Ninguno de los dos volvió a hablar en todo el camino. Angel no dijo nada, pero miró mucho a Aki. Se derritió en el asiento y con la cabeza pegada al lateral acolchado contempló al conductor como si fuera más interesante que el paisaje cambiante que le ofrecía la ventana. Aki no llevaba su coleta, y con ese atuendo casual parecía más grande de lo que lo recordaba. Conducía con estoicismo y control, como si solo estuviera apreciando el camino mientras el coche hacía todo el trabajo. A Angel le gustaba eso. Cuanto más lo miraba, menos le temblaban las manos y las piernas. Para cuando Aki redujo la velocidad, su corazón había recuperado un ritmo normal, pero Angel seguía con un nudo duro y espinoso atorado en el pecho.
—¿Llegamos? —preguntó mientras dirigía su atención al complejo de apartamentos frente al que acababan de estacionar. Ni siquiera sabía en qué parte de la ciudad estaban, pero parecían las afueras.
—Sí. —Aki salió del coche y lo rodeó para abrirle la puerta a Shizuku—. ¿Te ayudo con algo?
Mientras Aki hacía esa pregunta, Angel ya le estaba entregando las alas y la mochila. Se bajó después y tuvo el detalle de cerrar la puerta. Después volvió a agarrarse de la manga del brazo de Aki en el que no llevaba sus cosas.
—¿Con quién vives? —se le ocurrió preguntar cuando, después de un tramo de escaleras, llegaron a la puerta y tuvo que soltar a Aki para que la abriera.
—Con un... amigo —dijo Aki con reticencia, y se apartó para que Shizuku pasara primero—. Es una larga historia. Adelante, perdón por el desorden.
Pero no había desorden alguno. Lo único que Angel vio fuera de lugar en ese pequeño apartamento fue un paquete de papas a medio terminar en la mesa del salón. Todo lo demás estaba impecable y en su lugar. Aki vivía en un lugar modesto, pero era mucho mejor que en el que él mismo había vivido hasta hacía unos meses, antes de empezar a ganar lo suficiente para permitirse pagar un alquiler mejor.
—Ah, perdón —dijo, porque estuvo a punto de entrar con los zapatos puestos. Se sentó en el desnivel para quitárselos y los dejó a un lado. Llevaba unos calcetines blancos con peces azules—. ¿Ya puedo pasar?
—Sí, gracias —dijo Aki con educación mientras hacía lo mismo que él. Alineó los dos pares de zapatos antes de pasar al salón y dejar las cosas de Shizuku en la moqueta, apoyadas contra la pared. El sol ya había empezado a ocultarse, así que Aki encendió algunas luces a pesar de que todavía entraba luz por el ventanal del balcón que había en la sala. Abrió un poco la puerta corredera para que entrara el aire—. ¿Quieres beber algo?
Angel se sentó en el suelo, frente a la baja mesa de estilo japonés. Le habría encantado tumbarse en la moqueta, pero era la primera vez que estaba en esa casa y una pizca de educación sí tenía.
—Sí —dijo, y su curiosa mirada volvió a caer sobre el paquete de papitas—. ¿Puedo coger una?
Aki no respondió enseguida.
—¿Prefieres que te prepare algo de comer? Tengo que ir haciendo la cena de todas formas.
—¿En serio? —preguntó Angel con interés—. ¿Qué harás?
—Pensaba hacer un estofado con carne de cerdo, verduras y fideos konnyaku, ¿te gusta? Si no, puedo prepararte una tortilla de arroz.
Un amago de sonrisa apareció en los labios de Angel. Aki acababa de ofrecerle el típico plato de menú infantil que había en los restaurantes. No solo eso, sino que daba a entender que era capaz de hacer platos tan complicados como un estofado y de doblar una tortilla, seguramente sin romperla. En la pizarra mental de Angel, donde junto a la foto de Aki ya había varios puntos, se sumó uno más.
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Out of touch
FanficAki se ve obligado a realizar un trabajo vergonzoso y poco convencional, pero ese será el menor de sus problemas cuando descubra quién será su compañero...