Capitulo |4|

280 31 2
                                    

«Querida hermanita:

Si estás leyendo esta carta, quiere decir que no me odias tanto y que quizás aún quieras volver a hablar conmigo.

No creo que haya nada que me duela tanto como pelear contigo. Te quiero pedir perdón por las cosas que te dije hace unos dias, me di cuenta que fueron muy hirientes. No pretendo decirte cómo vivir tu vida, solo quiero que todo lo que hagas lo hagas porque quieres y no porque tienes miedo de intentar cosas nuevas.

Yo también te extraño y me da mucha culpa haberme ido. Me gustaría que envejezcamos juntas, pero también quiero hacerlo al lado de Andrés. Y a veces no sé que hacer. Reconozco que cada vez que me marcho me gusta pensar que tú te quedas ahí esperándome. Eres mi puerto seguro, Emma. No importa a dónde vaya, sé que siempre te encontraré al regresar. Quizá fui egoísta. Tal vez debería haberte insistido más para que tú también te marcharas. Porque te mereces recoger el ancla y zarpar. Te mereces ser feliz Emma, ¡La vida es muy corta para vivir escapándote de ella!»

Emma necesitó sentarse, porque las piernas comenzaron a fallarle. Estaba sola en su habitación, leyendo la carta de su amiga, y un nudo imposible de desatar se instaló en su garganta, negándole el paso del aire. Ni siquiera las lágrimas que empaparon sus mejillas desde la primera palabra lograron traerle un poco de alivio.

«¡Piensa en todas las cosas que has perdido estos años por culpa del miedo! Jamás te has subido a un avión, jamás has viajado más de cien kilómetros de tu casa. No te matriculaste en la Universidad, aunque todos los profesores te animaban a hacerlo porque creían en ti. Jamás has tenido novio, y las dos sabemos muy bien que no es cierto que nunca te has enamorado, como nos quieres hacer creer a todos. Si he de ser franca, siempre he notado estas cosas, pero nunca te las dije porque temía que te enojaras conmigo (¡Y realmente sucedió!). Pero ya no puedo callarme más, aunque luego me odies.

Tus miedos me parecen bastantes. Demasiados. Pero se me ocurrió una idea. Cuéntame todas las cosas que te asustan. Escríbemelas. Haz una lista. Quizá juntas podamos conseguir superarlas.

¿Y sabes cuál es la forma más rápida de vencer el miedo? ¡Haciendo justo lo que temes! Eres mucho más valiente y fuerte de lo que crees, Emma. Ponte a prueba a tí misma y ya lo verás.

¡Vive mientras estes viva!

PD 1: Tenías razón, ese regalo no fue una gran idea. Pero fue una forma de decirte que, aunque ahora viva lejos, siempre puedes contar conmigo. Siempre».

PD 2: Tengo que decirte una cosa súper- hiper - mega importante, que sé que te hará súper feliz. Pero no puedo decírtelo por acá, ni tampoco por teléfono. Tengo que verte.

Búscame, mándame una señal, que yo te responderé. Siempre.

𝒞𝒽𝒾𝒶𝓇𝒶

━━━━━━━༺ - ༻━━━━━━━

Emma pasó el resto del día en una nube indefinida. Los pitidos de la caja registradora la ayudaban a amortiguar el ruido de sus pensamientos. Solo abría la boca para decir: «¿Bolsa? y ¿Efectivo o tarjeta?». Se sentía rota, como si le faltara alguna extremidad del cuerpo. Y efectivamente, era así. Le faltaba su mejor amiga. La echaba mucho de menos. Seguramente ella tendría las palabras justas para aliviar tanto dolor.

Con un sentimiento de amargura hacia ella misma, recordó las últimas palabras que le había dicho antes de su muerte. Podría haberle dicho un sin fin de cosas, y sin embargo había elegido justo las peores. Aún no podía creer que Chiara se había marchado pensando que ya no quería volver a verla. Se sentía inmensamente triste y en deuda con ella. Cargaba en su interior una culpa que jamás podría expiar. Jamás podría reparar lo que había roto.

When Emma Falls in Love || Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora