Capítulo 5: El guardián de las llaves

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Capítulo 5: El guardián de las llaves

Hola a todos! Hoy no hay charla: a leer!

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Dumbledore eligió a una chica de tercero de Hufflepuff, quien se levantó apresuradamente y cogió el libro.

-El siguiente capítulo se llama: "El guardián de las llaves".

Un centenar de miradas cayeron sobre Hagrid, que fue capaz de mantener una perfecta cara de póker. A Harry le dieron ganas de reír, pero se contuvo.

PUM. Llamaron otra vez. Dudley se despertó bruscamente.

-¿Dónde está el cañón? -preguntó estúpidamente.

Muchos rodaron los ojos.

Se oyó un crujido detrás de ellos y tío Vernon apareció en la habitación. Llevaba un rifle en las manos: ya sabían lo que contenía el paquete alargado que había llevado.

-¿Tenía un rifle a mano sabiendo que había dos niños en la cabaña? -dijo la señora Pomfrey, quien probablemente estaba pensando en la enorme posibilidad de que ocurriera un accidente.

-¿Quién está ahí? -gritó-. ¡Le advierto... estoy armado!

Hubo una pausa. Luego...

¡UN GOLPE VIOLENTO!

La chica de Hufflepuff pegó tal grito que muchos saltaron de la sorpresa.

La puerta fue empujada con tal fuerza que se salió de los goznes y, con un golpe sordo, cayó al suelo. Un hombre gigantesco apareció en el umbral. Su rostro estaba prácticamente oculto por una larga maraña de pelo y una barba desaliñada, pero podían verse sus ojos, que brillaban como escarabajos negros bajo aquella pelambrera.

-Definitivamente es Hagrid-dijo una chica de segundo de Ravenclaw. Varios asintieron. Por su parte, Hagrid estaba algo rojo, probablemente por el hecho de que tanta gente lo estuviera mirando.

El gigante se abrió paso doblando la cabeza, que rozaba el techo. Se agachó, cogió la puerta y, sin esfuerzo, la volvió a poner en su lugar.

Algunos estudiantes de primero parecían muy impresionados.

El ruido de la tormenta se apagó un poco. Se volvió para mirarlos.

-Podríamos preparar té. No ha sido un viaje fácil...

Muchos rieron.

-Claro, es lo más normal del mundo -dijo Seamus, sonriendo. -Llegas de noche a una cabaña en medio del mar en plena tormenta, tiras la puerta abajo y le exiges a los dueños que te preparen un té.

Las risas aumentaron, mientras Hagrid se ponía aún más rojo.

Se desparramó en el sofá donde Dudley estaba petrificado de miedo.

-Levántate, bola de grasa -dijo el desconocido.

Harry no estaba preparado para lo que sucedió entonces. Casi la totalidad del comedor estalló en aplausos, todos alabando a Hagrid por hablarse así a Dudley. Si esto les gustaba, cuando leyeran lo de la cola iban a tirar Hogwarts abajo de la emoción. Mientras tanto, Hagrid sonreía ampliamente.

Dudley se escapó de allí y corrió a esconderse junto a su madre, que estaba agazapada detrás de tío Vernon.

Esta vez nadie llamó cobarde a Dudley, probablemente porque comprendían que el hecho de que un gigante entrara en plena noche en tu casa y te insultara debía ser bastante terrorífico.

Hogwarts lee Harry Potter IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora