Capítulo 11

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—Sí, de hecho. Ojalá pudiéramos tener más días así— respondió Lena, besando suavemente a la rubia en la frente. Estaban acostadas en la cama, listas para dormir.

Kara sonrió, no dijo nada, se inclinó hacia delante y la besó. El beso comenzó suave y gentil, pero pronto se volvió más intenso. La rubia deslizó sus manos por la espalda de Lena y la acercó, sus labios se movían en perfecta sincronización. La joven ya no era tan torpe como al principio, ella en serio se había tomado el tiempo para practicar.

—Kara...— Lena susurró entre sus labios, la rubia abrió los ojos y la miró. Kara pudo leer en los ojos de Lena que desconocía si estaba lista para lo que iba a pasar. Era su primera vez y Lena quería que estuviera cómoda.

—Quiero esto, Lena. Quiero que esto pase. Quiero experimentar cosas nuevas contigo. Te deseo, Lena.

Cuando la pelinegra escuchó las palabras de Kara, un rastro de anticipación se extendió por todo su cuerpo. Ella la miró, buscando cualquier signo de duda o incertidumbre, pero solo encontró determinación y deseo en sus ojos.

Lena asintió y Kara la besó de nuevo, esta vez más intensamente. Había mejorado al besar, pero sus manos se movían torpe y ansiosamente sobre el cuerpo de Lena, tratando de quitar la ropa que las separaba. Lena respondió, desabotonando la camisa de Kara, exponiendo su piel.

Lena empujó suavemente a Kara sobre las sábanas, explorando cada centímetro del cuerpo de la rubia con sus labios, y manos hábiles y expertas. Kara cerró los ojos y se permitió perderse en las sensaciones abrumadoras que le estaba dando Lena.

La pelinegra besó el dobladillo del pantalón de Kara, la miró a los ojos por un momento antes de continuar. Quería asegurarse de que Kara estuviera preparada. Kara asintió con una suave sonrisa, asegurándole a Lena que deseaba esto tanto como ella. Lena desabrochó el pantalón y lo deslizó hacia abajo, junto con la ropa interior de Kara. Dejando a la rubia completamente expuesta.

Kara gimió al sentir los labios de Lena contra su piel. Cada beso, cada caricia encendía un fuego en su interior, un deseo incontrolable que solo Lena podía satisfacer.

Lena siguió adelante, besando y lamiendo suavemente hasta llegar al centro de placer de Kara. Decidida en guiar a la rubia en su primera vez. Cada movimiento de la lengua de Lena hacía que Kara temblara de placer debajo de ella, sus manos agarraban las sábanas con fuerza y ​​un gemido salía de sus labios.

Lena podía sentir el pulso de Kara latiendo con fuerza bajo su toque, y cada gemido que salía de su boca la animaba a continuar. Lena exploró cada centímetro de ella con suavidad y pericia, concentrándose en cada reacción que provocaba, cada pequeño suspiro de placer.

Kara se entregó por completo, sin reservas ni inhibiciones, dejando que Lena la llevara a nuevas alturas de éxtasis. Sus manos agarraron las sábanas con fuerza y ​​Lena la hizo sentir querida, amada y cuidada. Cada movimiento de la lengua de Lena, le enviaba oleada tras oleada de placer, acercándola cada vez más al borde.

La rubia estaba jadeando, llena de necesidad y deseo. Lena intensificó sus movimientos, aumentando la presión y la velocidad, tratando de llevar a Kara al clímax. La joven se retorció bajo su toque, sus dedos jugaron con el cabello oscuro de Lena mientras que su pecho quemaba de tanto placer.

Finalmente, con un grito, su cuerpo tembló con la fuerza de su orgasmo. Lena la abrazó mientras se recuperaba, acariciando suavemente su vientre y besándola. Kara se acurrucó contra ella, sintiéndose segura y amada en sus brazos.

—¿Estás bien? — preguntó Lena con ternura, acariciando el cabello de Kara.

Kara asintió con una sonrisa radiante. —Sí, estoy bien.

Lena la besó suave y volvió a bajar por su cuerpo. Esta vez se centró en uno de sus pezones rodeándolos con su lengua. Besó tiernamente alrededor de este para después dejar un gran chupetón y un par de mordiscos. Bajó una mano para descansar en el centro de Kara, frotando círculos en su clítoris. Lena sonrió e insertó un dedo dentro de Kara. La rubia gimió y Lena comenzó a mover su mano, permitiendo que Kara se adaptara.

—Lena...— la mayor se alejó del pezón de Kara y la besó nuevamente para silenciarla. Kara sentía cómo la presión dentro de ella aumentaba, acercándose al punto de no retorno.

Estaba completamente mojada así que Lena insertó otro dedo dentro de ella. El cuerpo de Kara reaccionó instintivamente a cada movimiento, arqueándose y temblando bajo el toque de Lena. Los gemidos de Kara mezclados con su respiración dificultosa llenaron la habitación.

Lena continuó moviendo sus dedos a un ritmo constante, variando la presión y la velocidad. Las manos de Kara encontraron su camino hacia la espalda de Lena, sus uñas se clavaron ligeramente en su piel mientras la pasión la consumía.

Lena disfrutaba viendo a Kara perderse en el placer, cada reacción de la joven la llenaba de satisfacción. Quería que este momento fuera inolvidable para ella, una experiencia que guardara con cariño.

Lentamente, Lena añadió un tercer dedo, sintiendo cómo Kara se adaptaba y respondía a cada movimiento. Sus gemidos se intensificaron, y Lena no dejaba de estimularla, utilizando su pulgar para frotar su clítoris con movimientos circulares precisos. El cuerpo de Kara estaba al borde, temblando y arqueándose con cada golpe de placer.

—Eres tan hermosa, Kara— murmuró Lena.
—Quiero que recuerdes siempre lo que sientes ahora.

Kara abrió los ojos, sus pupilas dilatadas por el placer y el amor que sentía por Lena. En ese momento, todo parecía perfecto, solo eran ellas dos.

—Lena... no puedo... es demasiado...— jadeó Kara, sus palabras entrecortadas por el placer.

—Confía en mí, cariño— susurró Lena, acelerando el ritmo de sus dedos y aumentando la presión en el clítoris de Kara.

Kara cerró los ojos, dejándose llevar por la ola creciente de placer. Sus gemidos se volvieron más intensos, sus manos apretaron con fuerza la espalda de Lena, y con un último grito, llegó al clímax, su cuerpo se estremecía debajo de la pelinegra. Lena la sostuvo, guiando sus movimientos y asegurándose de que sintiera cada segundo de placer.

Después de lo que pareció una eternidad, Kara se desplomó en la cama, su respiración pesada y su cuerpo completamente relajado. Lena la abrazó, acariciando suavemente su cabello y besando su frente.

—¿Cómo te sientes? — preguntó Lena, su voz llena de ternura.

—Increíble...— murmuró Kara, aun recuperándose del intenso orgasmo. —No sabía que podía sentirme así.

Lena sonrió, sintiéndose orgullosa y feliz por haberle dado a Kara una experiencia tan maravillosa. La besó suavemente en los labios y luego en el cuello, disfrutando de la cercanía y la intimidad que compartían.

—Tú te mereces todo esto y más, Kara.

—Te amo, Lena— susurró Kara. Sus ojos estaban llenos de adoración mientras miraba a la pelinegra.

El sol de la mañana se colaba a través de las cortinas, iluminando suavemente el oscuro dormitorio. Kara abrió los ojos lentamente, sintiendo la calidez del cuerpo de Lena junto a ella. Lena aún dormía, su rostro estaba relajado. La rubia se quedó un momento observándola, maravillándose de lo afortunada que era de tenerla en su vida.

Con cuidado de no despertarla, Kara se deslizó fuera de la cama y vio la hora en su teléfono. Tenía solo una hora para prepararse e ir a trabajar. Se dio una ducha rápida y se vistió con ropa cómoda. Al salir del baño, se detuvo un momento para observar a Lena, que seguía dormida. Sonrió, sintiéndose abrumada por el amor y la gratitud que sentía hacia ella. Se acercó silenciosamente a la cama, inclinándose para darle un suave beso en la frente.

—Te veré en la tarde— susurró, acariciando delicadamente su cabello.

Kara salió del apartamento con una sensación de ligereza y felicidad que nunca había experimentado. El aire matutino era fresco y la ciudad comenzaba a despertarse a su alrededor. Una sonrisa se escapó de sus labios mientras caminaba hacia su trabajo. Su mente seguía reviviendo los momentos de la noche anterior, sintiendo aún el calor y el amor que Lena le había demostrado. 

𝐅𝐄𝐌𝐌𝐄 𝐅𝐀𝐓𝐀𝐋𝐄 💋 | 𝑆𝑢𝑝𝑒𝑟𝑐𝑜𝑟𝑝 𝐴𝑈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora