Juancho Hernán-Gomez vuelve a casa después de su paso por la NBA. Lleno de sueños e ilusiones, afronta la temporada con su nuevo equipo dispuesto a demostrar lo que no pudo hacer en tierras americanas.
Natalia está cansada de disimular que todo está...
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📅 MEDIADOS DE DICIEMBRE
📅 CASI DOS SEMANAS DESPUÉS
Muevo el café una y otra vez con la cuchara mirando cómo se forman los remolinos en la taza. Dejo escapar un lento suspiro ganándome un chasqueo por parte de mi hermana.
- Nat –me dice Aroa sujetando mi mano- ¿Qué te pasa?
- Que lo echo de menos, joder –le confieso por fin, sintiendo que me escuecen los ojos y que tengo muchas ganas de llorar.
- Pues llámalo -me sugiere ella con infinita paciencia, pues creo que la gento agotada con el monotema Juancho.
- Le doy igual -le contesto sintiéndome terriblemente desgraciada por su culpa. Por no estar con él.
- No le das –me replica ella, mientras yo me echo hacia atrás en la silla.
- Sólo me manda mensajes un día sí y otro no preguntándome por como estoy, nada más. Y yo volviéndome loca viéndolo jugar al baloncesto. Joder, que a mi no me gustaba y ahora me he vuelto una experta en pasos, rebotes, campo atrás...
- Bueno, tú le dijiste precisamente que hiciera eso, no sé de qué te quejas -la mordaz sonrisa de mi hermana hace que le gruña, porque la muy puta tiene toda la razón.
- Ya lo sé. Soy imbécil –me llevo una de las manos a la cara y la paso por mi mejilla resoplando.
- Así no puedes estar hermana –Aroa me atrae hacia ella dejando que ponga la cabeza en su hombro. Acaricia mi mejilla con mucho cuidado intentando calmarme, algo que en mi estado, es casi imposible.
- En unos días, vamos a hacernos la ecografía, y a partir de ahí...tendremos que tomar decisiones -y estoy tan nerviosa que me cuesta mucho dormir por la noche, porque a partir de ese momento mi vida va a cambiar. Y será para siempre.
- No hay mucho que tomar, Nat. Pase lo que pase, dejas a Hugo y a tomar por culo, ya está. Paola y yo lo hemos estado hablando e independientemente de lo que pase con Juancho, queremos que te vengas a vivir con nosotras. No quiero que estés un minuto más con ese cabrón -las palabras de mi hermana me emocionan y por primera vez me siento apoyada por las personas que me quieren.
