Capítulo 1

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—Heron cariño, ¿por qué no lo hacemos una vez más? —Pregunta Marela acariciando mi pecho delicadamente con su dedo índice. Su cabeza recostada de mi brazo. Ambos acostados en mi cama, las sábanas de seda blancas cubriéndonos parcialmente nuestros cuerpos desnudos.

Miro el techo de mi alcoba y solo pienso en todas aquellas responsabilidades como futuro heredero al trono que tenía que hacer... pero la verdad era que me importaba una mierda ser el hijo del Rey o convertirme en el próximo monarca.

Escucho como alguien toca a la puerta, por lo que saco las sábanas de sobre mi cuerpo y procedo a pararme de la cama.

—¡Pasa! —Camino desnudo en dirección hacia mi armario. Observo con la esquina del ojo como Marela pasa su mano por su cabello ahora despeinado. Ésta aún acostada.

—Señor. —Leopoldo empuja la puerta muy despacio y se adentra.

—¿Qué quieres? —Abro las dos hojas de mi armario y miro la ropa que tenía en el interior.

—Lo siento señorita. —Se dirige a Marela quien le presta muy poco, por no decir nada, de atención. Yo tomo tanto una camisa de color negro junto con un pantalón del mismo color y procedo a cerrar las puertas del armario. Acto seguido me volteo hacia él.

—¡Hay Dios de los santos cielos! —Sus ojos van a mi entrepierna para acto seguido colocar sus manos sobre su ojos. Yo bufo.

—¿Qué sucede? —Comienzo a vestirme. Marela se para de la cama, con las sábanas alrededor de su cuerpo desnudo, y camina hasta la puerta de salida.

—Hasta luego, Heron. —Me da una sonrisa pícara en tanto yo me abotono el pantalón. Yo sonrío de medio lado. Marela cierra la puerta tras de ella al salir.

—¿Ya tiene todo eso escondido? —Leopoldo abre un poco los dedos que tapaban sus ojos y mira a través de ellos. Yo alzo una ceja tomando la camisa que había puesto en el borde del colchón de la cama.

—Sí... dime qué es lo que quieres de una buena vez. —Pongo la camisa por sobre mi cabeza, metiendo mis manos por sus mangas.

—Bueno... —Saca las manos de sobre su rostro y me observa de arriba a abajo, avergonzado. Yo muevo mi cabeza de lado a lado. —Su padre le a convocado a una reunión en el comedor. —Termino de vestirme, por lo que tomo los zapatos del suelo, a un costado del armario, y comienzo a colocármelos. —Quiere que vaya enseguida. —Juega con los dedos de sus manos, ansioso.

Yo culmino de colocarme los zapatos y me paro erguido frente a él. Leopoldo se queda en silencio, sus ojos rojos observándome con un toque de inferioridad.

—¿Sabes cuál es el motivo? —Camino hasta la puerta de la habitación y la abro; Leopoldo me sigue.

—No señor, él solo me envió a buscarle. —Camina a mi lado. Ambos atravesando el pasillo camino al comedor. Yo solo me quedo callado, pensando.

¿Por qué mi padre me convocaría a una reunión así tan repentinamente?

¿Acaso habrá sucedido algo? 

No lo logro comprender.

—Disculpe mi entrometimiento, pero, ¿cuándo piensa pedirle matrimonio a Marela? —Volteo el rostro y le miro. La expresión en mí es seria, mis ojos entrecerrados.

—Sabes que no tengo intensiones de hacerlo. —Vuelvo mi mirada hacia adelante, tomando una izquierda en la cornisa.

—Pero Heron, sabe que si no lo hace, su padre no lo dará el puesto de monarca. —Llego a la puerta del comedor, poso mis manos sobre ellas y miro a Leopoldo por sobre mi hombro.

Heron Wolfrahan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora