⍣𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

68 3 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


𝐓𝐡𝐞𝐲 𝐬𝐚𝐲 𝐚 𝐟𝐞𝐰 𝐝𝐫𝐢𝐧𝐤𝐬 𝐰𝐢𝐥𝐥 𝐡𝐞𝐥𝐩 𝐦𝐞 𝐭𝐨 𝐟𝐨𝐫𝐠𝐞𝐭 𝐡𝐞𝐫

𝐁𝐮𝐭 𝐚𝐟𝐭𝐞𝐫 𝐨𝐧𝐞 𝐭𝐨𝐨 𝐦𝐚𝐧𝐲, 𝐈 𝐤𝐧𝐨𝐰 𝐭𝐡𝐚𝐭 𝐈'𝐦 𝐧𝐞𝐯𝐞𝐫


.・゜・ ─• ~𝟐𝟎𝟏𝟕 ~ •─ ・゜・.


Alguna vez en su adolescencia Kazutora se había preguntado qué es lo que le había llamado la atención de Kyomi Nakahara. Sus ojos peculiares, la perforación en la lengua, los mechones turquesas, sus ganas de partirle la madre a todo lo que se cruzara en su camino. Había llegado a la conclusión de que no había nada que la hiciera especial. Era una chica ordinaria, que podía pelear en minifalda y bailar sobre una mesa sin que le diera vergüenza. O eso le gustaba pensar cada vez que la castaña recorría su mente.

Porque lo hizo más de una vez, más de dos, más de tres. Las veces que eran necesarias para intentar opacar el hecho de que nunca se había interesado por saber de él.

Se preguntaba cómo había cambiado su mirada con el pasar de los años. Si sus ojos carecían aún de brillo o había encontrado un propósito real en su vida que la motivara a seguir. Quería saber si ese turquesa especial que la diferenciaba de la multitud seguía buscando formas de causar caos. No sabía si había cortado su cabello una vez más o lo había dejado crecer. Ambos creían que guardaba recuerdos, tal vez lo había dejado un poco largo. No podía evitar pensar en ella y con el pasar de los días era algo que se había convertido en costumbre desde que descubrió lo mucho que le dolía recordar su sonrisa.

Era masoquista con su recuerdo.

En el frío colchón que se hacía llamar cama, intentaba recordar el calor de sus abrazos. Abrazos que no sabía cuando iba a volver a sentir.

Durante esos doce años se mantuvo en contacto con su hermana, quien fue fundamental para que no perdiera la cabeza. Pero no fue lo único que logró. El perdón y la amistad de Chifuyu junto con las ganas de regresar nuevamente a la sociedad. Sin Akira hubiera estado completamente perdido. Fueron pasos diminutos, pero nunca se había rendido.

Era imposible borrar los recuerdos, era imposible evitar las pesadillas en la madrugada o las marcas en su piel. Pero procuraba recordar el momento en el que la madre de su mejor amigo lo visitó y logró redimirse por cada una de sus acciones. Recordaba como no lo había tratado como el monstruo que era, lo trató como un niño asustado e indefenso. Como si tuviera doce años nuevamente y huía de casa como un cobarde. Ryoko lo había ido a buscar, algo que, así él estuviera fuera de la cárcel, sabía que no se iba a atrever a hacer. No era lo suficientemente fuerte.

𝐅𝐀𝐕𝐎𝐑𝐈𝐓𝐄 𝐂𝐑𝐈𝐌𝐄 - 𝐊𝐀𝐙𝐔𝐓𝐎𝐑𝐀 𝐇𝐀𝐍𝐄𝐌𝐈𝐘𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora