dice divertido —. Te dejo con tu amada.
—¡Pedro! —lo regaño.
Él ríe y se va al fondo de la clase. Thiago se sienta a mi lado acomodándose, me llega su perfume e inhalo muy disimuladamente.
—Puedes oler en mi cuello para que se te haga más fácil.
Mi rostro se calienta y no lo miro, estoy demasiado nerviosa. Tenía años que no me sentía así de nerviosa. La última vez fue cuando estaba esperando que dieran de alta a mi hermano por un accidente vehicular. Tremendos sustos nos metía Abdiel.
—¿Qué piensas que te sonrojas? ¿Dónde termina tu cara y empieza tu cabello?
—Cállate.
—Ven a callarte.
—Con una cachetada —le digo mirándolo a los ojos.
—En lugar de molestarme, me emocionaría.
—¿Te emociona que te maltraten? —digo sin pensarlo mucho.
—Si lo dices así, suena mejor —me dice con picardía.
Se me calienta muchísimo la piel y miro hacia todos lados menos a Thiago. ¿Cómo se las arregla para hacerme sentir... cosas?

ESTÁS LEYENDO
El Chico De Los Girasoles🌻
Roman d'amourThiago es un chico introvertido, pero con confianza en sí mismo. Es un chico muy divertido y compresivo, pero con un sentido del humor muy retorcido. Es muy celoso con todo lo que es personal para él, por eso prefiere no compartir con cualquiera sob...