IV: Ya se han casado

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DAMIANO

Ethan y yo hablamos un rato, terminamos la noche, y nos fuimos del palacio. Nos hemos quedado en la puerta Giorgia, su amiga Fede, Thomas y Lavinia, Alda y yo. Laura e Ethan se fueron hace unos minutos ya que estaban cansados y Vic había quedado con su hermana, con Martina y más gente.

-¿Vosotras os vais juntas?- Le pregunto a Giorgia refiriéndome también a Federica.

-Eh sí, es la idea.

-¿Quieres venir tú a mi casa?- Miro a Alda que mira el suelo con las mejillas rojas. Se ha cambiado de ropa, ahora lleva un vestido granate de terciopelo que a ser sincero me muero por quitárselo.

-¿Yo?- Le pregunto con el ceño fruncido. Como no levanta la mirada del suelo dudo si es a mí a quien habla.

-Si Giorgia y Pippi se van juntas puedes venirte a mi casa.- <<¡¡Sí, sí, sí y síííí!! Claro que sí, ¿Cómo voy a decir que no?>>

-Sí, vale.- Me muestro tranquilo aunque por dentro estoy dando saltitos de emoción. Vale, un poco infantil de mi parte pero es la verdad. 

-Nosotros nos vamos ya.- Nos despedimos de Lavinia y Thomas y ellos se van.

-Pues nosotras también. Nos vemos mañana.- Me acerco a Giorgia y le doy un pico en los labios, Fede y yo nos damos dos besos. Me espero apartado a que Alda termine de despedirse y cuando se acerca a mí emprendemos camino hacia casa.

-¿Pero esto no está muy lejos de casa?- Miro a Alda que me mira a mí con preocupación.

-Que va... un paseo nocturno, en nada llegamos...

...

ALDA

Que en nada llegamos... mentiroso.

-Damiano llevamos andando quince minutos. Mis muslos se rozan al andar y está empezando a doler.

-Ay Alda eres muy quejica. Y muy gruñona.- Me toca la nariz con la punta del dedo y yo me aparto inmediatamente, no me gusta cuando me trata como un bebé. 

-¡No soy gruñona!

-Tienes una arruga en la frente, eso es señal de enfado.- Señala la arruga de mi frente con el dedo indíce, relajo la expresión de golpe, no quiero que tenga razón.

-Es que estoy cansada. Este vestido es incomodo para caminar y me pica debajo de los sobacos...- Me rasco con fuerza como si eso fuera a solucionarse, no va a dejar de picar, no hasta que me quite el vestido.- Maldigo el momento en el que Victoria me dijo que me lo pusiera hoy.

-Te queda muy bien.

-¿Sí?- Levanto la mirada hacia Damiano, sonriente.

-¿Te has emocionado? ¿No era que estabas "enfadada"?

-Estoy molesta pero eso no quita que me haga sentir bien eso.

Seguimos caminando por las solitarias calles de Roma unos minutos más.

-No me gusta esta zona de la ciudad.- Le digo a Damiano dándole la mano.

-Ya, a mí tampoco, pero llegamos antes. ¿No era que querías llegar ya?

-Sí, pero casi que prefiero caminar dos minutos más que pasar por un barrio chungo. Demasiada belleza para tanta mugre.

-Gracias.- Hizo ver que se colocaba el cabello detrás de la oreja, luciendose. Me rio un poco.

-Hablaba de los dos, no solo de ti. 

-Sí sí... sí eso lo tenía claro.

A medida que avanzamos por la oscura calle unos cuantos hombres se me quedan mirando. Algunos están sentados en terrazas de bares, otros en bancos... no quiero que me miren, ni quiero que se me acerquen... no otra vez.

Maneskin 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora