Capítulo 3

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James se había ido y como Lena le había dicho a Kara, le guardó luto. Recordó todos los momentos que compartió junto a él y los atesoró en su corazón, junto a los demás bonitos recuerdos que guardaba.

Ya era momento de pasar página, ya tenía a alguien más a quien amar. Una joven risueña que nunca se ha enamorado y que pronto experimentará el más puro y doloroso amor que haya podido sentir por la peor persona que pudo conocer en el mundo.

Lena durante los tres meses que tenía de relación, evitaba relacionarse con los familiares de su pareja. Evitaba siempre el tema de conocer a los padres y prefería cambiarlo por otro tema sin importar que. Solo cumplía con amar a su pareja y ya. Nada de conocer a sus padres, tíos y abuelos. Ya había pasado por eso una vez y no terminó nada bien, para ella era mejor saltarse esa parte. Es por eso por lo que dejaba en claro que era muy pronto para dar ese, gran paso.

La pelinegra se encontraba sentada en el borde de su cama, observando el teléfono que descansaba en sus manos. Las conversaciones con Kara habían llenado su mente de pensamientos encontrados, alimentando aún más su conflicto interno. Había decidido en seguir, pero algo la detenía.

Por un lado, anhelaba la conexión y la posibilidad de encontrar la redención a través del amor que Kara representaba. Pero, por otro lado, temía abrir su corazón a alguien más, sabiendo que cualquier relación que formara estaría marcada por la tragedia.

El sonido del teléfono interrumpió sus pensamientos. Era un mensaje de Kara.

Mensaje

K: Buenos días, Lena. ¿Cómo estás hoy?

Lena reflexionó por un momento antes de responder. Quería mantenerse distante, protegerse a sí misma y a Kara de cualquier dolor futuro. Pero al mismo tiempo, no podía negar la atracción que sentía hacia ella, ni la necesidad de compañía que había vuelto después de que James pasara a mejor vida.

Mensaje

L: Buenos días, Kara. Estoy bien, gracias. ¿Y tú?

Kara respondió casi de inmediato, y la conversación fluyó con naturalidad entre ellas. Hablaron de sus planes para el día, compartieron historias sobre sus vidas y se rieron juntas de las pequeñas cosas. Con cada mensaje, Lena sentía que su corazón se abría un poco más, permitiéndole a Kara entrar en su vida de una manera que nunca había pensado posible.

Mientras que el día avanzaba, Lena se encontró esperando cada mensaje de Kara con anticipación, anhelando su compañía y su presencia. Se sorprendió a sí misma sonriendo mientras leía sus palabras, sintiendo esa chispa recorrer su cuerpo de nuevo.

Al otro día, cumplió con Kara, llegó a su casa como habían acordado. La rubia la recibió con los brazos extendidos para luego invitarla a pasar y no podía estar más emocionada.

—De verdad no puedo creer que estés aquí. Ayer estuve debatiendo si todo lo que había pasado había sido real. Pero... aquí estás. Aah... donde están mis modales... ven, toma asiento. Estás en tu casa. ¿Quieres algo de tomar?

—Un poco de agua estaría bien, gracias.

—Agua, enseguida— Lena esperó sentada en la sala por Kara, miró hacia todos lados como si buscara algo en específico, pero solo tenía curiosidad.

—Aquí está.

—Gracias— la pelinegra bebió un sorbo rápido apenas tocó el vaso, viendo como Kara se sentaba a su lado y se quedaba viéndola.

—¿Qué?

—Nada— la rubia se cruzó de brazos y quedó viendo sus pies. —La verdad no tengo idea de que hacer ahora. ¿Qué se supone que debamos hacer? ¡Que desastre!... se suponía que debía planear algo para ti, pero el trabajo no me dejó mucho tiempo libre como para preparar...

𝑭𝒆𝒎𝒎𝒆 𝑭𝒂𝒕𝒂𝒍𝒆 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora