12

124 17 0
                                    

Aunque la vuelta está rodeada del mismo silencio que cuando comenzamos la maniobra, es completamente diferente, quizá porque ahora soy yo el que no quiere hablar, el que no quiere escuchar de nuevo lo que me dijo anoche, cuando aún estaba embriagado por los placeres del sexo.

Sin embargo, lo que ayer era una tensión insostenible, hoy es una camaradería con la que me siento a gusto, y cuando Yoongi se vuelve de vez en cuando solo para sonreírme y preguntarme si me encuentro bien, de nuevo se me aloja esta sensación extraña entre las costillas.

Solo cuando estamos muy cerca del campamento, quizá a un tiro de piedra, se vuelve sin que lo espere y me besa. Tardo en reaccionar, pero cuando me abraza, cuando sus manos aprisionan mis nalgas y siento cómo se endurece su rabo contra mi vientre. Cuando su lengua recorre, ansiosa, en busca de la mía, y sus labios me humedecen. Entonces me ofrezco, me abro, me entrego, y siento una vulnerabilidad que nunca antes he sentido.

El beso es largo, húmedo y arañado por la pasión, pero soy yo quien le pone fin, lo que provoca que él me mire y vuelva a sonreír.

—Volvemos a ser el capitán Min y el soldado Jung —me dice con amabilidad y yo asiento.

Así entramos en la explanada donde se alzan las tiendas, él le estrecha la mano al sargento y yo me largo a mi canadiense, donde me arrojo sin saber qué me sucede.

Creo que me quedo dormido, porque cuando me despierto el vikingo intenta bajarme los pantalones.

—Nos da tiempo de echar uno rápido antes de largarnos —me susurra al oído para después lamerme la oreja.

Si eso me lo llega a decir ayer, hace una semana, una docena de años, ya le estaría comiendo la polla en este momento. Pero le sonrío, me excuso y le digo que no me apetece. ¡«Que no me apetece»!.. ¿Quién es este que ocupa mi cuerpo?

Él no le da importancia, y me repite que quiere que nos veamos cuando lleguemos al campamento. Me lo quito de encima con una excusa, nos besamos, me enseña cómo de dura la tiene, nos volvemos a besar, me dice que por qué no le doy una chupadita, solo una y ya está. Lo hago solo para calmarlo y termino con un lefazo que me llega a la garganta y la sensación de qué coño estoy haciendo.

¿Te ha pasado alguna vez? Esta mierda de que todo iba de puta madre y de repente se te cruza un tío en el momento menos oportuno, sobre todo porque ese tío es de quien vas a vengarte y es de lo menos conveniente enamorarte de él... ¡Joder! ¡Lo dije! Haz como si no lo hubieras leído.

Regresamos a la base a la caída de la tarde. El camino de vuelta es animado, con conversaciones que cuentan lo rara, chula, jodida o «me encanta» que ha sido la experiencia. Mi amiga no deja de mirarme.

—¿Y a ti qué mierda te ha pasado?

—¿A mí? —me hago el duro—. Ha sido una puta caminata en la nieve.

—Pero con Min ha debido de ser una pasada, tío, a pesar de que la jodida ventisca no se ha presentado.

¿Le digo cómo de pasada ha sido y la follada que me ha metido?

—Ha sido una mierda.

Los demás discuten sobre si ha debido parecerme una maravilla o una puta pena, y ella aprovecha para hablarme al oído.

—No te metas en líos.

La miro con cejas fruncidas

—No me estoy metiendo.

—He visto cómo miras a Min, y cómo te mira él.

—No sé de qué me hablas.

Me hago el sueco.

—Tío, está casado, tiene una hija, y es tu superior. No hay forma de que eso salga bien. Quita tu culo de en medio. Es un consejo de amiga.

—Nadie te lo ha pedido —le contesto, enfadado.

—Entonces, haz lo que quieras.

Se da la vuelta y sigue hablando con los demás, pero a mí me deja pensativo, porque no era consciente de que fuera tan visible la mierda que haya entre Yoongi y yo, sea lo que sea.

Cuando llegamos a la base, Jungkook me espera en la puerta del barracón.

—¿Cómo ha ido?

Está guapísimo, con el anorak abierto y ese cuerpazo bronceado expuesto para mí.

—Tenías razón, no debí apuntarme.

Mira alrededor y, cuando ve que estamos solos me abraza, y me besa ligeramente en los labios.

—Te he echado de menos.

¿Por qué mierda todo el mundo se empeña en echarme de menos?

—Tenías a tu cabo.

—No me gusta que me follen —me guiña un ojo—. Me gusta ser yo quien la meta.

—Vengo cansado —me excuso. Y de nuevo me pregunto quién es el tipo que ha vuelto de las maniobras dentro de mi cuerpo, porque jamás, nunca, he dicho no a un polvazo, esté como esté de agotado.

—¿Qué tal te ha ido con el capitán?

Creo que se me nota en la cara la perplejidad ante esa pregunta.

—Bien, supongo.

Él sonríe, pero hay un gesto de crispación que no me pasa desapercibido.

—Espero que la razón por la que estás tan cansado no sea él.

De nuevo pienso en cómo de evidente es para los demás lo que Yoongi y yo sentimos y hacemos.

—Vete a la mierda —me defiendo.

—No me importa lo que haya entre vosotros. No soy celoso —me dice mientras me largo, pasando por su lado—. Solo quiero saber si esto va en serio o es un puto rollo más.

Cierro los ojos cuando me quedo a solas, sentado en la cabina del váter, encerrado como cuando era un jodido adolescente y tenía que huir en el instituto de los cabrones que me hacían daño.

Yo solo quiero follar, y parece que los hombres que me gustan se empeñan en enamorarse.

Capitán (YOONSEOK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora