23. No es tuya

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📆 MEDIADOS DE FEBRERO

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📆 MEDIADOS DE FEBRERO

📆 DOS SEMANAS DESPUÉS

Acabamos de llegar a "Tora", uno de los locales que mi cuñado Mario tiene aquí en Madrid. Es un restaurante de comida mediterránea y de fusión al que solemos ir de vez en cuando. Mi hermana ha decidido celebrar aquí su cumpleaños para tener más privacidad y que nadie nos moleste. 

- ¿Tu hermana ha invitado a mucha gente? –me pregunta Tali con algo de nerviosismo. Desde que nos hemos bajado del coche, no nos hemos soltado de la mano y no pienso hacerlo hasta que nos sentemos.

- Ni idea. Creo que algunas amigas de la facultad, de las que tiene de toda la vida y un par de compañeros de Mario, con los que se llevan bien. No estés nerviosa, Tali -le pide estrechándola entre mis brazos. Pocas veces hemos salido con mucha gente, si acaso con mi hermana y con la suya. 

- Es que...lo de conocer gente se me da de puta pena -me confiesa con cierta tristeza en su voz. Me contó que cuando estaba con Hugo, a él le gustaba lucir a su joven novia, para después ignorarla delante de sus amigos. 

- Pues conmigo, no tuviste vergüenza ninguna. Que bien que me ofreciste las tetas cuando me pediste la sacarina aquella tarde –le saco la lengua a Natalia recibiendo un pequeño empujón por su parte.

- Juan Alberto, te estás ganando que esta noche no haya sexo nocturno –me paro justo cerca de la barra y arrugo mi entrecejo mirándola. Ella frunce sus labios y se aguanta una carcajada.

- Tali, con eso no juegues –le advierto con la mirada.

- ¡Juancho!

Me giro para ver como mi cuñado Mario nos hace una señal para que nos acerquemos. Vuelvo a entrelazar mis dedos con los de Tali y ambos caminamos hacia el fondo del local, donde han reservado uno de los salones para el cumpleaños. Dentro habrá unas 20 personas aproximadamente y reconozco en ellos, a los amigos de mi hermana y mi cuñado. Saludo a Mario y Natalia hace lo mismo besando sus mejillas.

-Aroa también ha llegado -le dice Mario a mi rubia.

- ¿Y dónde está que no la veo? –la rubia mueve su cabeza hacia ambos lados y se muerde los labios buscando a su hermana.

- Está en la cocina –le contesta Mario con orgullo- no todos los días tiene uno a Aroiti en su restaurante.

- Te cambiará la carta entera –le advierte Natalia sonriéndole a Paola, quien ya está sentada en la mesa. 

- Ya me ha sugerido un par de platos suyos, y tengo que decir que son la hostia -Natalia le sonríe a Marcos y tira de mi hacia donde está Paola, la cual le da una amplia sonrisa. Se deshace de mi mano y ambas se abrazan con mucho cariño.

- ¿Cómo estás? –le pregunta ella posando la mano en su barriga. 

-Bastante bien. Ya no tengo náuseas, pero, si mucha hambre -le cuenta ella sentándose a su lado. 

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