Heron Wolfrahan ©

Capítulo 11

Paso la parte posterior de mi mano por mi mejilla derecha, limpiando las gotas de sangre que salpicaron en mi rostro. Tiro la espada al suelo, a un lado de los dos cuerpos decapitados de los soldados, y tomo una pequeña bocanada de aire.

—¡Maldición! —Murmuro para mí mientras le doy una patada a una roca cercana. La roca sale disparada, choca contra el tronco de un árbol y se incrusta en la madera. El sonido que provoca aquel choque hace eco en el lugar.

Miro a mi alrededor en busca de algún otro guardia real que estuviera cerca. Me mantengo alerto por unos instantes, pero no veo ni escucho nada.

Vuelvo mi mirar hacia los cuerpos sin vida de aquellos dos vampiros. Hago una mueca con la boca al saber que ahora debía deshacerme de ellos para no dejar rastro alguno... ninguna evidencia.

Me quedo quieto por unos segundos, escuchando todo a mi alrededor. Percibo el palpitar del corazón de Clara no muy lejos de aquí. Sé que está asustada, a juzgar por como su corazón bombeaba la sangre por sus venas tan precipitadamente.

Pero yo la protegería, no permitiría que le hicieran daño.

Percibo el sonido de varios corazones no muy lejos de mi posición, creo que una manada de tal vez ciervos, ya que se podían escuchar varios de ellos.

Me giro en aquella dirección y comienzo a correr hacia allá muy rápidamente. El viento pegándome en la cara, las hojas de los arbustos a penas moviéndose al yo pasar a toda velocidad por su lado.

En unos cuantos segundos, escucho como ya estaba cerca de aquello, por lo que me detengo y me escondo tras el tronco de un árbol cercano, y es ahí cuando lo veo.

Había una manada de lobos dentro de una cueva al pie de una montaña rocosa.

Pienso.

Creo que esta es la mejor opción para mí. Pienso que es la manera más apropiada que me viene a la cabeza de deshacerme de los cuerpos. Así también ayudaría a esta familia de lobos, probablemente hambrienta, y ganaríamos todos hoy... bueno, menos los muertos, claro está.

Regresando a toda prisa a aquel lugar, tomo por los pies el cuerpo del primer guardia, junto con la cabeza, y lo arrastro hasta frente a la cueva. Luego traigo el segundo guarda real y lo coloco en el mismo lugar.

Una vez ahí me escondo tras aquel árbol nuevamente y observo. Veo como el primer lobo sale, probablemente el jefe de la manada, y observa lo que ahí había.

Luego de algunos segundos los demás lobos y lobeznos salen a investigar.

No pasó mucho tiempo antes de que aquellos animales comenzaran a alimentarse. Me sentí aliviado al ver aquello.

Despegando mi cuerpo del tronco de aquel árbol, camino hacia la dirección en la que se encontraba Clara.

Mis manos dentro de los bolsillos delanteros de mi pantalón, mi cabeza viendo como mis pies recorrían el suelo a paso lento.

Puedo admitir que estoy cansado, no físicamente, sino de toda esta mierda.

A veces me cuestiono quién soy y cuál es mi propósito en esta vida. No lo sé, pero definitivamente me gustaría averiguarlo.

Antes, mi motivación era matar a aquel asqueroso ser que acabó con la vida de mi madre, pero eso ya lo había logrado.

El matar a Aramis se había convertido en mi misión de vida... el vengar a mi madre.

Pero, ahora con Aramis muerta, esa sensación que pensé que tendría de satisfacción, se fue esfumando con el pasar del tiempo. Dejándome un hueco en el corazón por la pérdida de mi querida madre.