Capítulo 3

269 47 8
                                    


Algunos días habían pasado desde que Leopoldo me dijo del rumor de que Aramis podría estar con vida, pero la verdad era que había estado tratando de pensar y hacerme a la idea que todo era solo un chisme que los vampiros se habían inventado por miedo a lo que en Vontrom estuviera sucediendo.

Mientras salgo de la ducha luego de un baño largo y refrescante después de mi entrenamiento, escucho como alguien toca a la puerta de mi habitación. Con la toalla enrollada en la cintura, camino hasta la puerta y la abro; alzo una ceja al ver a Leopoldo del otro lado.

—Heron, su padre le espera para la cena. —Dice. Yo doy media vuelta, dejando la puerta abierta, y me encamino hasta el armario.

—No tengo hambre. —Miro la ropa que hay colgada dentro del armario. Escojo alguna y la coloco sobre la cama.

—Dijo que usted diría eso mismo. Pero me ordenó que le insistiera. —Levanta su dedo índice al aire mientras cierra los ojos por un instante y alza las cejas. Éste parado frente a la puerta aún abierta.

Yo suelto un suspiro.

—Bueno, dile que iré en cuanto me vista. ¿O es que acaso quieres que vaya en pelotas a cenar? —Le miro serio. Leopoldo niega muy rápido con la cabeza.

—¡No señor! —Da un paso hacia atrás. —No deseo ver sus cualidades otra vez. —Se dispone a salir de la habitación, tomando el pomo de la puerta con su mano derecha. —Yo le notifico que ya pronto irá, tómese su tiempo. —Cierra la puerta rápidamente. Yo suelto una risita por lo bajo mientras muevo mi cabeza de lado a lado en negación.

•• ━━━━━ ••●•• ━━━━━ ••

Luego de prepararme y de vestirme, me encamino hasta el comedor y me adentro en el. Como siempre, veo a mi padre sentado en la última silla frente a aquella mesa larga, con unos cinco guardas rodeándole. Una copa vacía frente a él.

—Heron, vamos, acompáñame. —Me señala la silla a su derecha. Yo me encamino hacia allá, la halo y procedo a sentarme. —Hoy tendremos un invitado especial. —Mira hacia la puerta principal con una sonrisa en los labios. Yo frunzo el entrecejo, volteo el rostro y miro.

¿Invitado especial?

¿Quién podría ser?

Veo como los del servicio abren aquellas puertas dobles y Marela aparece tras de ellas. Ésta con una enorme sonrisa de lado a lado en su rostro.

—¿Marela? —Es lo primero que digo. Volteo el rostro rápidamente hacia mi padre y le miro serio. Él solo le sonríe a la chica quien se acerca a la mesa, le da un beso en la mejilla a éste y se sienta justo a mi lado.

—Gracias por aceptar mi invitación a cenar, Marela. —Yo me quedo en silencio. Impactado.

—Claro, ¿cómo le podría decir que no? No sería muy cortes de mi parte. —Ríe por lo bajo. —Además de que me encanta pasar el tiempo tanto con usted como con su hijo Heron. —Veo con la esquina del ojo como Marela me mira de arriba a abajo con una sonrisa juguetona en los labios mientras toma aquella servilleta de seda y se la coloca sobre su regazo.

—Padre, ¿qué estás haciendo? —Digo viéndole fijamente a los ojos. Sé que sabe que estoy confundido e incómodo por toda esta repentina situación.

—Invité a cenar a Marela. —La señala. —Bueno, como sé que ustedes se llevan muy bien... decidí que no estaría mal si la invitaba para hablar de tu futuro como Rey de Lontar. —Escucho las risitas de Marela a mi lado. Yo vuelco los ojos.

—Papá, ya hablamos de esto. —Poso mis manos sobre la mesa, firmemente, y le miro serio. Él solo esboza una sonrisa de medio lado.

—Entonces sí se van a casar, ¿verdad? —Nos señala a ambos con el dedo índice. Miro a Marela, ella me mira y sonríe abiertamente. —Porque así es la única forma que mi único hijo, Heron, pueda tener el trono. —Hace una pequeña pausa en su hablar. Yo vuelvo y le miro. —¿Cuándo será la boda?

Heron Wolfrahan ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora