La hora veinticuatro.
Si me hubieran dicho que moriría escuchando que soy mucho más que el amor de la vida de alguien, no les creería. De hecho, puede que hasta me haya reído en su cara. Pero justo ahora, me encuentro en una especie de limbo porque no sé en donde estoy.
Lo último que recuerdo es la conversación que tuve con Elías y mi cuerpo impactando contra el suelo del bosque, pero ahora no estoy ahí. Porque este lugar en donde mis pies pisan no se siente como un bosque, de hecho siento que no estoy pisando absolutamente nada. Si, es muy raro. Solo sé que abrí mis ojos y lo único que veo son imágenes borrosas de lo que al parecer fue mi vida, o al menos la vida mía que no conocí. Esos detalles que jamás noté. Cómo la existencia de muchos seres que las personas creen que no existen.
¿Así se siente morir? ¿Es eso lo que me está ocurriendo? ¿No logré despertar? De pronto sentí como pasaba todo en cámara rápida y como mi cuerpo era trasladado a algún lugar que desconocía. Se sentía como dar saltos en el tiempo. Al llegar, mis pies volvieron a impactar contra el suelo del bosque pero en lugar de encontrarme con bombillas entre los árboles miré la hoguera que había en medio de aquel círculo de personas en el suelo. ¿Quienes eran?
Caminé despacio acercándome a aquellas mujeres y en cuanto llegué me quedé hecha piedra. ¡Esas eran las madres de mis amigos! ¡Y Luna! Quedé todavía más anonadada al notar en donde estaba. Había vuelto a viajar en el tiempo, pero esta vez había llegado al día de mi nacimiento. Pero parecía una imagen trágica de ver. Luna lloraba desconsolada mientras Sol la abrazaba; y él también lloraba. Las madres de mis amigos abrazaban a aquellos pequeños bebés como si su vida dependiera de ello, pero todas tenían los ojos vidriosos.
— Hay que hacer algo...— Susurró la voz de Saturno; la madre de Elías.— Ella iba a crecer, a ser feliz. Yo lo he visto.
— No creo que tu visión haya fallado, Saturno.— Dijo mi madre entre lágrimas.— Es solo que ellos le arrebataron la oportunidad...
Dejé de escuchar la conversación que tenían en aquella hoguera porque la voz de alguien más comenzó a resonar cerca de mis oídos.
—Aquella noche ellas pensaron que te iban a asesinar. Pero no sabían que los humanos tenían otros planes contigo. Como ya te habrás dado cuenta hay muchas cosas que los humanos desconocen de su existencia. Pero hay muchas cosas que tú aún debes conocer.— Aquella voz que en un momento me parecía tenebrosa ahora me parecía lo único que me daba un poco de mi realidad.— Los enviados de Saturno tienen visiones, como ya te diste cuenta tú sola. Pero, cada bruja tiene algo especial.
Miré nuevamente a todas aquellas mujeres reunidas y las detallé a cada una de ellas.
—Venus; la madre de Aria. Tiene la habilidad de bloquear la mente de los demás. Bien sean recuerdos o dejar una mente vacía. Mercurio; la mamá de Logan, puede transportarse a donde ella desee cuando a ella le plazca. Aunque sea a millones de años atrás. Plutón; la madre de Set, puede sanar a quien sea, aunque parezca imposible. Marte; la mamá de Lyam, puede hacer sentir a quien sea, bien sea dolor, amor o lo que ella desee. Es una manipuladora emocional. Y Tierra; la madre de Tyler, tiene la habilidad de hacer vivir o morir a Quien se encuentre si ella así lo decide. O al menos eso podían hacer mientras tenían vida. Y tú, de alguna forma extraña puedes hacer eso y mucho más. Al parecer cuando crearon el vínculo entre sus hijos y tú también crearon un vínculo entre sus habilidades. Ya que ellos son mucho más fuertes que sus padres, y tú; tú eres más poderosa de lo que alguna bruja ha logrado ser jamás. Y llegó la hora de que lo demuestres, llegó el momento de que despiertes.
— Despierta, Stella.— Fue lo último que escuché que dijeron aquellas personas en la hoguera cuando mi cuerpo comenzó a sacudirse nuevamente, y comenzó a trasladarse de vuelta a la realidad.
Abrí mis ojos lentamente y me encontré en lo que instantes atrás era un baile, pero ahora parecía una guerra.
Habían muchísimos cuerpos sin vida esparcidos por el bosque, y reconocía a gran parte de ellos. ¿Qué había ocurrido?
Sentí como mi cuerpo seguía siendo sacudido pero mis pies no tocaban el suelo. Pronto también noté que tenía unos brazos rodeándome con fuerza. Subí la mirada y me encontré con el rostro de un Elías preocupado que corría conmigo entre sus brazos.
—Elías...— Dije por lo bajo.— Desperté.
Él se frenó de inmediato, y me dejó sobre el suelo.
—¿Lo lograste?— Me preguntó con alivio.— Pensé que te había perdido.
Noté que él tenía el rostro lleno de lágrimas y noté que había sangre en su ropa.
—¿Que te ocurrió?— le pregunté con miedo. Él me miró como si no entendiera y luego señaló mi abdomen en donde noté que había una daga enterada.
— Los humanos intentan asesinarnos, dicen que no quieren monstruos en su mundo.
Yo miré a Elías y para nada veía a un monstruo, y entre todos los seres mágicos que había conocido jamás noté a nadie parecido a uno. Pero cuando veía a los humanos y a todo lo que habían creado a su alrededor, a todo el daño que habían causado, todo lo que destruyeron. Si, ellos eran los verdaderos monstruos, y yo no iba a permitir que destruyeran más nuestro planeta.
—No nos rendiremos.— Dije lentamente. Luego lleve mis manos a la daga que seguía enterrada en mi cuerpo y la saqué de un solo movimiento. La sangre comenzó a chirriar pero puse mis manos en aquel hoyo y comencé a sentir como lentamente se cerraba, luego las manos de Elías se posaron sobre las mías y la herida comenzaba a hacerse mucho más pequeña.
—No nos rendiremos. — Repitió el.
Y así, ambos nos dimos la vuelta, y corrimos de regreso a lo que era nuestra realidad, solo que esta realidad estaba teñida de muerte, y dolor.
Corrimos sin parar hasta que nos encontramos con los demás. Todos estaban vivos, pero tenían muchas heridas en su cuerpo. Al igual que nosotros. Me posicioné en medio de todos y dije:
— Debemos crear un plan si queremos salir de aquí con vida, pero no podemos solos.
Todos asintieron en acuerdo y pronto comenzamos a correr rumbo al viejo pino.
Al entrar me encontré con miles de especies que estaban dispuestos a enfrentarse y ayudarnos. Y por suerte yo tenía un plan.
—Una guerra jamás tendrá un ganador. Y jamás he deseado estar en medio de una. Pero no nos dejaron más opciones. Así que el día de hoy, a la hora veinticuatro, les mostraremos que nosotros no somos los monstruos y que solo queremos vivir en paz. — comencé diciendo. — Pero, si no nos dejan otra opción batallaremos como verdaderos guerreros, y aunque no crea que existen las guerras ganadas, si creo que lograremos nuestro objetivo. Solo si luchamos juntos.
Luego de aquellas palabras, todo lo que se oían eran ideas de como acabar con aquella guerra, la cual sabíamos que nos dejaría un amargo sabor de boca.
Abracé a Elías y a mis amigos con fuerza y todos nos prometimos por lo bajo que todo estaría bien. Aunque ya ninguno estaba seguro de si aquella promesa sería cierta.
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La máscara del esqueleto.
FantasiEstaba en el baile, al igual que todos en el pueblo. Pero alguien había que no conocía. Una máscara de porcelana y diamantes cubre su rostro. ¿Quién será aquella chica? ¿Alguien la conoce? Solo se sabe que con vestimenta elegante y hermoso andar...