Extra 2

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Entre miles de joyas,
la más brillante siempre serás ...


Estaba respirando frenéticamente, como si el aire que había en mi intentara ser expulsado por completo. Cómo si quisiera salir huyendo... ¿que diablos me ocurría?  Se supone que yo empezaría a tomar las cosas con calma, que ya nada me superaría. Pero nuevamente me equivoqué.

Y no, no estaba pasando por una situación de vida o muerte, mucho menos estaba en algún peligro inminente. No, yo me encontraba en mi cuarto eligiendo cual vestido me quedaría mejor para usar esta noche, pero ninguno parecía ser lo suficientemente lindo. O no me quedaba lo suficientemente bien.

Era frustrante el hecho de que hiciera lo que hiciera, nada esta noche me hacía sentir satisfecha, ya me sentía cansada de ponerme y quitarme vestidos, de aplicarme y borrarme el maquillaje. Incluso me sentía obstinada por la cantidad de peinados que me había hecho. ¿Como diablos asistiría al baile así?

– Linda, te ves bien...– intentó consolarme Elías.

– ¡A mi no me estés mintiendo!

El se llevó una mano al pecho fingiendo indignación, pero luego comenzó a caminar muy despacio, hasta que sólo nos separaban milímetros. Hasta que sus labios estaban tan cerca de los míos, que sentía como su respiración comenzaba a acelerarse.

–¿Crees que te mentiría?– Susurró contra mis labios. Y Joder, yo ya sentía a mi cuerpo entero entrar en tensión. – Dime, Stella ¿Crees que te mentiría?– Volvió a preguntarme.

Estuve a nada de responderle, pero justo antes de hacerlo el pegó sus labios a los míos por completo, envolviendome en una burbuja que solo el podía crear en mi. Ya nada de lo que me preocupaba me importaba. Incluso aquel baile pasó a un plano muy lejano. Yo solo quería quedarme ahí con él, besarle, y demostrarle una y mil veces que el era la persona correcta para mi vida, y que yo realmente haría hasta lo imposible por ser la suya.

Elías me sujetó por el mentón y luego de unos segundos logró decirme:

–No importa lo que uses, no importa los cambios que te hagas. Realmente no me importa nada. Solo te quiero a ti, así de loca, o así de amargada. Incluso cuando me gritas.– Dijo en tono burlón. Luego caminó conmigo hasta que nos topamos con las ventanas de la habitación, y señaló un punto en específico.– ¿Ves esas coronas? ¿Ves esas joyas?– Dijo señalando hacia otro lado, en donde se encontraban todas las joyas antiguas que habían pertenecido a todos los Luna y Sol.– Pues quiero que sepas que entre miles de joyas, la más brillante siempre serás tú.  Ante mis ojos, siempre serás el cristal más puro. Así que deja de preocuparte tanto por como luces, que te aseguro que incluso si te pusieras una camisa mía estaría completamente loco por ti, y créeme. Me seguirías teniendo a tus pies, reina mía.

Fue automático, yo solo lo miré y comencé a besarlo frenéticamente. ¿Como es que después de pasar por tanto, por fin podía sentirme viva, sentir que estaba en mi mejor momento? Y obviamente todo era por Elías. El definitivamente es y siempre será esa persona a quien puedo llamar el único y verdadero amor de mi vida.

•••

Tomada de la mano de Elías avance por los largos pasillos del castillo, hasta toparme con una inmensa masa de gente. ¿Todos ellos habían asistido al baile?

–Oye... ¿Realmente tenemos que hacer esto?– pregunto muy bajito, mientras intento frenar a Elías.

–Si, Stella... Todos nos están esperando.

–Pero yo tengo otros planes más geniales en mente... ¿No quieres regresar conmigo a la habitación? – Sigo intentando hacer que se frene, y lo consigo con mis palabras. Elías se voltea de inmediato y suelta una carcajada que me deja descolocada.

– ¿Me estás insinuando algo? ¿O solo quieres hacer que me detenga para no ir al baile?

Yo le dedico una sonrisa traviesa y le digo:

–Ambas opciones son ciertas, Señor Elías... Pero depende de ti lo que pase a partir de aqui.– Digo y levanto las manos en señal de rendición.

Elías no lo pensó dos veces y se dió media vuelta sujetándome fuerte de la mano, luego comenzó a correr conmigo en dirección a nuestra habitación.

–¡Pero luego debemos ir al baile!– me dijo sin contener la sonrisa que había crecido en su rostro.

–Vale...– dije yo con resignación.

Sin duda alguna no me había equivocado al amarlo, Elías siempre será esa persona con la cual quiero tenerlo todo. Porque ante mis ojos, no existe nadie más.

La máscara del esqueleto. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora