doce

1K 98 14
                                    

Algún lugar en Busan, Diciembre del 2003

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Algún lugar en Busan, Diciembre del 2003. 

Jungkook movía sus piecitos debajo de la sabana, sintiendo como sus calcetines se acomodaban suavemente y le mantenían calentito. Eran las ocho de la noche y el frío del invierno se ceñía sobre Busan como una capa de ropa, cubriendo el lugar con aquellas bajas temperaturas que llegaban a ser heladas. 

Mamá los había mandado a él y a Jungyun a acostarse juntos en la misma cama para mantener el calor corporal y dormir cómodos. De todos modos no es como si Junghyun de ocho y Jungkook de seis ocuparan mucho espacio. Ambos eran chiquitos, así que dormir en una sola cama les venía perfecto...

Casi. 

Porque Jungkook era un remolino andante. Aún soñoliento, Jungkookie parecía jamás agotarse las pilas y siempre andaba para un lado y para el otro. Constantemente pateaba y tiraba manotazos y se revolvía por todo el lugar, impidiendo que su hermano, calmado y quieto, durmiera temprano y a sus horas. 

—Jungkookie no puede dormir, ¿no es así? —murmuró mamá, mientras acomodaba las cobijas para que el aire frío no se colara por las rendijas. Por lo general, mamá envolvía a Jungkook como un frijolito, porque siendo el niño inquieto que era siempre, terminaba destapado, sin calcetines e incluso, en pura ropa interior. 

El niño asintió, observando a su madre a través de la oscuridad de la habitación. Esta solo se iluminaba por la pobre luz que desprendía la luna que se asomaba por las ventanas. Y aunque el chiquillo no podía detallarla, él sabía que mamá le miraba con sus mismos grandes ojos marrones de cervatillo, sonriendo con su bonita sonrisa cálida. 

—El pequeño Jungkookie no puede dormir, así que mamá lo arrullará —canturreó la señora Jeon, peinando los cabellos azabaches de su hijo más pequeño. Le acomodó las hebras detrás de las orejitas, dejando al descubierto su frente. Pasó su gentil mano por el rostro de su niño, palpándolo. Se detuvo en su prominente nariz, acariciándola de arriba hacia abajo con el pulgar, solo para que se relajase.

Siendo el menor de los Jeon un terremoto en persona, era difícil calmarlo en algunas situaciones. Una de esas era al momento de dormir, porque por más cansado y soñoliento estuviera el niño, era complicado meterlo en la cama y hacerlo descansar. Pero había una combinación secreta de la cuál mamá, papá y Junghyunnie hacían uso cuando era necesaria: una caricia en la orejita, bajando por la parte lateral de la mandíbula hasta llegar al cuello y repetir. 

Así como si de magia se tratase, el pequeño Jungkook terminó rendido en la cama al lado de su hermano, en paz. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Jungkookie | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora