Durante el verano de sus dieciséis años, los compañeros de curso de Emma y Chiara habían organizado una gran fiesta a la que asistieron ex alumnos que, como Timothée, habían terminado el instituto el año anterior. Emma había pasado la velada sentada en un muro bajo e incómodo, mientras que alrededor de ella sus compañeros se abrazaban en los sofás o se desmadraban en la pista. Como era de suponer, Timothée no le hizo el menor caso: acababa de regresar de su viaje de Estados Unidos, dónde había terminado de cursar una beca en idiomas, y estaba a punto de irse a Milán a estudiar arquitectura en la universidad.
Chiara, por su parte, era el centro de atención de la noche, como siempre. Debía saludar a tantos amigos y tenía tantas cosas que decir y tantas canciones que bailar, que no podía parar siquiera un segundo a recuperar el aliento. En cambio Emma, solitaria por naturaleza, observaba de lejos, sintiéndose como un pez fuera del agua.
Por eso, cuando a alguien se le ocurrió jugar a la botella, subió a la terraza para respirar aire fresco y descansar del barullo y la música a todo volumen.
—¿No quieres jugar?
Una voz familiar quebró la soledad y el silencio. Emma se volvió y vio a Timothée, que se estaba sentando a su lado con una botella de cerveza en la mano. Hizo un ademán de ofrecérsela, pero ella la rechazó.
—No, no me gusta — Contestó, aludiendo a la cerveza y al juego.
—Quizá te pierdas un beso — Le dijo él esbozando una sonrisa divertida, que aceleró su corazón.
—Es solo un viejo y estúpido juego.
—¿Qué quieres decir? ¿No quieres que te besen? — Preguntó intrigado.
—Claro que sí, pero no quiero que lo haga cualquiera — Confesó Emma, aliviada que la oscuridad de la noche le impiera verla ruborizándose.
Timothée comprendió al vuelo.
—Sería tu primer beso, ¿Verdad?
—Si, y quiero que sea inolvidable, con el amor de mi vida — Declaró con una firmeza repentina, que se deshizo bajo su mirada inquisitiva — Si, lo sé. Soy patética.
—No... — Le aseguró él — ...me parece bonito que sepas lo que quieres.
Por la manera en que desvió la mirada y la fijó en el horizonte, Emma supo que estaba tocando un tema espinoso.
—Por qué, ¿tú no lo sabes? — Le preguntó ella.
Timothée se encogió de hombros y, exhalando un largo suspiro, contestó:
—Ya no.
La inquietud que delataba su voz, la destrozaba. Hubiera dado la vida por ayudarlo, no podía verlo así.
—¿Por qué?
Él la miró.
—Es complicado.
—¿No te gusta Milán? — Aventuró.
—No sé si lograré acostumbrarme. Extrañaré... — Recorrió el paisaje con la mirada — todo.
—¿Crees que te sentirás solo allá?
Él se volvió a encoger de hombros.
—Quizá, si.
—Entonces, ¿Por qué no te quedas en casa? — Aventuró ella de nuevo, deseándolo con todas sus fuerzas.
—Ya te lo he dicho, es complicado — Murmuró él.
—Te escucho — Le dijo Emma.
El deseo de ayudarlo pudo incluso con su timidez. Timothée se volvió y la miró de nuevo, le sonrió e hizo amago de decir algo, pero alguien lo llamó gritando desde la calle.
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When Emma Falls in Love || Timothée Chalamet
RomanceC O M P L E T A Segundo libro de la colección: Taylor Swift's Playlist «¿Qué es lo primero que harías si quisieras vivir sin miedo?» Emma, una joven con trastorno de ansiedad, debe cumplir el último deseo de su mejor amiga... Y eso implica enfrenta...