Capitulo |10|

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Urgencias era uno de los lugares más espantosos del mundo.

Timothée se había ido a la salida cuando recibió una llamada de Milán, de modo que Emma estaba sola, delante de la sala de rayos X, sentada en una silla de plástico que chirriaba cada vez que se movía.

A decir verdad, no estaba sola. Estaba rodeada de un montón de otras personas que gritaban, lloraban y se quejaban. Ella sufría en silencio, con la muñeca izquierda hinchada, soportando un dolor pulsante.

Delante suyo, un chico pasó en silla de ruedas, directo a la sala de rayos X con la pierna rota y llena de sangre. Emma reprimió las náuseas.

—¿Vas a desmayarte?

La voz de Timothée le hizo dar un salto en la silla.

—¿Eh?

Alzó la mirada, y vio que la estaba filmando con la cámara.

—Supongo que, si te desmayases, llegarías a mucha más gente. El público adora estas cosas — Le dijo en tono burlón.

—No, no me voy a desmayar. Tranquilo.

Él se sentó a su lado y esbozó una sonrisa pícara.

—¿Estás segura? Lo digo porque he apostado con la enfermera que está allá al fondo y...

Emma lo interrumpió dándole un codazo a la altura de las costillas y él apagó la cámara riéndose con tanta gracia, que le fue imposible no reirse junto con él, a pesar de que el dolor le escocía la muñeca.

—¿Duval?

El miedo se volvió a apoderar de ella cuando un médico se asomó a la puerta y la llamó. Se puso de pie con dificultad, sintiendo una sensación espantosa en el pecho, el estómago y la cabeza.

—Emma...

Cuando Timothée la llamó, ella se volvió pensando que se había olvidado algo. Pero en cambio, él solo le sonrió.

—Te espero aquí — Le dijo en tono dulce, tranquilizador.

Jamás la había mirado de esa forma.

Ella asintió, aturdida, y en su mirada encontró todo lo que necesitaba. Comprensión, apoyo y la certeza de no estar sola.

Timothée no se había movido ni un ápice de su asiento

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Timothée no se había movido ni un ápice de su asiento. De manera que, nada más abrir la puerta, Emma vio que seguía ahí sentado, esperándola. Tuvo que hacer un esfuerzo terrible para contener la sonrisa que sintió dibujarse en su cara.

—¿Y bien?

—Ya lo ves, sigo entera.

—¿Ninguna amputación por hoy? — Bromeó, y ella se echó a reir.

—No, por hoy.

Se sentó a su lado y, mientras esperaban el informe escrito del doctor, le contó que no tenía ningún hueso roto y que solo era una torcedura grave que pasaría pronto si hacía las curaciones adecuadas.

When Emma Falls in Love || Timothée ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora