Capítulo 24. ¿Decir adiós me hace insensible?

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Los minutos pasaron como segundos, corriendo como rayos en una tormenta. Rebecca estaba demasiado aturdida como para notarlo. Todo le dolía. No tenía ni idea qué hora era; incluso con un reloj en la pared frente a ella. Las lágrimas no habían parado de caer desde que Freen se había ido, y su visión se había nublado hacía mucho. Por lo que podía ver, había estado sentada en el suelo de su sala sollozando por, al menos, dos horas.

Freen se había ido de nuevo; esta vez en Los Ángeles. Si no hubiese estado devastada, hubiese encontrado gracioso el hecho de que Freen la había dejado cada vez en una casa distinta. Pero estaba devastada, y no era gracioso. La historia se había vuelto a repetir y era su culpa. De nuevo. No podía reconocerse a sí misma mientras intentaba racionalizar su última conversación con Freen. La Rebecca que conocía nunca le hubiese hablado a Freen de esa manera; nunca la hubiese dejado ir así, pero la dura realidad era que lo había hecho. Le había dicho a la mujer que amaba que la odiaba. Esas habían sido las últimas palabras que Freen la había escuchado pronunciar.

¡Vete a la mierda, Sarocha! ¡Te odio!

¡Vete a la mierda, Sarocha! ¡Te odio!

¡Vete a la mierda, Sarocha! ¡Te odio!

Repitió la frase en su cabeza una y otra vez, apenas reconociendo la voz que gritaba. Pero era ella misma. Ella había pronunciado esas palabras. Freen le había rogado que la eligiera, que las eligiera, y ella la había dejado irse creyendo lo peor en vez de simplemente disculparse.

Para Becky, no había solución a eso. No había ninguna combinación de palabras que pudiera hacer que esa frase desapareciera. ¿Siquiera era justo intentar hacerlas desaparecer? Freen se merecía ser feliz. Freen merecía ser amada. Freen se merecía algo mejor que ella. Mejor que el tipo de persona que ella era, por lo menos. ¿Pero era justo tomar esa decisión por ella, otra vez?

Incluso Bonbon parecía estar enfadado, y había comenzado a ignorarla cuando Freen se fue. Traidor. En realidad, no podía culparlo, incluso ella estaba del lado de Freen.

El perro se había refugiado en su lugar favorito. En el mismo lugar en el que Freen se había sentado y había convencido a Bonbon de salir para saludarlo. El mismo lugar donde ella se había arrastrado hasta el regazo de Freen y la había besado. El mismo lugar donde habían comenzado a hablar de verdad. Freen había sido tan paciente, amable, dejándola marcar el ritmo de las cosas, dejándola guiar sus acciones aquella noche. Freen no la había presionado; hasta ahora. Hasta que las cosas se pusieron serias, y aun así seguía sin poder ofrecerle nada.

Miró hacia abajo, levantando su camisa para secarse las lágrimas que le bañaban el rostro. No le importaba lo repugnante que era en ese momento, apenas podía ver, sus ojos estaban inflamados, y su camisa ya estaba húmeda por la cantidad de horas que había pasado llorando. Una vez que soltó su camisa, volvió a descansar su cabeza otra vez contra las manos, intentando respirar. Llorar de esa manera no estaba haciéndole bien.

Su rodilla rozó el control del equipo de sonido y gruñó, recordando como Freen la había hecho tirarlo de la mesa cuando buscaba algo a lo que sostenerse mientras unos dedos hábiles la llevaban al límite en su primera noche juntas. Cerró los ojos, perdida en el recuerdo de ronda tras ronda de, probablemente, el mejor sexo de su vida. Siempre había disfrutado sus encuentros con Freen, pero aquella vez había sido especial. Nadie la había hecho sentirse tan amada, tan deseada, tan adorada, de la manera en la que Freen lo hizo.

Comenzamos nuestra relación en suelo, y volveremos a comenzarla aquí.

Comenzamos nuestra relación en suelo, y volveremos a comenzarla aquí.

In Front Of Me - FreenBeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora