Una Historia Más: Pizza y depresión

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Diego se encontraba con sus amigos en una pizzería, era común encontrarlos ahí después de una función, comían y conversaban sobre los errores cometidos en escena con el fin de mejorar en la siguiente función. Se notaba complicidad entre ese grupo de amigos. Aunque Diego se notaba distraído, sus pensamientos estaban en los conflictos que vivía su matrimonio, era tanta la tristeza que sentía que no se alegró al recibir elogios sobre su espectacular interpretación. Sus amigos lo notaban nostálgico, pero no entendían el porqué era un hombre que lo tenía todo. Era talentoso, divertido, amoroso, buen amigo, económicamente estable, se acababa de casar con una mujer hermosa, tenían un perro divino el cual se llevó María y la casa de sus sueños.

Ellos no sabían la realidad, pensaban que se trataba de una emoción consumida de la obra o simplemente de agotamiento, aunque eso lo habían notado desde semanas atrás. Pasaba mucho tiempo en el celular como esperando un mensaje o encontrar una respuesta en el móvil, platicaba poco y durante las charlas se le observaba distraído, apático y un tanto deprimido.

Esa noche no era la excepción, se la paso comiendo su pizza con el celular en la mano esperando que María le escribiera que volvía a la casa, pero no paso. Por lo mismo se puso a ver las historias de las personas que le habían mencionado o que habían ido a la función de esa noche y comentaban algo en sus historias de Instagram, a cada una de esas personas les dio, me gusta, solía hacerlo de forma habitual, era una manera de atraer seguidores, pero esa noche por error a una chica le dio dos likes una a la foto de la función y el otro a la foto de un platillo lujoso. Él ni siquiera se dio cuenta de esa segunda interacción, pero al instante le llego la notificación de que una chica nueva le seguía; el ritual para obtener nuevos seguidores, había logrado su objetivo, pero ni siquiera eso le motivaba. Al ver la notificación de su nueva seguidora, él no le prestó importancia, simplemente guardo su celular mientras suspiraba deseando que esa notificación que había llegado se tratara de María dando alguna señal de vida.

Pero eso no iba a pasar; María estaba convencida de que el matrimonio no había sido la mejor opción para mejorar su situación económica. Por el contrario, jamás regresaría con Diego, ya que él era todo lo que ella no deseaba en un hombre, excepto por su dinero y estatus. Lo que ella no sabía es que al casarse, no obtendría ese beneficio económico; por el contrario, el padre de Diego les quitaría las cuentas y los lujos.

Diego amaba el arte tanto como María, así que unos días después de su boda, el padre de Diego lo invitó a una reunión en su oficina. El padre le propuso que se hiciera cargo del negocio familiar, lo que generó una fuerte discusión entre ambos. Su padre veía la carrera artística de Diego como un simple pasatiempo y pensó que al casarse con María, finalmente cambiaría y mostraría interés en el negocio familiar. Sin embargo, la sorpresa fue que no fue así. A Diego, por el contrario, le aumentaron las ofertas laborales en la industria del entretenimiento, y tanto su padre como María, que odiaban su trabajo, empezaron a presionarlo para que abandonara su carrera artística y se dedicara a algo más formal, serio y lucrativo. Aunque el dinero no era relevante para Diego, que nunca le faltó nada, sabía que María se había casado con él por la tranquilidad económica que podía ofrecerle. A pesar de eso, amaba a María lo suficiente como para no importarle compartir esa estabilidad económica con ella.

Después de la pelea con su padre, la economía de Diego no era mala; tenían todo lo que pudieran desear: ropa linda, una casa fenomenal, personal para la limpieza del hogar y una despensa llena de comida. Sin embargo, para María, eso no era suficiente; siempre quería más.

Por otro lado, María estaba llena de deudas. Creía que el matrimonio resolvería su situación económica, pero no sabía cómo pedirle ayuda a Diego. Aunque no era mala persona, era un tanto ambiciosa. Al intentar convertirse en modelo, se sometió a algunas cirugías estéticas que no estaban dentro de su presupuesto. Poco a poco, empezó a acumular deudas con los bancos, y los intereses la fueron consumiendo. Intentó abrir una agencia de modelaje para pagar sus deudas, pero no le resultó como esperaba. Al contrario, su deuda aumentó, y la situación se volvió más turbia. Finalmente, recurrió a un préstamo de un hombre vinculado con la mafia, pensando que así resolvería sus problemas.

Con ese préstamo, logró pagar sus deudas al banco, y durante ese tiempo, María empezó a destacar en el mundo del modelaje. En una pasarela donde Carlos, el mejor amigo de Diego, formo parte del equipo de modelos, Carlos se la presentó; Y Diego al instante se enamoró de ella. El chico estaba tan entusiasmado en la relación que le presentó a varias personas que le proporcionaron más trabajo a la chica, y así María pudo pagar el dinero y los intereses excesivos que ese señor  de la mafia le pedía. Ella era consciente de que la relación con Diego no duraría, ya que no sentía el mismo cariño que él tenía por ella. Aunque él era un buen chico, ella no podía enamorarse de la misma manera. Pensaba en terminar la relación lo antes posible, pero no pudo, porque casi al punto de terminar de pagar sus deudas, su prestamista empezó a extorsionarla y manipularla con la amenaza de mostrar en los medios un video sexual que ella había grabado en su adolescencia.

Para ese punto, María ya se había consolidado como una de las modelos mejor pagadas de México y sabía que el machismo de esa industria le afectaría si ese video salía a la luz. Por eso comenzó a pagar la cuota mensual que ese mafioso le exigía. Su vida se convirtió en un infierno, y el único que estaba ahí para ayudarle sin saberlo era Diego.

Ella no deseaba aprovecharse de él, pero no encontraba otra salida para poder pagarle a ese señor lo que le pedía. Tampoco quería perder su carrera, pero no veía otra opción. Por eso se casó con Diego esperando sentir tranquilidad, pero fue peor. Vivir fingiendo y luchando con el miedo de que ese video se mostrara en cualquier momento, sin tener para pagar la deuda, hizo que el trabajo disminuyera al casarse. El machismo de la industria consideraba que eso la volvía menos atractiva al público, mientras Diego era visto como el enemigo, a pesar de esforzarse en ser el hombre perfecto preocupado por el hogar.

María no podía ver a Diego de esa manera; por el contrario, le molestaba cada cosa de él, le irritaba que cantara a diario esas odiosas melodías que a ella le provocaban aún más ansiedad. No es que ella fuera malvada; simplemente, no quería cargar con la tristeza de Diego al ser rechazado en todo momento, principalmente en la cama. No quería sentir que se estaba prostituyendo por unos cuantos pesos. Por eso, finalmente, había tomado el valor de confrontar a su agresor, sabiendo que eso provocaría consecuencias. Tampoco quería dañar el nombre ni el estatus de su marido y su familia. Sabía que ese chisme dañaría su carrera y la de Diego, que iba creciendo. Además, ella era consciente de lo mucho que a Diego le había costado defender su carrera ante su padre y buscaba causarle el menor daño posible.

Sin embargo, no sabía cómo decir la verdad, y por eso decidió huir para no tener que explicar nada, enfrentando la situación como una niña que no encuentra salida, quizá viendo esa alternativa como su única solución.

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