El sonido de un disparo, puede cambiarlo todo. Parte 2.

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¡No   te niegues a vivir! ...  ¡No puedes dejarme!

¡No te niegues a vivir! ... ¡No puedes dejarme!

El velo de la muerte, nos visita

       Él se encuentra solo, tendido y desangrándose sobre un frio pavimento, sin tener el más mínimo contacto con nada de lo que ocurre a su alrededor. Sus recuerdos emergen desde lo profundo de su corazón, recordar cuando le vio por primera vez delante de su auto y le atropelló por accidente, o aquella ocasión que se enfrentaron en el campo de deporte y le robó un primer beso; – O aquella primera vez que ambos se sintieron identificados en un solo sentimiento, cuando la soledad les hizo sentir muy afines en sus sentimientos, y que no eran los únicos que la vida les había hecho sentir tan miserables. Tin estaba atrapado en sus memorias, sonreía por dentro al sentir que una vez más estaban juntos, y que su amor había podido vencer los obstáculos.

Can le sonreía al sostener sus manos, correr hacia él y decirle cuanto lo amaba. De igual forma él, seguía sonriendo al pensar que su aroma corporal le impregnaba por completo. Hasta una oscuridad se suscitó a su alrededor, alejando todo aquello que tocaba y no podía sentirlo más.

    Se esfumó, aquella sensación de felicidad. Se esfumó entre sus dedos, y cuando ya todo se estaba dando por perdido, unas manos le tocaron. – Tao había llegado nuevamente a él, pero también se encontraba herido, lo poco que podía hacer por él era llevarlo sobre su espaldar, e intentar continuar llegar hasta la luz, en donde la carretera estaba aguardando por ellos. - Pero la adversidad no quiere dejarlos ser libres, las balas empezaron nuevamente a sentirse sobre ellos, Tao continua sin detenerse pero una más logra alcanzarlo en la pierna, haciéndole tropezar al caer.

¡No, no, no amo... Yo debo sacarlo de aquí !.. Intentó ponerse de pie, pero dolía mucho, y más aun al tener a Tin, a cuestas sobre su espalda, hacia que el peso de su cuerpo se sume a su dolor.

    Tao era inflexible en sus objetivos, y no le importaba seguir de igual forma desangrándose, él seguía avanzando, pero los perros estaban sueltos y cuando uno de ellos se abalanzo sobre él, la bala de u n arma le alcanzó, matando de inmediato al animal.

¡Al piso! – Le ordenó su camarada...

   Al llegar la ayuda, el escenario del túnel se convirtió en un campo de batalla. Las balas corrían a diestra y siniestra por los aires, Can estaba en el piso tapándose los oídos, pero al percibir el frio y espeso olor de la sangre se arrastró lentamente, deseando encontrar alguna pista o indicios del paradero de Tin.

   Pero, su sorpresa fue aterradora. Pronto sus manos se sintieron húmedas, las olió y sintió el olor de la sangre. Se estremeció y rápidamente empezó a recorrer con sus manos el pavimento hasta topar con un cadáver, se asustó y empezó a temblar porque en su corazón el dolor empezó a mandarle señales, presintiendo que Tin podría ser ese cuerpo frio y sin vida.

¡No tema, no es mi amo! – Le anunció una voz, al llegar a su cuerpo y pedirle que guarde silencio.

-¿Quién eres? – Y donde esta él.

    Soy Tao, el hombre que les esta ayudando. El cuerpo que acaba de tocar es de la guardia de Tul, el amo Tin esta detrás de esas barras de madera. Pero esta muy mal, agoniza y es necesario sacarlo de aquí pronto.

– ¡Llévame con él!.

- Si lo haré, pero primero necesitamos evitar los disparos.

– ¡Yo seré tu apoyo, y tus mis ojos! – Me dirás hacia donde ir, y hacia donde no.

¡Tao..! – gritó su camarada. Apresúrate, llévatelos lejos. – ¡Yo los detendré!.

Sacando los explosivos, y empezando a sentir como el fu ego de las explosiones empiezan a remecer el lugar, Can aprovecha a ponerse de pie, toma Tao sobre su pecho y le pide que lo guíe hasta Tin.

NUESTRA HISTORIA CONTINUA. II-Temporada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora