Capitulo |16|

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Su alma, su verdadero ser que ni ella misma conocía, comenzaba a afirmarse día tras día, a través del amor que le tenía a Chiara y a su proyecto. En la sorpresa de lo inexplorado, de lo desconocido, Emma comenzaba a descubrir un sin fin de cosas sobre ella y sobre sus miedos.

Descubrió que se sentía orgullosa de sí misma. Porque al menos lo intentaba y, porque ahora, le daba igual si lo conseguía o no. Lo importante era el recorrido, la experiencia, las emociones que experimentaba cada vez que hacía algo nuevo.

Comprendió tambien que la única manera de superar el miedo consistía en afrontarlo, tirarse de cabeza a él, justamente como Chiara habría querido. El miedo había resultado ser solo un espejo deformante que le hacía ver las cosas más feas de lo que realmente eran. Por eso ahora se sentía más liviana, más audaz. El miedo ya no era su límite, sino una oportunidad para seguir creciendo y superándose.

El número de personas que la seguía en sus redes sociales crecía a la par que ella. Algunos criticaban las pruebas que elegía, diciendo que era una loca que hacía cosas sinsentido; pero muchos otros la animaban a continuar, viendo su proyecto como un ejemplo para reencontrarse a si mismos.

Timothée también había cambiado respecto a cuando regresó de Milán. Era más amable y divertido, estaba más relajado, e incluso le apasionaba el proyecto más que a Emma y a Franchesca. A veces, representaba el papel de director de cine exigente, haciéndola repetir varias veces las escenas para los videos, como cuando tuvo que subirse a una tabla de surf o a un bote en altamar. O tal vez solo lo hacía adrede para probar su resistencia.

No sabía si se estaba enamorando de ella, pero cada célula de su cuerpo le gritaba que así era. Cuando estaban juntos, sentía que él también era feliz, ya sea acompañándola en los retos, editando los videos en la casa de Franchesca o simplemente pasando el rato. Y aunque no se creyera del todo que estuviera siguiéndola en aquel proyecto solo para respetar la voluntad de su hermana, Emma preferia aferrarse a la idea de que si Chiara estuviera viva, él no estaría allí. Ni ella tampoco.

Aquella tarde, la playa parecía un pequeño hormiguero, donde cada uno se dedicaba a su tarea: los niños jugaban a construir castillos en la arena, sus padres los vigilaban, los ancianos leían el periódico, y otros dormían dejándose acariciar por el sol.

Timothée estaba sentado en una toalla a su lado, y Emma, de vez en cuando, lo espiaba a hurtadillas, observando su piel blanca y lisa brillar bajo la luz del sol. Estaban solos, ya que Franchesca se había ido a la casa de Rachelle para trabajar en un proyecto escolar.

La prueba de aquel día era «coquetear con desconocidos», y Emma se sentía bastante nerviosa, ya que no sabía nada sobre la materia. Su conocimiento de los hombres se limitaba a los protagonistas de las novelas que leía, en especial del señor Darcy. El resto era un universo desconocido para ella, y en cierta medida, aterrador. Asi que no era sorprendente que nunca se hubiera besado con nadie. Le avergonzaba, pero era la verdad. El problema era que seguía siendo la niña de dieciséis años que soñaba con uno de esos besos que te dejan sin respiración y te hacen perder la cabeza. Todavía deseaba un beso tan desesperado y arrebatador, que fuera inolvidable.

Y ese tipo de beso solo podía dárselo el amor de su vida.

—No puedo — Le confesó a Timothée.

—¿Qué? ¿Por qué?

—La idea de... dar el primer paso... se supone que lo debe dar el hombre.

—¿Dónde está escrito que deba ser así? — Espetó él, y luego afiló la mirada, como hacía cada vez que quería provocarla — Apuesto que en ese libro que te gusta tanto.

Emma miró al cielo.

—¡Lo dice mi madre! — Resopló — Además, es como... una convención social. ¿No?

When Emma Falls in Love || Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora