Capitulo |31|

139 21 17
                                    

Timothée comenzó a arrastrarse esa misma noche. Tenía en la cabeza el discurso que había elaborado días atrás. El truco radicaba en actuar rápido y conseguir hacerse escuchar por Emma.

Y ella lo escucharía, se dijo a si mismo mientras enfilaba hacia el interior de la casa. Se trataba de Emma. No existía nadie más benévolo ni generoso de corazón, que Emma. ¿Acaso no era esa una de las numerosas razones por las cuales la amaba?

Había actuado como un imbécil, pero ella lo perdonaría. Tenía que perdonarlo porque... así era Emma.

De todos modos se le hizo un nudo en el estómago cuando regresó a la mesa, sintiéndose un completo idiota al intentar captar su atención haciendo mucho ruido con la silla. O trastabillando con sus propios pies al sentarse.

Lo comprobó al ver a Hugo sofocando la risa.

—¿Me he perdido de algo? — Preguntó en un tono quizá demasiado alto.

Emma ni lo miró. Toda su atención estaba puesta en el pavo que tenía en el plato y que comía de a pequeños trozos observando la nada.

Hugo, que había regresado a la mesa antes que Timothée, decidió ayudarlo un poco.

—Estábamos hablando del talentosísimo novio de Emma — Replicó en tono burlón.

—No es para tanto — Intervino Massimo, sin captar la ironía en su voz.

—Pintas cuadros en la playa, ¿No? — Inquirió Timothée, cortando un trozo de pavo — Como esos que pintan caricaturas en las plazas.

—Si, pero yo solo pinto paisajes — Le aclaró Massimo lanzándole una mirada gélida — Y vendo mis cuadros en galerías, no en la calle.

—¡Un artista en la familia! — Exclamó la señora Elide, por demás encantada con su flamante yerno — Eso es algo maravilloso.

—Y solo en ocasiones especiales pinto retratos — Agregó Massimo, sujetando la mano de Emma para depositarle un breve beso en los nudillos — ...solo para aquellas personas que me inspiran.

Timothée esbozó una sonrisa sarcástica, al tiempo que sujetaba el cuchillo con más fuerza. Emma retiró su mano de inmediato y se mantuvo en silencio.

—¿Y haces algo más aparte de... pintar? — Le preguntó Gérard.

—Enseño arte en una escuela.

—Eres maestro entonces.

—Asi es, enseño a niños de Primaria.

Mientras la plática alrededor de la mesa se enfocaba en Massimo y su interesante y perfecta vida, Timothée se hundía cada vez más en su asiento, sumido entre la rabia y la tristeza.

Emma ni lo registraba. Al igual que el resto, su atención estaba puesta en el pintor y su maravilloso relato. ¿Lo hacía a propósito? ¿Se estaba vengando de él, cobrándose todo lo que la había hecho sufrir? ¿O en realidad ya no sentía ni el más minimo interés por él? Sea como sea, funcionaba porque jamás se había sentido tan estúpido y humillado en toda su vida.

Pero se lo merecía, sin dudas.

La noche caía en picada, hasta que Hugo lo pateó por debajo de la mesa.

—Reponte y vuelve al ruedo — Masculló lo bastante cerca como para que solo él lo escuchase.

—¿Cómo?

—Espera.

Dicho aquello, Hugo dejó que pasaran varios minutos y luego, tal y como lo habían planeado, Gérard propuso a sus invitados pasar al living a probar su Scotch Blended Whisky, una tradición que mantenía religiosamente a lo largo de los años. Marie y Elide, por su parte, se retiraron a la cocina para conversar tranquilas.

When Emma Falls in Love || Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora