IX: Al fin y al cabo todo es actitud

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A veces, algo que debería parecerte increíble no te motiva para nada. A veces hay cosas maravillosas que no disfrutas por tu estado anímico. Este es mi caso hoy.

Arrastro la maleta con desánimo, cruzando el largo pasillo del aeropuerto.

-¡Alda!- Exclama Thomas a mi izquierda.- ¡Anímate! Estás en Paris.

Le dedico una mirada triste aunque me fuerzo a sonreirle. Thomas, evidentemente, no tiene la culpa de nada, como tampoco la tiene Damiano, que ya se ha rendido de intentar animarme.

Solo estamos nosotros tres. Ethan y Victoria han venido un par de días antes para hacer unas pequeñas "vacaciones", en cambio nosotros venimos un día antes del concierto que tenemos aquí en la capital de Francia.

Aún no he visto a Victoria y la última vez que hablé con ella fue cuando hablamos por telefono y se disculpó conmigo.

-¿Nos quieres contar que te pasa?- Damiano me dedica una mirada de preocupación.

-No lo sé Dam. No sé qué cojones pasa por mi cabeza. Thomas tiene razón, estamos en París, disfrutemos.

-Sé que tú no vas a disfrutar.

-Pero ese, Damiano, no es tu problema. Disfruta tú y arrastrame a todos los planes a la fuerza.

Salimos del aeropuerto y un taxi nos lleva hasta el hotel, donde en teoría (si no nos han dejado tirados y se han ido por ahí) nos esperan Ethan y Victoria.

Nunca he estado en París así que cuando el taxi nos lleva por las calles de la ciudad, me detengo a observar a través de la ventanilla del vehículo todos y cada uno de los paisajes que me van rodeando por el camino. Esto me sirve para sentirme un poco mejor. Está bien sentirse mal, es lógico que a veces tengamos el ánimo bajo, pero que me coincida con un viaje a París es jodido.

Pienso en la Alda del pasado que en esta situación ahora mismo estaría dando saltitos de alegría, deseando llegar ya al hotel para salir a conocer cada rincón de la ciudad.

Finalmente el taxi nos deja en la puerta del hotel. Bajamos nuestro equipaje y entramos al lujoso edificio. Damiano habla con el recepcionista para confirmar nuestra identidad. Como Victoria e Ethan ya están instalados, el recepcionista no nos tiene que dar ninguna llave ni codigo para entrar.

No quiero ver a Victoria. Todavía estoy cabreada con ella aunque veo dificil la idea de convivir con ella e ignorarla a la vez. Me siento como la vez que volví al piso de Los Ángeles después de esos meses de descanso en Roma, cuando quise ignorar a Damiano pero obviamente no fui capaz de hacerlo mucho tiempo. Creo que con Victoria me va a pasar lo mismo.

Al llegar a la planta del hotel donde se encuentra nuestra suite nos dirigimos a la puerta con el número que nos indicó el recepcionista. Damiano llama a la puerta con dos golpes de puño y esperamos unos segundos hasta que Ethan nos abre la puerta.

-Servicio de habitaciones.- Bromea Dam.

-Llevabas preparandote el chiste todo el camino, ¿verdad?- Ethan frunce el ceño.

-Se me ocurrió en el taxi.

Entramos a la suite doble. Esta consta con dos habitaciones, baño, sala de estar y un pequeño balcón. Victoria nos espera en medio de la sala de estar. Saluda a Thomas, luego a Damiano y después nos quedamos una en frente de la otra, mirandonos sin saber que hacer.

-Hola Alda.- Está más tiesa que un palo ahora mismo y en cierta parte me da un poco de pena que sienta esta desconfianza conmigo. Intento tragarme las ganas de mandar a la mierda mi plan de ignorarla, pero me siento debil y cansada ahora mismo. Así que antes de poder arrepentirme, la abrazo con rapidez. Rodero su cintura con mis brazos y apoyo mi cabeza en su pecho.

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