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Y una vez más aquella luz que entraba en forma de pequeños rayos desde aquel ventanal daba aviso al inicio de un nuevo día para el joven heredero de los Lee, radiantes rayos del sol caían en el rostro del joven haciéndolo quejarse por tal molestia, debía despertar de una vez por todas o de lo contrario debería sufrir las consecuencias.

— Dios... quiero dormir un poco más.. solo un poco - soltó un desganado pelinegro tratando de conciliar su sueño-

— Lee MinHo! Espero que ya te hayas levantado y alistado para irnos!

Ups.. lo había olvidado, MinHo debía ir a la iglesia y aquella voz solo significaba que estaría frito si no se dignaba tansiquiera a responder.

— Lo estoy! Solo deme un segundo!

El pelinegro se levantó como alma que se lleva el diablo alistándose en tiempo récord para ir donde su madre, sí bien MinHo no era tan adentrado a la religión como lo eran sus padres no tenía problemas con asistir a dichas ceremonias, aunque su enfoque fuera de alguna forma más lógico ese tema solía atraparlo de alguna u otra forma.

A MinHo le encanta aprender cosas nuevas y más si estas van más allá de la lógica, lamentablemente el hacer preguntas no lo haría obtener respuestas, al contrario, recibiría reproches.

— Papá ¿Qué significa Dios? -pregunto un pequeño MinHo de tan solo 6 años de edad-

— Oh, pues verás. Dios es nuestro señor, es aquel que nos provee todo lo que necesitamos y conocemos, es aquel al que le debemos todo lo que tenemos. - explico su padre-

— Lo sé! Pero si lo vemos desde otra perspectiva la palabra Dios como tal, encapsula muchos significados! Por ejemplo si eres muy bueno en algo dicen "waaa eres el Dios de esto, si, eso" eso quiere decir que solo es el poder de dicha palabra y cualquiera podría ser una deidad y-

— Lee MinHo! pero ¿Qué estupideces estás diciendo? ¿Eso es lo que te inculcamos?

— Oh! No no, es solo que me entró curiosidad y..

— Pues deja de hacerlo, no vuelvas a pensar en nada de ello.

—Pero...

— Lee MinHo, calla, deja de decir incoherencias. -espeto el mayor soltando la mano del pequeño-

Desde ese momento el pequeño asoció que su pensamiento estaba mal, al explayar sus ideas simplemente recibiría reproches y no obtendría la información que deseaba, el hecho de dudar sobre su señor solo lo hacía un pecador.

— Estamos aquí reunidos para escuchar atentos la palabra de nuestro señor.  -comenzo a hablar el padre-

Un anciano reconocido por la gente como "padre" comenzaba a explicar los diversos acontecimientos que provenían de ese extraño libro, MinHo tenía tantas preguntas, debía obtener respuestas, desde muy temprana edad MinHo comenzaba a cuestionarse miles de sucesos que podrían ser irrelevantes para alguien de su edad más aún así era totalmente comprensible al ser parte de la etapa de desarrollo del pequeño.

A lo lejos se escuchaba la voz de aquel anciano, esa voz se estuvo aclarado más y más hasta llegar al entendimiento del pequeño.

— Como muchos saben, se han dado casos de enlaces entre las mismas clases, omegas con omegas, alfas con alfas y sobre todo uniones del mismo sexo.

El pequeño Lee podía entender a lo que se refería, su atención estaba totalmente enfocada en aquel tema.

— Como todos sabemos eso es pecado! Es Antinatural, que nuestro señor perdone a esos pecadores por la asquerosidad que están haciendo y sean profanados de la tierra incluso del cielo, no merecen el perdón de Dios! Nuestro señor sabe que todo aquel que se atreva a desobedecer y dudar de la voluntad de nuestro señor será castigado hasta la muerte!-

Al escuchar las palabras del anciano el pequeño cuerpo de MinHo se sacudió violentamente generando miedo en sus sistema, comenzaba a recordar aquella conversación con su padre.

¿Ser castigado?... ¿Morir por ello?...

MinHo había cometido un pecado imperdonable y no quería ser castigado.

No quería morir.

Al pasar el tiempo las palabras de aquel sacerdote habían caído con peso sobre el joven Lee, ¿Se preguntan el porqué?, pues verán.

Al crecer el pelinegro comenzaba a interactuar más y más con su alrededor, recuerda aquella vez que sus padres tuvieron que salir por cuestiones de negocios y fue dejado a cargo con uno de los tantos socios de los ya mencionados.

El pequeño peligro sabía que sus padres regresarían más algo en él sentía una extraña mezcla de emociones como si realmente fuese abandonado, dando paso a pequeñas lágrimas logrando cristalizar sus ojitos.

— No temas pequeño, estarás bien te lo prometo -añadió un joven omega sonriendo con radiante calidez acariciando su sedosa melena con dulzura -

MinHo había olvidado por completo la razón por la cual estaba triste, la calidez que irradiaba aquel omega hacía que solo lograra quedarse  embelesado en aquellas dulces y lindas facciones del contrario haciendole sentir como de a poco a poco su corazoncito palpitaba más rápido de lo normal y sus mejillas se teñían de un sutil rosado.

MinHo no paraba de quitarle la mirada.

MinHo había cometido otro pecado.

Aún pasado el tiempo el pelinegro se forzaba a sí mismo a olvidar ese suceso, se sentía tan culpable.

     Y ¿si Dios se daba cuenta?
     Él no quería ser castigado.

Se había equivocado, él sabía que no debía ver lindos a los chicos, tan solo el hecho de pensarlo le ponía los bellos de punta, cada noche suplicaba entre lágrimas y pequeños sollozos por su curación, no quería morir, no quería ser castigado, tenía miedo, miedo de lo que Dios podría llegar a hacer e incluso lo decepcionados y asqueados que sus padres estarían de él si se enteraban de tal atrocidad.

MinHo sacudía su cabeza tratando de alejar esos pensamientos. El mismo tema de hace años volvió a salir a la luz, aquellas señoras con expresiones exageradas persignandose  al escuchar atentamente lo que el padre decía hacían molestar al pelinegro.

¿Cómo es posible que aquellos que solían decir que debían amar al prójimo condenarán a personas inocentes brindando palabras hirientes, miradas llenas de asco y repulsión e incluso deseos de muerte se pudiesen sentar plácidamente dándose golpes de pecho al cumplir la palabra de aquel ser celestial?

MinHo creía en Dios más no en su gente.

Era tan extraña, aquellas personas que se hacían llamar "hermanos" no era más que una simple hipocresía.

Sí Dios ama incondicionalmente a todos, ¿porqué no amaría a aquellos que se aman entre sí?

MinHo nunca entendería el porque aquella gente podría perdonar a individuos que profanaban lo puro y casto de una manera tan déspota, al igual que un ladrón que se arrepiente por arrebatar miles de vidas más no a alguien que se que le arrebata por decidir amar a quien se le fue destinado.

Un mundo lleno de pecadores esperando a ser expiados entre  lobos vestidos de oveja que danzan al compás de dicha condena.

La sociedad a veces era tan estúpida, tan egoísta y oportunista.

MinHo era demasiado puro para saberlo en aquel entonces y hasta el día de hoy aún sigue con cierta incertidumbre intentando comprenderlo del todo.

" Un buen alfa" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora