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- Mi bebé bonito, ¿por qué eres tan precioso, mhm? - A sus veinticinco años de edad y con sus metas bien definidas, Kim Taehyung se sintió sonrojar por los halagos de su madre. Recibió las suaves manos en sus mejillas, que fueron estrujadas con cariño ante la mirada de varios de los inversionistas de su compañía y pronto la vergüenza inhundó su cuerpo.

- Mamá, no soy un niño. Me avergüenzas.- Se quejó, más toda la respuesta que obtuvo fue una risita de su madre y varios besos en la mejilla. Ella limpió los rastros de labial sobre su piel, observando a su único hijo con adoración. Taehyung sonrió, tomando una de las manos que descansaban sobre su rostro para dejar un beso en la palma.- Tú también estás muy bonita. - Los ojos de Soyeon brillaron.

- Gracias, mi cielo.- Ella le dijo con suavidad, observando los alrededores y su rostro se iluminó al reconocer a alguien a lo lejos.- Iré a saludar a una amiga, nos vemos después, ¿bien?- Taehyung asintió, observando a su madre alejarse con pasos elegantes hasta las mesas donde unos brazos extendidos la esperaban.

- Su madre sigue siendo una mujer encantadora.- La voz de uno de los inversionistas añadió, llamado su total atención y la sonrisa política de Kang Jongsoo invadió su vista. Taehyung asintió de acuerdo, con el cuerpo tenso y su lobo alerta al tener a tantos Alfas rodeándolo.- Es una lástima que no asista tan seguido a los eventos de la empresa, es una presencia muy agradable a la vista, ¿no creen?- Varios de los hombres estuvieron de acuerdo con murmullos confirmativos y no pudo hacer más que apretar sus labios.

- Mi madre está muy ocupada, por lo que asistir a eventos le es muy difícil y agradezco que su presencia le resulte encantadora, mi padre también la veía así. - Fue todo lo que dijo, resultándole demasiado incómoda la conversación como para añadir algo más que no fuera una advertencia silenciosa ante cualquier intento de proximidad por parte de alguno de esos hombres.

El recordatorio de su padre, el antiguo presidente de Heal siempre sentaba bien ante aquellos potenciales pretendientes de su madre. La mayoría de ellos eran accionistas o posibles inversores de su empresa, personas que aprovecharían la más mínima posibilidad de formar parte del círculo cercano de la familia Kim. Su madre era un acceso directo a ello y Taehyung agradecía silenciosamente que tras la muerte de su padre, ella se negara a tener cualquier tipo de relación amorosa con alguien.

Kang Jongsoo era uno de los "pretendientes" más insistentes de su madre. Desde un comienzo el Alfa había dejado claro el interés por ella y por tener un lazo que lo atara a Heal más allá de sus acciones en la empresa. Taehyung no era estúpido y agradecía que su madre conociera perfectamente las intenciones ocultas tras las pretensiones amorosas de sus accionistas.

Revisó la hora en el reloj de su muñeca, las manecillas doradas marcaban las nueve y diecisiete minutos de la noche. El lugar ya estaba prácticamente lleno de importantes figuras de la alta sociedad, desde políticos en ascenso hasta reconocidos magnates, todos ellos en la búsqueda de crearse una impecable imagen pública tras el flash disimulado de las cámaras de los reporteros que estaban esparcidos estratégicamente por todo el salón, esperando la próxima premicia que los llevaría al estrellato de su carrera.

Una figura que avanzaba con pasos tranquilos hasta el grupo en el que se encontraba llamó su atención. Sus ojos reconocieron a Jeon Jungkook a lo lejos, entallado en un traje azul oscuro y con el cabello azabache perfectamente peinado, no había rastro de las ondas rebeldes a las que se había acostumbrado en las últimas semanas y parpadeó maravillado ante lo que veía.

Taehyung no era ciego, desde la primera vez que lo vio se percató de que Jeon Jungkook es un Alfa demasiado atractivo, abrumadoramente llamativo a los ojos de las personas y las miradas que se ganaba tras su paso le confirmaban que tenía razón. Tenía una buena contextura corporal, el traje abrazaba sus músculos deliciosamente y un tamaño perfecto que le permitía mirarlo a la cara sin alzar la cabeza como debía hacer con otros Alfas. Sus manos eran grandes, se había percatado de aquello cuando lo veía manipular los distintos equipos del laboratorio y la piel de sus palmas era suave, propio del trabajo que ejercía como científico y un recordatorio mudo para él cada vez que sus manos y las del Alfa se rozaban cuando le extendía el café.

HEAL [KOOKV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora