nueve

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Después de haber observado a Jimin en aquella ocasión, Jungkookie no se pudo sacar de la cabeza el hecho de haber observado a su hyung aquella mañana en su habitación

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Después de haber observado a Jimin en aquella ocasión, Jungkookie no se pudo sacar de la cabeza el hecho de haber observado a su hyung aquella mañana en su habitación. Cuando se encontraba haciendo cualquiera actividad, concentrado en algo en específico, sus pensamientos intrusivos le recordaban la figura de su hyung con todo lujo de detalle. Su mente era un pozo traicionero, pues a pesar de que quería deshacerse de aquellos minuciosos detalles, esta continuaba mostrándoselos con más y más lucidez.

En aquellos instantes, de verdad detestaba el hecho de que tener una memoria fotográfica tan perfecta como lo hacía.

La idea de comparar a ambos Jimin inundaban su cerebro cada maldito instante. Le era imposible no comparar las características del Jimin de diecinueve con las características del de veintiséis, anotando más las diferencias que las similitudes, pues las primeras eran las más visibles y notorias, las que más resaltaban. 

Comparar sus complexiones tan distintas, sus detalles, sus visiones... 

Aquella misma sensación de vacío se presentaba en su estómago, retorciéndole las entrañas de una manera increíblemente extraña y desconocida. No podía evitarlo... cada vez que lo recordaba, su estómago se contraía generándole ese malestar de sensación curiosa. 

Debido al incidente, Jimin parecía haberse alejado un poco de él, manteniendo una distancia prudente y siendo siempre amable cuando le dirigía la palabra. A pesar de que el chico no se le había acercado en ocasiones anteriores, aquella vez se podía sentir como un muro invisible se erguía entre ambos. 

Jimin era un bomboncito dulce con todos. Era como una estrellita, brillando para iluminar a todos. Atraía a las masas no sólo por su apariencia, sino por su misma personalidad que era refrescante y adictiva. Jeon chiquito lo sabía muy bien. Y aunque estará reacio a aceptarlo, la personalidad de Jimin era lo que más le había gustado cuando le empezó a conocer... después de aquellos ojos amables que le saludaron con una sonrisa reflejada antes que emitir ninguna palabra. 

Y a pesar de que él lo había pedido... no le gustaba. No le gustaba para nada. 

—¡Ya basta, Jungkook! ¡Demonios! —se gritó a si mismo, dándose pequeños golpecitos en la frente.  Estaba comenzando a desesperarse. Era delirante el hecho de recordar lo mismo una y otra y otra y otra vez. Se dejó caer sobre el sofá que estaba en la habitación, dejando la cabeza colgando. 

—¿Estás bien? —preguntó alguien de repente. 

Jungkookie se sobresaltó, brincando en su lugar, causando que se cayera del sillón con un golpe sordo. Taehyung se asomó a la habitación del menor para llevárselo a jugar un rato. Lo primero que encontró fue al chico golpeándose la frente y con cara de enojado, así que se preocupó. 

Empezaba a cuestionarse seriamente si su sanidad era la óptima.

—Yo... sí, hyung, todo está bien —reconoció la voz de Taehyung, así que se relajó. Se levantó del piso y volvió a sentarse en aquél sillón ahora poniéndole atención a su compañero. Se sobó la espalda discretamente, justo allí donde se había llevado el mayor impacto del golpe. 

Jungkookie | kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora